La sanción aplicada por la dirección de la Radio Suecia a la periodista Cecilia Udden, corresponsal en los Estados Unidos es un ejemplo mayúsculo de hipocresía y/o ignorancia y en definitiva de persecución a una periodista que ha demostrado solvencia y objetividad en su trabajo. Y lo que es más grave como amenaza a la libertad de expresión, una concesión, como lo señala acertadamente el editorial de Helle Klein (Aftonbladet 01-11-04) a la presión de la ultra derecha neoconservadora representada en Timbro y en el «inquisidor» de los medios Gunnar Hökmark, el mismo que hace unos años inició una campaña contra el entonces director de RS Eric Fichtelius porque había emitido un par de programas sobre la miseria en Londres como secuela de la política aplicada por Margaret Tatcher
La periodista sancionada habría incurrido en una violación de los principios de «objetividad» en una respuesta dada en medio de una discusión en el programa Studio Ett, a uno de los más notorios «perros guardianes» del pensamiento cavernícola de Timbro. Mayor hipocresía no puede pedirse. Porque la objetividad brilla por su ausencia en la mayoría de los programas de la radio y la televisión estatal suecas. La manipulación, por acción u omisión, es una constante en ambos medios public service, que agrede el sentido común del ciudadano, víctima cada día de esa manipulación, y de los principios de imparcialidad a los que están obligados. Baste recordar, como ejemplos más recientes la campaña desatada durante dos semanas contra el lider del Partido de Izquierdas, Lars Olhy a propósito de su «comunismo». El mismo día en que el ejército de Sharon masacraba 16 palestinos, varios niños entre ellos, y destruía un centenar de sus modestísimas viviendas, y en que la resistencia iraquí liquidaba varios marines, la noticia principal para esos medios era el «comunismo» de Olhy. Una verguenza. Poco antes la radio y la televisión suecas habían dado una muestra irrefutable de su «objetividad» en su información sobre el referendo constitucional en Venezuela, convirtiéndose en portavoces de la oposición golpista, protagonizada por la corrupta oligarquía venezolana apoyada, cuando no por Estados Unidos y la mafia cubana de Miami. Antes, hace un par de años, habían justificado el golpe que esos mismo sectores «democráticos» había perpetrado contra el presidente Chavez ese sí democráticamente por la mayoría del pueblo venezolano. La lista sería interminable. Y la manipulación, en la que lo que se omite decir es tan importante como lo que se dice en forma distorsionada, un componente permanente. Respetar la integridad de los ciudadanos, diariamente agredidos por la manipulación de los medios, es la tarea que deben encarar los responsables de la radio y la televisión, si quieren preservar en algo la credibilidad cada vez más cuestionada de la información./Leo
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