En la pasada semana se completó la Operación Ohly (o McCarthy) con la previsible participación de las empresas de sondeos de la opinión pública, que son parte del entramado mediático y por lo tanto manipuladoras potenciales, mostrando los resultados de su última encuesta, que muestran una fuerte caída del Partido de Izquierda y en especial de su líder, Lars Ohly en la adhesión de los ciudadanos. Cifras que probablemente no hayan sido manipuladas en lo a números se refiere pero obtenidas en medio de la ofensiva medática sin ningún lapso de reflexión sobre los acontecimientos. Hay larga experiencia de lo que puede pesar una campaña de prensa en la opinión pública, casi siempre para servir intereses sucios bajo las banderas del patriotismo, la pureza de la raza, la democracia y ahora los derechos humanos.(Antes que Hitler y su aparato de propaganda, Hearst y Pulitzer, en el tránsito desde el siglo XIX al XX, encendieron la guerra de Estados Unidos contra España a propósito de Cuba, una guerra inútil y que nadie quería.). Utilizando el maniqueísmo como método y con la colaboración de los dirigentes del propio Partido de Izquierda empezando por Ohly, que se dejaron llevar por delante por una especie de terrorismo semántico, históricamente anacrónico, e inconsistente, no supieron desenmascarar la maniobra diversionista y divisionista que estaba detrás de la operación. El asunto llegó hasta el Parlamento donde el vapuleo siguió por parte de los partidos llamados burgueses y también de los socialistas -otra manipulación aberrante del sentido de las palabras- que más por aviesa intención que por ignorancia que también hay mucha entre los informadores circulan como moneda corriente sabiendo que son falsas. Please, Göran Persson, no sigas llamándote socialista fue la respuesta que algunos esperaban a la apelación formulada con tono de apariencia paternal por el primer ministro a Ohly. Este, un mérito a su favor, no cedió al chantaje y reinvindicó su derecho de adhesión a los principios del comunismo junto a su rechazo a las deformaciones del modelo soviético. Pero claudicó al aceptar el mote de dictadura al sistema cubano que cuenta con el 90% del apoyo de su pueblo pese a las penurias causadas por 45 años de bloqueo y guerra en todos los frentes, declarada por el imperio y sus vasallos de la Unión Europea.
Como muestra de la objetividad e imparcialidad política a que está obligada por ley la televisión oficial, el episodio ha sido muy ilustrativo. Creo que hubo un error de cálculo en la Operación McCarthy. A casi dos años de las elecciones y antes las perspectivas bastante sombrías que aguardan al mentor de las derechas del mundo, el imperio de Bush y su banda, cualquiera sea el resultado de las elecciones seudodemocráticas en este país, el episodio montado aqui estará sumergido en el olvido ante los nuevos acontecimientos, para cuando tengan lugar en Suecia nuevas elecciones. La Alianza para salvar a Suecia, seguramente estará en quiebra para entonces o disputando a muerte sus respectivas parcelas de poder, amenazadas por el desequilibrio entre el peso de cada uno. /Leo
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