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Con José Estay Jeldres |
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escribe José Pepe Alanís Es posible de que la amistad que nos une, hiciere más accesible la conversación, pero no obstante a través de la misma- pudimos ahondar en la personalidad del entrevistado, hasta lograr descubrir ciertas zonas las cuales José Estay, prefiere no dejarlas aflorar a menudo. Si bien es cierto que desde muy joven comenzara su andadura socialista, la creación poética le interesaba mucho y de cuando en vez esbozaba algún poema, el cual lograba avergonzarlo, llenarlo de miedos, crearle inseguridades. Cuando le pregunto por su familia, su juventud, su militancia, Estay me observa en forma casi agresiva, como si los recuerdos pesaran como siglos y ensombrecieran su rostro, luego sus rasgos se van suavizando y dan paso a la sonrisa. Me explica entonces, sobre su numerosa familia, padre-titán en busca del sustento, madre-mayor formándolos a todos desde la abnegación y el sacrificio. El joven José Estay nació y creció en una Villa Rica tumultuosa, donde las voces y la lucha del pueblo mapuche, eran las evidencias cotidianas de los derechos mancillados, la humillación, la expoliación, la muerte. José comienza sus estudios primarios en una escuela de Catripulli en la localidad de Loma Cortada, -por aquella época a los que no éramos indígenas nos denominaban huincas (blancos). Eramos solamente 14 huincas, quienes teníamos que hacer buena letra, entre los condiscípulos mapuche, como para lograr una comunicación armónica y crecientemente integracional -por unos instantes José Estay se detiene, mira hacia arriba, como buscando un punto distante en sus recuerdos y agrega: ahora que lo pienso, creo que, haber crecido en la dureza de una vida injusta e indigente, en la cual compartíamos todo casi de manera natural nos haya ido formando a muchos de nosotros en las actitudes del compromiso y la solidaridad. Y hoy en día, donde proliferan los intereses de ponerle un rótulo partidista a toda tarea solidaria, -me refiero al exilio- me queda aún más claro de que el compromiso solidario debiera retomar aquellas vivencias transparentes de cuando éramos huincas (blancos) y mapuche, compartiendo las aulas escolares y la merienda magra entre todos por igual. Le pido me explique eso de los rótulos, a lo que José agrega: ¡Claro mi hermano! los chilenos estamos desparramados, divididos en infinitas tiendas, cuidando nuestras estériles parcelas que nos sectorizan. Cuando conmemoramos nuestras fechas políticas, nacionales, recordatorias, por los desaparecidos, por los presos, por los torturados, por Neruda, etc. cada sector partidista pretende ser el propietario de cada una de estas instancias, olvidando que las mismas son parte de la historia chilena, del pueblo chileno, de la gente en general, y no de una divisa, ni de un partido. Yo soy socialista, pero jamás hipotecaré mis actitudes solidarias y mi compromiso por el pueblo de Chile, como si todo fuera propiedad absoluta del partido con el cual me siento identificado y al cual sigo perteneciendo. La tan necesaria unidad ha pasado hace tiempo, a ser una figura retórica, a la cual muchos utilizan en circunstancias de puntual conveniencia. El hecho militante, la actitud solidaria y el compromiso ante nuestra historia reciente, debería hacernos elevar una sola bandera transparente, internacional y antimperialista. El entrevistado comienza a sentirse incómodo, se seca la frente, me observa, presiento de que le estoy pareciendo una especie de intruso, alguien que hurga, socava, indaga en su vida, en sus pensamientos. Pero la amistad que nos une, nos permite continuar con la nota y es cuando aprovecho a leer ciertos papeles que descansan sobre la mesa, casi como desechados. ¡Ésto no me lo habías mencionado! Son cartas, notas de agradecimientos, otorgamientos de diplomas, medallas, reconocimientos por las distintas tareas solidarias. Perú, Bolivia, Chile, el sur de Argentina... De pronto me dice: -No son más que papeles, notas periodísticas, pero en algún rincón del ego, siento que son estímulos, como cuando alguien lee un poema de mi autoría en voz alta, como cuando mi hija se queda observando una de las fotos que le muestro. No sé, ese es mi capital, yo soy eso, lo que hago, lo que sueño, no sé. Lo saco entonces de su ensimismamiento y me lo llevo imaginariamente- al Rålamshovsparken, al festival Kultur och Integration. Entonces me explica toda la ayuda que desarrolla la comuna de Kungsholmen, el Stadsdelsförvaltning, la incasanble Barbro Samuelsson a cargo del mismo parque, de cómo comenzó todo hace años, con muchos sueños y trabajo, con Makela Cvitanic, Dagoberto Cerna, y un largo etc.de poetas, escultores, pintores, músicos, artesanos, artistas en general que hicieron posible de que el mencionado festival fuera una trinchera cultural, integracional y solidaria. Hemos logrado apoyar -me dice- lo seguimos haciendo, un proyecto a través del cual se creó en la ciudad de Villa Rica en la zona mapuche-el llamado Comité de ayuda a la educación de Villa Rica, allí, Rosa Sandoval y Sandra González coordinan, educan, forman y procesan todo el trabajo del mencionado comité. Se han organizado eventos deportivos, entre ellos el llamado Campeonato club Deportivo Afunalhue Chile-Suecia, se han enviado calzados deportivos, vestuarios, pelotas, redes, artículos escolares. En fin; todo lo necesario para impulsar el deporte y la educación en esa zona. Se continúa trabajando, se han enviado máquinas de tejer y de coser, sillas de ruedas, ropas. Será inaugurada una biblioteca popular; hemos tomado un impulso irrefrenable para cubrir en parte, tantas necesidades en la zona. Por todo ésto es realmente importante lo desarrollado en el parque, año tras año, esfuerzo este no ha de cejar en sus propósitos. El próximo año 2005, gran parte del festival estará a cargo de los compañeros bolivianos que integran la asociación cultural Fraternidad morenos quienes entre otras cosas mostrarán un espectáculo de su carnaval, sus danzas, sus comidas típica, sus tradiciones. Se emociona mencionando a los grupos e instituciones que apoyan el festival, Liberación, rodelu.net, Nueva América, Huelén, y una infinidad de radios de cercanía y asociaciones culturales. Después terminar con las preguntas que tenía que hacerle a José Estay para esta nota, continuamos hablando con este hombre singular, preocupado, poeta y fotógrafo permanente, militante de sueños y futuros, trashumante latinoamericano que supo andar por Perú, Bolivia; en Argentina, donde un día, dio con sus huesos en la cárcel de Sierra Chica. Allí conoció entre otros compañeros- al fallecido tupamaro uruguayo Andrés Cultelli, dialogó con él y con otros. Los temas eran los de siempre; las injusticias sociales, los poderes de turno, la llamada operación Cóndor, en fin; los problemas aún vigentes en nuestra vida y en nuestra memoria histórica. Lo último que afirma José Estay, suena definitorio: -Jamás permitiré que en las instancias solidarias en las cuales me muevo, pretendan maniobrarme y/o estafarme las fuerzas y los objetivos, continuaré ahuyentando dogmas, oscurantismos e intereses de manejos partidarios. Nuestros pueblos aún sojuzgados e indigentes, entienden cada día más, de que la salud, la alimentación, el trabajo, el techo y la cultura, son derechos por los cuales hay que luchar, derechos usurpados por los poderes, derechos que han de ser para todos, más allá de banderías y sellos pretendidamente indelebles. Vuelve Estay a fruncir el ceño y a ponerse serio. Prometemos encontrarnos en Villa Rica el próximo mes de enero. Entonces me despido con un abrazo, que me acepta, porque vuelve a reconocerme como el amigo de entonces y sonríe; ¡que es otra forma de la solidaridad cotidiana y necesaria! |
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