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15-Octubre-2004

 

Medios y manipulación
El retorno de McCarthy

 

A contrapelo del más mínimo sentido del tiempo histórico, de la profesionalidad y el decoro periodístico, la televisión estatal sueca ha invertido todo el «talento» de sus informadores en una campaña anticomunista. Especialmente centrada en la persona del secretario general de dicho partido Lars Olhy que no reniega de su condición de comunista en el sentido de adhesión a los principios que dieron origen a ese movimiento político. Toma distancia sí de su antigua defensa del modelo soviético. La exhumación de estos viejos fantasmas se originó en un programa de investigación de las relaciones del entonces Partido Comunista sueco con los dirigentes soviéticos y de otros países del Este europeos de la época. Más allá de la pertinencia histórica, cuando hay problemas contemporáneos de enorme significación para el mundo contemporáneo, siempre es saludable la investigación del pasado cuando se realiza con un criterio científico y de objetividad, lo que no aparece muy claro en este caso.

A partir de ahí el programa Uppdrag Granskning y luego todos los demás medios han concentrado durante dos semanas toda su atención en la supuesta incompatibilidad entre la condición de «comunista» de Olhy y su liderazgo de un partido democrático y muchos menos la ser parte en la coalición de gobierno. Con un desconocimiento histórico ese si incompatible con la función del periodismo y una mentalidad que envidiarían los inquisidores que mandaban a la hoguera a los disidentes de los dogmas de la Iglesia Católica, los «periodistas» de la televisión y de los diarios han acosado a Olhy. Enarbolando los conceptos de Democracia y Dictadura sin el menos análisis, (Pinochet dijo actuar para salvar la democracia y el disidente soviético A.I. Solzenicyn, Premio Nobel de Literatura defendió a Pinochet lo mismo que la «demócrata» Margaret Thatcher). Naturalmente los demás medios «democráticos» se sumaron a la cacería. Lo que no debe sorprender. Pero que la televisión «servicio público» que los ciudadanos contribuimos a solventar para recibir información objetiva veraz y no partidista, haya promovido la campaña es un verdadero escándalo. Y sorprendente el silencio de los intelectuales ante una actitud tan reaccionaria, extemporánea y peligrosa. Los objetivos de ella son varios. La derecha sueca, que de «civilizada» sólo tiene la apariencia, ha fomentado sistemáticamente un adoctrinamiento irracional contra «el comunismo» que ha castrado la posibilidad de cualquier análisis critico de los fenómenos históricos, en varias generaciones suecas.

Uno de sus objetivos actuales es romper la colaboración del gobierno de Persson con el Partido de Izquierda y, seguidamente provocar la división dentro de este último partido. Un viejo método recomendado hace siglos por Maquiavelo. Desgraciadamente hay muchos oidos receptivos, renegados o infiltrados dispuestos a entrar en ese juego. La irrupción de la «banda de los cuatro» partidos «burgueses» dispuestos a relevar a un Göran Persson que ya no parece servirle a la derecha, se vería favorecida por la quiebra dee la coalición. Ahora algunos socialdemócratas «moderados» piden esa ruptura

En otro orden de cosas la campaña distrae al público sueco del posible cierre definitivo de la planta de SAAB en Tröllhättan que significaría la pérdida de miles de puestos de trabajo; o de las matanzas cotidianas de los misiles «selectivos» de la aviación de Estados Unidos en Irak, de la matanza de niños palestinos por los ejércitos de Sharon, el informe de los propios «americanos» sobre la inexistencia dee las armas invocadas para perpetrar la guerra contra Irak y también de los prisioneros de la base de Guantánamos,otro crimen contra la humanidad perpetrado por el imperio que nueestros informadores enzalzan como ejemplo de democracia./Leo



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