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15-Octubre-2004

 

Los niños del capitalismo

 

escribe Cándido

El Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), acaba de dar a conocer un informe sobre la situación de los niños en los países excomunistas del Este de Europa y de Asia, que revela que 14 millones de niños viven en condiciones miserables. Esta situación había sido denunciada por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo Humano, en un informe del año 1997, con referencia a la ex Unión Soviética, en los años que siguieron a su colapso. Lo dramático es que lejos de mostrar una tendencia a revertir la situación esta se agrava permanentemente. Solamente en la ciudad de Moscú cuatro millones de niños tienen la calle como hogar. La explotación sexual, laboral, el desamparo familiar, las drogas , constituyen el entorno en que transcurre su segura corta vida.

Durante la existencia de los regímenes comunistas, todos esos niños tenían un hogar con padres que tenían un trabajo, iban regularmente a la escuela y su salud estaba atendida. De acuerdo a los principios de una sociedad socialista que por definición debe ser humanista y solidaria, para lo cual no deben existir explotadores. Hubo también un lado oscuro en esas sociedades como consecuencia de deformaciones y subversión de los principios en materia de derechos y valores humanos, que culminó con el divorcio entre la elite dirigente y el pueblo, que condujo a su progresivo deterioro y al colapso final. Ningún proyecto político puede llevarse adelante sin la participación activa de todos los sectores de la sociedad.

Una camarilla de líderes renovadores, emprendieron con el aplauso de las democracias de Europa occidental, la tarea de desmantelar las anteriores estructuras sociales, en nombre de la modernidad y la democracia. Verdaderas mafias rapiñaron lo que había sido un patrimonio colectivo, privatizaron todo lo que pudieron y se ingeniaron para convertirse en propietarios de las nuevas empresas. Contaron para esa inicua tarea con la colaboración de asesores, expertos en planes económicos neoconservadores, como el profesor sueco Anders Åslund, que colaboró con el alcohólico y corrupto Boris Jeltsin, el primer representante de la era democrática de economía de mercado. Le recomendó, faltaba más, una cura de caballo para arreglar la economía de Rusia. Carga por ello sobre su conciencia, si es que la tiene, con muchas muertes y mucho sufrimiento.

El cuadro de la ex-Unión Soviética se repite invariablemente en Polonia, Rumania, Chequia, Hungría, etcétera. Gobernantes corruptos, relacionados con los círculos financieros de occidente, particularmente de Estados Unidos, han sumido en la miseria a millones de individuos, entre los cuales se encuentran los millones de niños que contabiliza UNICEF. Todos ellos han sido bienvenidos por la Unión Europea que, curiosamente mantiene congeladas sus relaciones con Cuba y apoya a los disidentes financiados por Estados Unidos para liquidar por cualquier medio el régimen de este país. Una dictadura en la que no muere un solo niño por desnutrición o mala atención de su salud, ni tiene un sólo niño analfabeto o entregado a la prostitución.

El informe de UNICEF, llega en un momento oportuno cuando en Suecia ha renacido una ola de anticomunismo montada por los medios contra un dirigente del Partido de Izquierda, por no haber renunciado a seguir llamándose comunista en armonía con los principios que dieron origen a dicha doctrina, que difiere radicalmente de las deformaciones cometidas por los dirigentes soviéticos en su apli-cación. Los niños sumidos en la miseria, en la que sólo les espera la muerte prematura, la enfermedad y el crimen, son los hijos del capitalismo. El sistema que defienden dichos medios.



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