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15-Octubre-2004

 

El evidente progreso en Arturo Morales
Escenas de un país en guerra

 

escribe Juan Cameron

Con un escaso número de ejemplares de excelente factura gráfica, el poeta porteño Arturo Morales entrega su sexta obra, haciendo gala de un continuo desarrollo en el oficio. El texto fue presentado por su colega Gregorio Paredes, el pasado 24 de septiembre, en el Paseo Yugoslavo de la ciudad portuaria.

Escenas de un país en guerra es el sexto libro de Arturo Morales. Diseñado por el arquitecto Fernando Saavedra, se trata de un objeto gráfico de excelente factura técnica, si bien su encuadernación dificulta el manejo para la lectura. Con un tamaño de 18 por 28 centímetros, su portada -blanca en couché de alto gramaje- se interviene con un calado de 5 centímetros por lado, lo que permite ver el título en la primera página del ejemplar.

¿De cuál guerra nos habla Arturo Morales? puede preguntarse el lector. Es evidente, no de aquella inventada por los golpistas el 73; ni de la diaria supervivencia en este país convulsionado por la lucha contra la inflación, la pobreza y otras declaraciones oficiales. Se trata, simplemente, de todo aquello y de existencia en general, del combate por ser en nuestra precariedad e insignificancia.

De los catorce textos presentados destacan Escenas de una mujer en el bar y Escena al relato de mi madre, textos que nacen a partir de la experiencia visual y emotiva, bien trabajados por la memoria y según el ritmo natural de las palabras. Cuando Morales no fuerza el texto tras un resultado, alcanza con facilidad la poesía. Esta observación será necesaria tanto para leer su obra anterior, cuanto para producir la venidera.

Escenas de una mujer intenta reconstruir el arquetipo femenino a través de fragmentos de su experiencia, apoyados en la figura de aquella que ingresa reciente a la mirada: su espalda quiso mostrarme vuelos/ que la alquimia dejó abandonados bajo su piel. Pero todo esfuerzo es inútil, porque, nos dice, alguna vez desde mi cuarto les oí en alegres fiestas/ donde el público aplaudió el contorno de sus cuerpos/ con frases que no pude comprender.

El retrato del poeta fuera del juego se repite en varios de sus textos. La guerra ha sido un constante devenir hacia la derrota y aquel ha perdido relevacia y participación. Más bien, sentado en la mesa de cualquier poema/ miro por los espejos de la sala/ dulces notas guardadas en el piano/ que nadie ha vuelto a tocar. La realidad es un espejismo, la imagen de una imagen cuya realidad no registra. Se trata, como el título indica, de un hombre atado. Tras ese discurso vuelve a establecerse la precariedad como una queja propia a las más recientes generaciones. Sin embargo, a diferencia de los más jóvenes, Morales canta a lo perdido, no a una simple desesperanza en el vacío.

Escenas al relato de mi madre -una hermosa canción de despedida- contiene el sonido del réquiem en el repiquetear de los caballos que arrastran el cortejo fúnebre: agitan los crespones en los cerros del puerto/ las ancas maduras arrastran la muerte. La escena se dibuja a carboncillo, con breves y seguros trazos, para dejar memoria y señorío, libre de dramatismo y falso sentimiento.

Su alejamiento del contenido hace más fuerte el mensaje. El poeta se cuida de no recargarlo con datos meramente anecdóticos y de todo inútiles al lector. Evita cualquier catarsis, aunque las palabras de por sí entreguen esa misma vibración y hagan «sentir» al receptor el peso de sus significados. Así, al hablar de su hija- allá en el sur- nos dice con sencillez que su nombre para el mundo en el despliegue de mis manos/ es el escrito bajo la piel.

Nada puede denotarse en este país en guerra. La palabra es dañina, sospechosa. Sus versos una y otra vez reiteran esta idea. Así, el mar fuera de escena habla otro idioma, o he juntado olas en la playa que nunca vi, cuando no el mundo es Niebla la mirada y son mis ojos. Existe un imposible entre la palabra y lo indicado; para acceder a la realidad debe cruzar un puente destruido y que no existe.

Escenas de un país en guerra da cuenta de una mejor técnica en esta escritura en permanente desarrollo. Con perseverancia su autor ha sabido limar las asperezas del texto, limpiar muchas veces lo innecesario y acceder a un ritmo pertinente al tema tratado. Con todo, la búsqueda de una mayor eufonía, la regulación de los acentos a la entrada de cada verso y una elección aún más precisa de los términos, permitirían a este poeta porteño acceder a un reconocimiento público que, dada su trayectoria, bien ya merece.

El lanzamiento de Escenas de un país en guerra tuvo lugar el viernes 24 de septiembre, al mediodía, en la Plaza Edwards Bello, frente al Paseo Yugoslavo, en el Cerro Alegre, y fue presentado por el poeta Gregorio Paredes luego de un discurso introductorio del profesor y ex Alcalde, Sergio Vuskovic Rojo.
Arturo Morales Navarrete nació en Valparaíso, en 1964 y es asistente judicial. Con anterioridad ha publicado Cantos y danzas inmorales (1992), Extravíos (1997), 23 poemas itinerantes (1999), Oficio de alta costura y Smarrimenti del mondo (Extravíos del mundo, Italia, 2002), libro que obtiene el Premio Lolio della poesia, en Carpignano, ese mismo año.



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