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El mundo después de Sadam Hussein |
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escribe Leo Cuando escribo esta crónica todavía el presidente Bush no ha subido al trapecio más alto del circo para mal leer las trivialidades y mentiras que sus asesores le suministran. En todo caso cabe esperar que no recurra a la reiterada necedad de que «el mundo está mejor sin Sadam». Una necedad que el lugarteniente Tony Blair, el «extinto» José M. Aznar y destacados columnistas de la prensa «libre» han seguido repitiendo. No es necesario argumentar sobre la pertinencia del uso de la palabra necedad. Basta simplemente escuchar o leer las noticias de cada día. Particularmente de estos días, la promesa-presunción de un «mundo más seguro» aparece categóricamente desmentida. El contraterror como respuesta desesperada a los crímenes del imperio en Aganistán, Irak o el Cercano Oriente, seguirá activo mientras no desaparezcan las causas que lo provocan. Después del 11-S los «ideólogos» imperiales quisieron «vender» la teoría de que unos asesinos fanáticos quisieron descargar su odio contra la «libertad» y «seguridad» del «pueblo americano». Y que todos los demás pueblos del mundo estamos amenazados de la misma manera. Los pusilánimes gobernantes europeos «compraron» esa mercadería falsa, muchos de ellos a sabiendas y se apresuraron a aprobar leyes, antidemocráticas y a caminar hacia Estados policiales. El 11-S, como el reciente atentado de Bersheva, Israel, o del metro de Moscu, tienen causas políticas . En el caso de Estados Unidos por su historia de crímenes contra la humanidad, por su inconmovible alianza con el Estado genocida de Israel para perpetuar la ocupación de las tierras palestinas, en abierto y persistente desacato a resoluciones expresas de las Naciones Unidas, y naturalmente como factor detonante, por la agresión a Irak. Los países europeos que han sido víctimas del terror, como fue el caso de España, lo fueron porque un gobernante servil al imperio decidió, contra la aplastante mayoría de su pueblo, ser cómplice activo de la agresión a Irak enviando soldados a la guerra. Ese mundo de terror y contraterror que ha generado la estrategia imperial y sus vasallos, en la que unos quieren oprimir y saquear, bajo las banderas de la «democracia» y la «civilización», como ha ocurrido siempre y otros se resisten a ser sojuzgados y despojados de su patrimonio, conduce inevitablemente al caos globalizado en que vivimos.Y a la exacerbación del fanatismo y el desprecio por la vida humana como corolario, que golpea a muchos inocentes. Observar la gigantesca farsa que tiene lugar estos días en el Madison Square Garden de Nueva York, con personajes como Bush, el exalcalde la ciudad, Rudy Giuliani, el racista ultra reaccionario senador por Arizona John McCain o el microcerebro actor Arnold Schwarzeneger, convertido en gobernador de California, y contrastarla con la realidad descrita líneas más arriba, resulta una pesadilla. Y el que millones de «americanos» se traguen la píldora de que Bush es la garantía de su seguridad, es simplemente un prueba macabra de lo que puede hacer la propaganda para sumir en la ignorancia a tantos. Por suerte afuera del circo, en las calles de la ciudad, una multitud de ciudadanos de toda condición, repudian al circo, a los payasos y las bromas de mal gusto que le están gastando al mundo. Son la esperanza del germen de una nueva conciencia. |
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