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Lucha por el petróleo |
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Pese a que desde principios de este año distintas organizaciones defensoras de los derechos humanos han denunciado la grave situación humanitaria en la provincia de Darfur y han acusado a las milicias pro gubernamentales de realizar un genocidio al emprender una "limpieza étnica" contra sus habitantes, las Naciones Unidas y las grandes potencias han reaccionado con cautela y solo a fines de julio presionaron al gobierno de Jartum para que detenga los ataques a la población civil, permita el ingreso de ayuda humanitaria y comience a aliviar la situación de más de 1,5 millones de refugiados. Los motivos del conflicto no aparecen claros en un primer momento y las actuaciones de las principales potencias así como las informaciones noticiosas confunden aún más las causas del enfrentamiento del gobierno central contra el movimiento independentista de esa provincia, anexada a Sudán en 1917. El esquema repetido muestra un supuesto enfrentamiento entre los gobernantes árabes musulmanes y los habitantes negros y católicos de Darfur. Sin embargo, esta simplificación del problema es solo un reflejo pálido de una realidad más compleja, ya que también en el sur, donde está la mayoría de la población negra, se profesa el islamismo, el cristianismo y otras religiones africanas. Otros apuntan a las diferencias entre los árabes del norte -ganaderos y nómades- y sureños negros y agricultores, enfrentados por la posesión de la tierra. Finalmente se apunta también al siempre latente deseo independentista de Darfur desde que fuera incorporada al reino de Sudán a principios del siglo XX. Lo que no se menciona mucho es que detrás del respaldo a cualquiera de las fracciones enfrentadas, está en interés en acceder a los recursos petroleros en el país, hasta ahora casi inexplotados y que cobran singular relevancia en un mundo que puede enfrentarse al fin de las reservas de hidrocarburos en no más de 30 años. Desde que el tema de las matanzas en Darfur y la crisis humanitaria en los casi 1,5 millones de habitantes intentó presentarse en las Naciones Unidas, los gobiernos de Estados Unidos, Rusia y China han buscado quitarle escenario internacional al conflicto y negociar directamente -por separado- con el gobierno de Sudán. Una historia de intervenciones Las diferentes administraciones de Estados Unidos han estado siempre interesadas en influir en Sudán. En los años ochenta, la firma estadounidense Chevron invirtió mil millones de dólares en prospecciones de petróleo en el sur de Sudán. Hasta después de la caída de Nmeiri en 1985, los EEUU respaldaron al gobierno sudanés para promocionar su petróleo y sus intereses estratégicos. Los EEUU mantuvieron la asistencia y aliviaron a deuda a Sudán, a la vez que estaban llevando a cabo una cada vez más destructiva guerra en el sur, más que la actual en Darfur. Pero en 1989 la Guerra Fría terminó, y a la vez, el movimiento islamista de Omar al-Bashir tomó el poder en Sudán. Chocaron con los EEUU porque rehusaron apoyar en 1991 la guerra con Irak. Los EEUU respondieron deteniendo la ayuda con alimentos en una época de hambre desesperada. Desde entonces, Sudán pasó a ser señalado como país 'terrorista'. Pero, el interés en las reservas de petróleo pudo más. Poco después, la administración de Bill Clinton comenzó a hacer tratos con el gobierno para explotar sus reservas de petróleo. La política cambió otra vez después de los atentados con bombas en las embajadas de EEUU en Kenya y Tanzania. En 1998, Clinton anunció que Sudán estaba ayudando a los terroristas y lanzó un ataque de misiles cruceros sobre una supuesta fábrica de armas químicas. Sin embargo, sólo destruyó la única planta farmacéutica del país que producía el 50% de las medicinas y vacunas veterinarias del país. La destrucción de la planta de al-Shifa condenó a muchos miles de personas a la muerte, y los EEUU han rehusado hasta el día de hoy a indemnizar al gobierno sudanés o a los propietarios de la planta. Con la presión de las petroleras, el actual gobierno de Bush ha buscado otra vez mantener relaciones amistosas con el gobierno para limpiar el camino para más acuerdos petrolíferos. Eso sin abandonar la opción de intervenir directamente -con la excusa de la ayuda humanitaria- imponer una presencia militar, y con ello desembarcar a las petroleras y eliminar la competencia. Hasta muy recientemente EEUU evitaba toda mención a los disturbios en Darfur para no poner en peligro los acuerdos de paz entre norte y sur. En una visita a la región en junio, el Secretario de Estado Colin Powell, se negó a calificar la situación como de "genocidio". Poco después, tras los acuerdos de Sudán con Irán y China para la compra de armas, Estados Unidos promovió una resolución en la ONU que habilita a sanciones contra Sudán si el gobierno de este país no emprende acciones para resolver la crisis humanitaria en Darfur antes de fines de agosto. Si Jartum "no demuestra en 30 días el cumplimiento de su propio compromiso de garantizar la seguridad de la población de Darfur, el Consejo de Seguridad (de la ONU) decidirá qué hacer", dijo el embajador de Estados Unidos en las Naciones Unidas, John Danforth. En el texto no figura la palabra "sanciones" al ser objetado el término por China y Rusia. China y Rusia, ambos opuestos a cualquier sanción contra Sudán, tienen fuertes vínculos militares con el gobierno islámico y árabe en Jartum, mientras que Estados Unidos quiere tenerlos, de una u otra manera. Hace pocos días, el Departamento de Estado de Estados Unidos advirtió que vería con "grave preocupación" la confirmación de la proyectada venta de 12 aviones rusos MiG-29 Fulcrum a Sudán. "Sí, es un antiguo contrato. Sólo estamos cumpliendo las condiciones. No tiene nada que ver con la situación" en Darfur, declaró la cancillería rusa. La empresa estadounidense de análisis del mercado internacional de armas Forecast International concluyó en 2003 que el principal proveedor de equipamiento bélico de Sudán es Irán, que, además de sus ventas directas, financió compras desde China por 300 millones de dólares. Entre las compras sudanesas por esa vía figuran al menos cinco aviones de combate chinos F-6, así como tanques y baterías de artillería, según Forecast. Por otra parte, el gobierno sudanés tiene un importante respaldo en la capital. La pasada semana, poco más de 100 mil personas se manifestaron en Jartum contra el envío de tropas y la intervención extranjera en Darfur, mientras la Unión Africana (UA), anunciaba que proyecta aumentar su misión militar en esa ciudad del oeste del país. La protesta fue organizada frente a la sede de la Organización de Naciones Unidas por la Asociación de la Fe y la Patria -que reúne a varios partidos y políticos- que pidió a los sudaneses defender al país de las intervenciones militares de Estados Unidos, incluso con su propia vida. Los manifestantes portaban pancartas antiestadunidenses, y gritaban consignas contra el secretario general de la ONU, Kofi Annan, por su alineación a la política de Estados Unidos. "Annan, vergüenza, vergüenza", "Anann, cobarde" y "No a Estados Unidos y sus seguidores". Países como Estados Unidos y Gran Bretaña debaten la posibilidad de enviar soldados a Sudán. De hecho, Francia ya desplegó cerca de la frontera a 200 soldados estacionados en el vecino Chad. Los manifestantes entregaron al enviado de la ONU en Sudán, Jan Pronk, un memorándum en el que solicitaron a Annan una disculpa al pueblo sudanés por sus declaraciones en el sentido de que hay una catástrofe humanitaria en Darfur, al tiempo que condenaron la resolución del Consejo de Seguridad. El conflicto ha dejado más de 30 mil muertos y más de un millón de desplazados en Darfur, sobre todo como secuencia de la violación, saqueos e incendios llevados a cabo por las milicias Janjaweed, que el gobierno utiliza en un intento por suprimir la rebelión de pueblos no árabes. El Programa Mundial de Alimentos (PAM), prevé que el número de personas necesitadas de ayuda alimentaria prácticamente se habrá doblado en octubre y llegará a 2 millones, contra 1.2 actualmente. País rico en recursos Con dos millones y medio de kilómetros cuadrados y alrededor de 33 millones de habitantes, la mortalidad infantil alcanza el 78 por ciento y la esperanza de vida es de 53 años. Sólo el 37 por ciento de la población sabe leer y escribir. Las principales causas de muerte son malaria, disentería, tuberculosis, sida y desnutrición. En el castigado sur -205 mil kilómetros cuadrados y cerca de siete millones de personas- los enviados de prensa describen 'larvas que salen de las llagas de los pies; dos clases de moscas de picadura mortífera; un síndrome misterioso que provoca convulsiones en los niños y retarda su crecimiento hasta matarlos'. En esa región hay sólo tres cirujanos y un tenebroso récord: la llamada 'enfermedad del gusano de Guinea' -que prácticamente desapareció del planeta- registra el 80 por ciento de casos en todo el mundo. Sin embargo, Sudán es un país rico en recursos. Posee petróleo, cobre, uranio y la ganadería supera los 50 millones de cabezas (bovina, caprina y ovina). Cuenta con áreas fértiles bañadas por el río Nilo, donde se cosecha algodón (principal cultivo, con 40 por ciento de las exportaciones), caña de azúcar, dátiles, cacahuates, plátanos y sésamo. Pero la historia no ha sido generosa con este país. Primero padeció a los árabes y turcos que llegaban a la búsqueda de esclavos. Después, a los colonialistas europeos. Finalmente, a sus propios dictadores y señores de la guerra. Entre 1820 y 1822, Sudán fue conquistado por Egipto. A mediados del siglo XIX, los británicos se interesaron en su importancia estratégica para rutas comerciales a la India a través de recién abierto Canal de Suez y para limitar la influencia francesa en Africa. En 1880, el país cayó bajo el control anglo-egipcio. Después de la Segunda Guerra Mundial, Sudán fue causa de contiendas entre Londres y El Cairo. En 1952, ambas naciones aprobaron un referéndum sobre la independencia, que finalmente llegó en 1956. Desde entonces, Sudán sólo vivió siete fugaces años de paz. Esa guerra olvidada entre el norte y el sur dura cuatro décadas y ha causado, desde 1983, más de un millón de muertos y casi tres millones de desplazados. |
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