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16-Julio-2004

 

Fuego poético y solidario

 

escribe José PepeAlanís

Skargeko es el seudónimo literario del poeta Oscar Pérez, oriundo de Entre Ríos en el litoral argentino. Personalmente hemos sabido conocerlo y valorar su bonnomía, tanto como su compromiso por las causas humanas y sociales. Supimos además leer su Octógono de la alquimia, libro en el cual rescata el autor, vivencias y recuerdos de una juventud universitaria, soñadora y militante.

El presente libro Llamas de la hoguera, comienza con una suerte de prólogo Igneo, en el cual Silvia Uriarte explica de como surgió la idea de esta edición, el contacto con el grupo de apoyo a Crysol en la ciudad de Västerås y el asumir una actitud solidaria a partir del libro, puesto que la recaudación total del mismo, será destinada precisamente a Crysol, institución que en Montevideo-Uruguay, nuclea a compañeras y compañeros ex presos/as políticos/as. En esta campaña literaria y solidaria, participan además los compañeros integrantes del Grupo Argos de Estocolmo, quienes también apoyan a Crysol.

Es menester retornar al libro en cuestión, para atrevernos en sus páginas acercarnos a sus primeros fuegos, donde el poeta retorna a la niñez cuando menciona el soplo de mis versos avivando la infancia en la hoguera del recuerdo..., o cuando en su grithogera anda tras de su Caperucita roja el juego argentina el bosque felíz los políticos y gobernantes corruptos el lobo feroz y que se vayan todos, o cuando Irak en la Mesopotamia insurrecta sacude la cuna de nuestra cultura y tormenta de arena de nuestro tiempo estampa en la cara de invasores fallidos el rigor de la historia en estos desiertos.

Luego nos llega un tormento para la hoguera y muerte de Pablo Neruda donde el autor usa las minúsculas como para sacar del fuego innecesarias mayúsculas por el poeta grande y multiplicado en su estatura internacional y nerudiana. Continúa luego con sus centelleos, soplando llamas para Walter, hallando el evidente polvo de la hoguera como un código definitorio del destino, luego en sus chamuscados y de cuarta habla de los malandrines viciados en su propio engaño, rebaño de corderos biomanipulados y reciclados.

Ofrece luego una hoguera a nuestro querido Mario Benedetti, donde menciona situaciones, hombres y vivencias, con la sangre de Sendic por las paredes. Luego nos lleva casi a la nostalgia de las tangueces en su aladino donde nos menciona la rubia linda de la calle Florida, el empleado del banco de provincia y la chica de la butic.

En fin, desandar estos fuegos sin quemarnos, intuir las llamas calcinantes y separar calideces casi cómplices entre las llameantes lenguas metafóricas del poeta; nos exige andarnos entre humos nostalgiosos, llamas femeninas, restos encendidos, algún calor guardado, o la evidente chispa del incendio, donde las llamas de los celos suelen quemar en forma amarga, hasta ubicarnos entre las manos el necesario leño para lograr una cocción que pretende el amor entre otros sabores de la vida, nos explica mis desacuerdos o desencantos soplando llamas para jorgelina con su capacidad de mujer tan grande y tu cuerpo diminuto, hasta finalizar preguntándose ¿que pasa?, cuando percibe su espalda derretida herida de frío no obstante los tantos fuegos crepitantes.

En esta hoguera por la cual pretendimos transitar sin quemarnos, gritan no obstante toda una historia de inmolaciones, rabias candentes, quemaduras en la historia del hombre que sobrellevamos, memorias rojas, amores fogosos, cálidos y quemantes, llagas perennes, lenguas danzantes y soles altísimos donde el dolor y las esperanzas, son una suerte de rescoldos, brasas, ascuas aún vivas, esperando el soplo necesario para retornar al misterio de la llama.

Que la literatura sea una concreción creativa, ya es loable; pero lo es aún más, cuando toda esta tarea se proyecta a la solidaridad, hacia este Crysol en el cual confluyen los distintos fuegos ideológicos, de tantas mujeres y hombres los cuales transitaron desde su convicción y compromisos, por los tortuosos caminos dictatoriales donde los monstruos glaucos supieron sembrar de horrísonas llamas flamígeras.

Saludamos al poeta, al amigo, al hombre comprometido, crecido en la ternura como para adquirir la estatura necesaria y lograr una vez más, encender el fuego creativo y solidario.

Salud! Skargeko, entrerriano e internacional, estocolmense y basavilbasino, por vos elevamos una copa llameante como para bebernos a tu salud Oscar Pérez, de un solo trago, toda la calidez de tu actitud en torna de esta hoguera compartida!.



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