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04-Junio-2004

 

Catástrofes naturales, políticas criminales

 

escribe Leo

La tragedia provocada por las inundaciones en Haití y República Dominicana -un número incierto de víctimas mortales, devastación de las viviendas miserables y sus enseres igualmente míseros, ha mostrado con toda crudeza la orfandad en que se encuentran los pueblos latinoamericanos. (Es imposible no comparar ese desamparo con situaciones similares en Cuba, donde en una noche se han evacuado cientos de miles de habitantes de ciudades amenazadas por huracanes, sin perder una sola vida.) Frente a esta catástrofe natural que por su frecuencia y creciente virulencia no puede dejar de vincularse con el llamado efecto invernadero, quedan también en evidencia las políticas criminales que en nombre de la democracia y con el apoyo de la Unión Europea y Estados Unidos se aplican en aquella región y en toda América Latina. La mayor violación de los derechos humanos, que es la miseria, la indiferencia de las autoridades, en evidencia en las imágenes y en los comentarios de los medios que informan desde el lugar de la tragedia, campea a lo largo y ancho del país. Haití y República Dominicana, fueron y son feudos de los Estados Unidos. Haití, donde el promedio de vida es de 45 años y la mortalidad infantil de 117 por mil, estuvo ocupado por fuerzas de aquel país, entre 1915 y 1934. Después dejó en el poder vitalicio a los Duvalier, padre e hijo respectivamente. Recientemente instrumentó (la administración Bush) un golpe de Estado y expulsó del país al presidente legal Jean Bertrand Aristide.

República Dominicana ha sufrido a lo largo de la historia la cercanía siniestra del amigo americano y su presencia armada entre 1916 y 1930. Dejaron en su lugar un dictador sanguinario, Rafael Leonidas Trujillo, al que después la CIA se encargó de eliminar. Cuando Juan Bosch ocupó constitucionalmente el gobierno y quiso preocuparse por hacer un poco de justicia, fue derribado por un golpe de Estado. En 1963 los marines sofocaron a sangre y fuego una insurección popular que intentaba restituirlo en el gobierno.

Ambos testimonios ilustran inequívocamente sobre la lucha de América por llevar la democracia y la libertad fuera de sus fronteras. El mismo noble afán con que emprendió la cruzada contra el terrorismo, que naufraga estrepitosamente cada día en Irak con perspectivas cada vez más sombrías. Y no solamente para el imperio.

Más claro agua

Un titular del mayor diario de España, El País del 27/05 decía textualmente refiriéndose a Argentina: Kirchner presenta una Argentina con más estabilidad pero con la deuda sin pagar. Le faltó agregar que mientras los países latinoamericanos tengan que dedicar entre el 30 y el 50 % de sus ingresos a pagar los intereses de esa deuda que sólo sirvió para enriquecer dictadores y a gobernantes demócratas corruptos, y que ya ha sido pagada muchas veces, no habrá estabilidad, desarrollo ni democracia.

De vuelta a la nada

José María Aznar, el hombrecito de quien ya nadie se acuerda fue entrevistado al término de su gobierno por un canal de la televisión sueca, declaró que desea que su amigo George W Bush sea reelegido presidente el próximo mes de noviembre. Dijo también que con el terrorismo no se negocia sino que se le aplasta. Algo que su amigo intentó hacer con todo su arsenal (aplastarlos) y por eso ahora se ve obligado a negociar. Y volvió a repetir la necedad de que el mundo está mejor sin Sadan. Una opinión que sólo comparten Bush y Blair.



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