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Cuba, EE.UU, la UE y los medios |
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escribe Leo El pasado día 30 entraron en vigor las medidas aprobadas por la Administración Bush contra el gobierno y el pueblo de Cuba. Estas prohiben las remesas de dinero de los cubanos residentes en Miami a sus familiares así como también alimentos, medicamentos, ropas, utensilios domésticos, etc. Asimismo, limitan al mínimo los viajes de cubanos residentes en Estados Unidos a la isla, con severas sanciones para los «transgresores». Las razones invocadas, «acelerar un proceso de cambios demócraticos» en el país, son tan falsas, como las invocadas para declarar la guerra contra Irak. Los prisioneros iraquíes de la cárcel de Abu Ghraib, pueden dar fe de lo que significa la democracia a «la americana». La nueva agresión tiene motivaciones menos altruistas. Su objetivo es el de captar votos para la cada vez más improbable reelección de Bush. Descartado el sector terrorista del exilio cubano en Miami, la mayoría de los exiliados que un día se fueron por motivos económicos o porque no les gustaba el régimen socialista, pero que aman a su país de origen y a sus familiares, han protestado enérgicamente contra esta nueva agresión. Con lo que, la estupidez de Bush y sus asesores, puede tener un efecto contrario al buscado. La Unión Europea, cada vez más huérfana de pueblo, como lo demostraron las recientes elecciones para el Parlamento Europeo, no ha emitido ninguna condena y se negó a hacerlo en la reciente cumbre de Guadalajara entre Latinoamérica y el Caribe con la Unión Europea. Esta misma UE, tan «unida» que se «une» para nombrar presidente de la Comisión a un mediocre oportunista reconvertido del maoismo a sirviente del imperialismo, que por inocuo contenta a todos, es cómplice de la agresión a Cuba y agresora ella misma. En junio del 2003 decidió sanciones diplomáticas por «violación de los derechos humanos» con motivo de las rigurosas penas a «disidentes» en connivencia con Estados Unidos, y de muerte a tres secuestradores de una embarcación de pasajeros. Y las reiteró este año. Son los mismos «líderes» que se han callado la boca ante el genocidio sin término de Sharon y el ejército israelí contra el pueblo palestino. Que no dicen nada contra el gobierno de Fox en México, corroído por la corrupción y las mafias del narcotráfico, donde la pasada semana fue asesinado el periodista del semanario Zeta, Francisco Ortíz Franco, que los denunciaba, donde campea la inseguridad con secuestros cotidianos y asesinatos sistemáticos de centenares de mujeres. Tampoco contra Honduras, Guatemala, y muchos otros gobiernos del Continente, en los que el terror de Estado es pan de cada día. Pero se ensañan con Cuba, donde no hay un sólo niño que duerma en la calle o no vaya a la escuela. Tan indignos como estos «líderes» han sido los periodistas. El mismo día 30 un corresponsal de la Radio Sueca, reconvertido del troskismo a la «democracia», que desde su oficina en Santiago de Chile suele enviar crónicas de todo el continente, informaba desde La Habana sobre el agravamiento de la situación en la isla, pero sin una palabra de condena al bloqueo imperialista. Toda la responsabilidad es, según se señala en la crónica, del Estado cubano que se ha negado a «liberalizar» la economía. El imperio es lo que siempre ha sido. Pero estos cómplices, mercenarios o voluntarios, no tienen perdón. |
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