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Sin oportunidades los niños de todo el mundo seguirán creciendo sin el derecho a ser felices |
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Los problemas que afligen a nuestros pueblos de América Latina no los podemos solucionar individualmente pero hagamos algo por más pequeño que sea, como lograr ahora que los niños vuelvan a sonreír. Con estas palabras Luis Peña, miembro activo de la Asociación Niños del Futuro, comenzó a contar la historia de tres niños, que marcaron muy hondo en el interior de la organización, por su realismo. Y otros aportaron sus comentarios y anécdotas, al sostener que la esperanza y el amor -a veces- son suficientes para hacer de cada chico una persona digna. Cuando Miguel Henriquez llegó a Estocolmo en 2001, contaba con 15 año de edad. Su llegada se produce por gestiones de la Asociación Niños del Futuro a fin de promover un acercamiento con los niños que están bajo la protección de la entidad chilena Tierra de Esperanza. Miguel hoy es ya un joven que por cierto debe enfrentarse ahora a nuevos desafíos, y probablemente durante su corta estadía en Suecia, guardó en su interior los mejores recuerdos de una vivencia inolvidable. Experiencias con las que pudo personalmente comprobar que hay gente de buena voluntad que se preocupa por los niños víctima del maltrato social. Quienes en sus hogares albergaron a Miguel explicaron que cuando éste retornó a Chile, era otro muchacho. Más alegre, sincero y es más se esforzaba por ser comunicativo, pues "como que se sentía liberado de sus traumas", comentaron. Con ese mismo objetivo se hace posible en el 2003 también la llegada de otro niño chileno; Víctor Valencia de 14 años de edad. El relacionamiento de Víctor con los grupos familiares que posibilitaron su llegada a este país, según cuentan fue dificil al principio por su actitud. Al parecer la violencia estaba presente en su vida. Quizás él, a todos nos veía como una amenaza y protegía su vida de la intromisión, afectando su desarrollo psíquico o social. "Reservado y triste, para quienes somos padres esa conducta se refleja por los atropellos que han sufrido estos niños", comentó Luis Peña que observo a Víctor buscando siempre una oportunidad para poder participar con él en juegos y conversaciones. Sin embargo dice Perla Bromberg, las muestras de cariño han logrado desbloquear a Víctor. Su carácter asustadizo, tímido, pasivo desaparecieron con los días ante el estímulo social de los "tíos y tías" que le tomaron en cuenta para salir y pasear, para jugar y conversar , así fue también como nació una estrecha amistad con el niño sueco Oskar Åkerman. Pero la historia de Miguel y Víctor no termina ahí, pues hay otro, desde el interior de la Asociación Niños del Futuro, protagonista es el niño sueco Oskar Åkerman, considerado en la escuela por sus profesores un "värsting" (delincuente) concepto que no es apropiado para un chico que sufre de dislexia y cierto problema en su comportamiento. Ha tenido que ser Johnny Vergara, que trabaja en la misma escuela, el encargado de recuperar a ese niño de la marginación, él sí supo interpretar sus sentimientos, afectos o temores. Entre los tres a partir tales experiencias se fortalece esa autoestima y alejan sus síntomas depresivos, ahora que han dejado de ser niños, comprende más que antes que sin oportunidades, los niños abandonados de Chile y el mundo seguirán creciendo sin el derecho a ser felices. |
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