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21-Mayo-2004

 

Hay que liberar a Cuba

 

escribe Carlos Morales

Como parte de su angustiosa compaña electoral, salpicada por los 720 marines muertos en Irak, el presidente Walker Bush anunció, para delirio de la colonia cubana en Miami, que procedería a endurecer las reglas del embargo a la isla de Cuba con "el fin de procurar su libertad"

Con una desvergüenza solo comparable a la de sus altos militares en Bagdad que han enardecido al género humano con toda clase de crímenes y torturas a sus prisioneros musulmanes, Bush afirma urbi et orbi que "debemos liberar a Cuba" y para ello destinará millones de dólares a impulsar la disidencia interna, las invasoras Radio y TV Martí y la mafia mercenaria de Miami; a la vez que recortará el envío de divisas, reducirá los viajes de estadounidenses a la isla y estrangulará aun más el comercio entre las dos costas, distantes apenas en 90 millas. No dijo que invadiría este año -le faltó poco- pero su espíritu era el de un filibustero dispuesto a poner pie en tierra, si se lo permitieran.

La proclama del nuevo Walker difiere poco de la que escuchamos en marzo de 2003, cuando decretó la Gran Cruzada Quirúrgica por Irak Libre y luego de algunos ajustes semánticos, arrasó con esa nación en contra del criterio de Naciones Unidas y del mundo que, literalmente, le suplicaban que no fuera imbécil (Carlos Fuentes dixit).

A pesar del llamado universal, a pesar de la Carta de la ONU, a pesar de cientos de millones de humanos clamando por la paz en todas las ciudades del mundo, el filibustero de nuevo cuño cumplió con sus perversos deseos e invadió con 150.000 soldados la cuna de la civilización.

Mató prácticamente todo lo que se movía, destruyó y arrasó los sitios sagrados del origen humano, arrancó todas las fotos y relieves de Sadam Hussein y, al cabo de 30 días, declaró "el cese de hostilidades y el triunfo inobjetable de la operación". En ese mayo negro perecieron 200 soldados yankis, millares de civiles iraquíes y Bush dio por "liberado a Irak" ante un inmenso pavo de plástico que nadie mordió en su rápida visita al aeropuerto de Bagdad. Pero la guerra -por el contrario- apenas comenzaba.

Por cuestiones de coherencia semántica al nuevo periodo se le denominó la Postguerra, pero como el mundo ha visto, es ya más larga que la primera y ha originado más daños, inseguridad, terror y muertes, que la invasión, falsamente decretada "por un mundo más seguro".

En el tránsito de una a otra se olvidaron de Bin Laden; de las armas biológicas; del atrapado, humillado y ocultado Sadam; coordinaron con su Guardia Republicana; destaparon la mentira de Jessica Linch y la aberración de Guantánamo y, la cereza que culminó el caos, aparecieron las fotos y vídeos de la cárcel de Abu Gharaib.

En fin, Irak está literalmente destruido, el olor a muerte recorre Tikrit, Basora, Nasiriya, Nayaf y todas las ciudades sagradas y se expande al mundo en un horrible "choque de civilizaciones" que quizas Huntington llamó así para ocultar el afán agresor y genésico del transnacional-imperialismo moderno.

Así las cosas, en un globo más aterrorizado que el del 11 de setiembre del 2001, el arrogante vaquero de Washington se atreve a decir que se propone liberar a Cuba.

Cuba, el país con más alto índice de salud en Latinoamérica; con mejores servicios médicos y educativos; con menor mortalidad infantil; con todos los campeonatos olímpicos; con una población sin hambre según la ONU; con el mayor avance científico; con cumbres emblemáticas en los artístico y cultural. En fin, Cuba, la isla que en medio de 40 años de bloqueo repetidamente condenado por la ONU no solamente sobrevive y crece, sino que nos representa a todos en la heroica causa de la dignidad que nos inculcó Bolívar.

A esa Cuba, esbelta y gloriosa, que no se amilana ante el ejército más poderoso del mundo, es la que Walker Bush pretende liberar.

¡Sí, claro, hay que liberar a Cuba!

Hay que liberarla de las garras de este imberbe que, como todo el mundo sabe, ya liberó de convivencia pacífica a la antigua Babilonia, ese Irak que hoy se desangra y llora.

De esa liberación con cinismo, tortura, muerte y desparpajo, tenemos que liberar a Cuba, porque ahorita querrá liberar a Siria, a Venezuela, a Brasil, a Arabia&A Afganistán no porque ese ya está tan liberado como Irak.

Por eso, cada vez que un filibustero menciona la palabra libertad, hay que sacar la pistola&



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