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Autores para una próxima antología |
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escribe Juan Cameron Frente a una interesada visión acerca de la actual poesía chilena, es necesario establecer una lista de los mejores poetas menores de treinta años, más allá de los discursos, opiniones y de la insistencia de algunos medios de comunicación masiva. Mucho se discute, en Chile, en torno a las voces que representan lo mejor de nuestra poesía. Y, frente a los tiempos que vienen, pareciera justo nombrar a aquellos poetas menores de treinta años -los novísimos- con talento y mayores posibilidades de desarrollo. Para establecer los límites debemos fijar una fecha límite de nacimiento -el año 1975- sin por ello olvidar a quienes le preceden inmediatamente y que son, a lo largo y ancho del país -y en una lista presumiblemente incompleta- los siguientes: Armando Roa Vial (1966), Sergio Madrid (1967), Jaime Luis Huenún (1967), Adán Méndez (1967), Jesús Sepúlveda (1967), Gabriel Cereño (1968), Kurt Folch (1970), Germán Carrasco (1971), Yanko González (1971), Christian Formoso (1971), Alejandra del Río (1972), Javier Bello (1972), David Preiss (1973), Ismael Gavilán (1973), Osvaldo Ángel (1973), Santiago Barcaza (1974), Cristóbal Joannon (1974), Andrés Adwanter (1974) y Leonardo Sanhueza (1974). No se trata de una simple y tajante división cronológica. Quienes nacen a partir de 1975 integran una nueva camada de autores que brillan, muchas veces, con luces propias y ajenos a las tendencias observadas -por norma general- en la veintena de los citados anteriormente. La proposición de los novísimos requiere objetividad, tolerancia, buena lectura y la casi imposible condición de no contaminarse, como crítico, con la fuerte presión de muchos sectores interesados. En primer lugar, el escasísimo interés de los medios de comunicación sobre la cuestión creativa, salvo la farándula, se refiere en forma exclusiva a «casos» o «fenómenos» que puedan llamar al interés público por cuestiones ajenas a la literatura. La llamada «opinión pública» respecto a un pretendido gusto estético ha sido demasiado manipulada en los recientes treinta años como para tornarse confiable. El efecto Zurita -muy legítimo en sus comienzos- puede repetirse aún frente a poetas como Eduardo Llanos, Germán Carrasco y luego, a partir de este último, con Kurt Folch y Alejandro Zambra. Estos son casos a observar en su desarrollo, con muy distintas calidades literarias entre ellos; pero todos con una suerte de aparataje publicitario que, en mayor o menor medida, les ha sido favorable. Por otro lado la crítica menor, la crítica «maldita» emergida en forma anónima a través de las páginas web o del murmullo público, ha hecho su parte. Producida por la envidia, la ignorancia, la ausencia de lecturas y el cultivo de una estética, resulta insoportable respecto a estos autores y frente a otros cuantos destacados, como son los casos de Naín Nómez, José María Memet, Andrés Morales, Sergio Badilla y otros pocos agredidos por sus quince minutos de fama. Pero a esta falta de objetividad ha contribuido, con mucho, la pretenciosa y oscurecedora opinión universitaria. Frente a la posibilidad de establecer una antología de novísimos dentro de la poesía chilena, al parecer solamente seis nombres, por el momento, reunirían las condiciones necesarias. Y estos serían los siguientes: Rafael Rubio, nacido en Los Angeles en 1975. Reside en Santiago y pertenece a una estirpe de poetas junto a Alberto Rubio Cruchaga y Armando Rubio Huidobro, su abuelo y padre respectivamente, ya fallecidos. Alejandro Zambra, nacido en Santiago en 1975 y autor de un par de promisorios libros: Bahía inútil (1998) y Mudanza (2003). Zambra es además crítico literario de Las Últimas Noticias. Antonia Torres, nacida en Valdivia en 1975, quien publicara, en 1999, Las estaciones aéreas. Poeta de fuerte emoción, su trabajo ha sido recogido en numerosas recopilaciones del género. Damsi Figueroa, nacida en Talcahuano, en 1976, quien es autora de dos poemarios y se considera una de las voces femeninas más serias en las últimas décadas. Eduardo Jeria, nacido en Valparaíso, en 1977 y egresado de psicología, autor de Persona Natural, en 1999, cuya obra le ha significado la Beca de la Fundación Neruda y otros importantes reconocimientos. Y, por último, Karen Toro, nacida en Valparaíso, en 1980, y cuyo único libro, El silencio crece en el jardín (2002), ha llamado la atención de lectores y críticos consagrados, postulándose como una de las mayores creadores de la Quinta Región del país. Los autores novísimos pueden ser muchos. De hecho, cada provincia del país aporta con numerosos cultores. Pero frente a la opinión pública, a veces confundida por cuestiones que van más allá del género, es necesario precisar estos nombres. |
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