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07-Mayo-2004

 

Golpe de Estado... ¿para qué?

 

escribe Pedro Mariobo

Lo que quiere EE. UU. es que democracia sea sinónimo de respeto de sus intereses nacionales y de sus corporaciones transnacionales. Y si esto se pusiera en riesgo, recién vendría un golpe de Estado. Pero si el gobierno, la derecha y la oposición popular, siguen las mismas reglas del juego de la actual democracia, los EE.UU. impulsarían en Bolivia un golpe de Estado.

LA PAZ, Bolivia. Los teóricos del Golpe de Estado, afirman que se requiere liderazgo, viabilidad y justificación histórica. Pero esto es relativo: cuando los golpes son impulsados por fuerzas externas, como han sido la mayoría de los golpes en los últimos 40 años en Bolivia, el liderazgo se lo hace, la viabilidad es con la fuerza y la justificación, si no hay asidero real, se lo inventa. O sea que, en el marco de esta teoría, podríamos decir, que un golpe en Bolivia, en la actualidad, podría ser factible.

Qué piensan los verdaderos golpistas de afuera

El Gobierno de George W. Bush, está impulsando la caída de Chávez en Venezuela, intentó el golpe, le hizo huelga de empresarios con la complicidad del sindicalismo amarillo, ahora va por el referéndum revocatorio, después, quizás, retome la vía golpista, no descartamos esa vía ya ejecutada en Haití con la caída de Arístide.

Pero veamos si la experiencia venezolana y haitiana tienen alguna similitud con Bolivia. Primero que Mesa no es Chávez, tampoco Arístide. Chávez dispone de recursos (petrodólares) y Arístide no tenía nada pero tampoco se sometía ciegamente a los dictados del norte, porque es un verdadero exponente de su pueblo con niveles de consciencia antiimperialista.

Mesa no dispone de recursos ni tiene consciencia antiimperialista. Pero tampoco tiene una oposición fuerte; es más, tiene vinculaciones con el movimiento social y político que lo hizo Presidente. Y con las aspiraciones de Gobierno de ese movimiento social y político, por la vía democrática-electoral, lo que fue antes oposición, está jugando las reglas de juego de la democracia representativa. Y mientras esa expectativa tenga posibilidades por la vía democrática (y también ser derrotada democráticamente), no hay necesidad de golpe de Estado.

En estas condiciones la estrategia de los golpistas de afuera, es luchar en ese campo haciendo el juego doble: primero dando señales de que si se juega con las reglas de la democracia representativa, no habrá golpe; segundo, si antes de la contienda electoral, se la podría desarmar a la oposición, para qué golpe, puesto que un eventual golpe potenciaría mucho más a esa oposición democrática.

Antes que golpe hay otros intereses que se juegan "democráticamente"

El Proyecto de nueva Ley de Hidrocarburos, la venta de gas por seis meses prorrogables a la Argentina para captar recursos de emergencia, el anunciado Referéndum para junio, son elementos de la coyuntura que están pesando para descartar un probable golpe de Estado.

Por otra parte, lo más importante, es que la propiedad de los hidrocarburos no se está tocando. Se han incrementado progresivamente hasta el 2012 los impuestos para dejar intacta la propiedad del gas y los hidrocarburos. Esto deja claro, muy claro, que jugar a la democracia representativa, es respetar lo que se está haciendo democráticamente.

Eso es lo que quiere EE. UU. que democracia sea sinónimo de respeto de sus intereses nacionales y de sus corporaciones transnacionales. Y si esto se pusiera en riesgo, recién vendría la posibilidad de un golpe de Estado. Pero si Gobierno, oposición de derecha y oposición popular, están jugando las mismas reglas del juego de la actual democracia, los EE.UU. no moverán un solo dedo para impulsar un golpe de Estado.

Mesa el "centrista y equilibrista" ideal para la estrategia imperial del norte

La recomendación de la derecha es que sacrifique su "popularidad" para "gobernar". Y gobernar significa sacrificar a algún sector y colocarlo contra el Gobierno, que es lo que ha hecho Mesa con la venta del gas a la Argentina.

Si Mesa tuviera la consciencia de Arístide o los recursos propios como Venezuela, para hablar con mucha fuerza contra el modelo y el imperio como lo hace Chávez, recién podríamos ver a Mesa optando por una posición acorde con el mandato de octubre. Pero como no tiene nada de ambos, por eso su punto de partida para jugar el rol de centrista y equilibrista, es la defensa del sistema y del modelo que está explícito en el Proyecto de nueva Ley de Hidrocarburos y la política moderadamente seguidista de las políticas anteriores de Goni, Jaime Paz, Bánzer y Tuto a partir del predecesor Víctor Paz.

La "tercera vía" que propugna la derecha moderada internacional para salvar el modelo, los que pretender juntar lo mejor del capitalismo (la ciencia y la tecnología) y lo mejor del socialismo (el bienestar social), buscan justamente liderazgos pretendidamente centristas para que puedan equilibrar los intereses en pugna entre lo nacional y la globalización. Lo nacional se debilita con la globalización porque lo primero que pierde un Estado con la globalización es su soberanía. La soberanía, que reside en el pueblo, nos dice que hay que recuperar el control de los recursos naturales; la globalización responde que hay que vender el gas antes que pedir cooperación.

Lo nacional no puede materializarse sin tener el poder de autodeterminación soberana. La Globalización nos dice que todo Estado que no se inserta en la globalización se aísla y no puede acceder a los beneficios de la "cooperación" internacional (financiera, de mercados y tecnología, etc.). En esta confrontación obviamente el verdadero nacionalismo está en desventaja frente a las fuerzas globalizantes.

El movimiento social y político en la coyuntura

La verdadera coyuntura no es de golpe de Estado. La coyuntura se caracteriza por las protestas sociales por demandas insatisfechas: presupuesto universitario, reversión de los recursos naturales al Estado (hidrocarburos y gas), referéndum y/o constituyente, reivindicaciones del autotransporte y de los gremiales, pliego de la COB, etc.

Y la respuesta del Gobierno que no hay plata, que hay que reajustar los impuestos en forma general, reducir el bonosol, vender en condición de emergencia el gas por seis meses prorrogables, pone al Gobierno en la encrucijada y a Mesa en la necesidad de adoptar posiciones que vayan del centro a la derecha. Y como esto ya está sucediendo, no hay ninguna necesidad de golpe de Estado.

Esto no es más que un rumor que va con la cultura golpista de los núcleos de poder históricos en Bolivia, pero que no tienen ningún asidero real en la coyuntura actual.

La contradicción en la coyuntura es pues democracia representativa excluyente de la mayoría del pueblo versus democracia participativa donde el pueblo ejerza la soberanía de la cual es su titular.

Esta contradicción se concreta en la venta del gas sin recuperar la propiedad, o recuperar primero la propiedad para vender después y tener no solamente un leve incremento (progresivo) de los impuestos, sino toda la utilidad de la venta de nuestros hidrocarburos. La resolución será para recuperar la capacidad de toma de decisiones soberanas en beneficio de nuestro pueblo o para continuar la política entreguista del modelo.

La coyuntura muestra ya signos de su resolución: la venta de gas a la Argentina, el rechazo del Referéndum por el centro y sur de la "media luna" (Santa Cruz y Tarija) y el proyecto de Ley de Hidrocarburos elaborada por los actuales funcionarios del Gobierno (Ministro y Delegado Presidencial, Zarati). Esta tendencia pone al movimiento social y político en situación por demás contradictoria, o avanza o retrocede. No es la democracia en sí la que está en juego con golpe de Estado, son las formas de democracia las que se enfrentan para dar las mejores soluciones que espera el país.

Para aclarar un poco más la tendencia de la coyuntura, añadimos que el movimiento social lucha por reivindicaciones concretas, inmediatas; el movimiento político le da perspectivas estratégicas al movimiento social.

Empero, si el movimiento social y el político, a través del MAS, ambos están por la democracia representativa y por objetivos inmediatos y concretos, sin perspectiva de cambio estratégico, ambos, pueden concluir perdiendo una oportunidad para avanzar de la democracia representativa a la democracia participativa del pueblo.

Esperamos haber aclarado elementos esenciales de la coyuntura, para no dar crédito a los rumores que no hacen otra cosa que desviar nuestra atención de los verdaderos problemas nacionales y tal vez hacernos perder la perspectiva del movimiento popular.



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