Escribe Carlos Morales.
Sólo Georges Orwell y Eduardo Galeano, que conocen en tinta propia lo que es un mundo al revés y con las patas para arriba, serían capaces de explicar el discurso estadounidense sobre la paz bushiana en Irak, que deja ya 500 muertos yanquis después de la proclama de triunfo militar y dos bultos diarios de regreso a casa envueltos en franjas y estrellas.
Cuando el padre del actual arbusto gobernante proclamó el nuevo orden económico mundial acabada la guerra del Golfo Pérsico, alogunos pensaron que la riqueza inundaría el globo, no que los millonarios se englobarían el mundo y toda su riqueza. El petróleo se puso más caro, la riqueza se concentró en las metrópolis, Argentina y todo el subdesarrollo se desparramaron, Africa se desmanteló en hambre y las guerras se hicieron concentradas pero frecuentes.
Ahora, cuando en mayo 2002, el Walker saliente declaró su triunfo en Irak y anunció un mundo más seguro sin el terrorismo de Hussein y sin las armas de destrucción masiva que habían justificado la matanza, algunos esperaron quizás una paz más expléndida y una sangre menos derramada.
El resultado fue el mismo: a la proclama de la riqueza, la miseria, y a la proclama de la seguridad, la incertidumbre y la muerte. Todo salió al revés, patas arriba, como diría Galeano y si no que lo explique el palafrenero de Madrid, tras la tragedia del once más reciente.
El enriquecimiento fue solo para ellos y la tranquilidad ni siquiera para ellos, pues con todos sus lujos y millones, no pueden pegar pestaña, porque nadie sabe cuando revientan las ventanas del rascacielos o las tuberías subterráneas de sus mansiones. La venganza puede venir de cualquier parte. Los que sembraron vientos ahora nos tienen a todos cosechando tempestades.
El mundo, con los Bush y sus secuaces, se pone cada día más peligroso y más pobre, y es que no había razón para creerles.
¿Se podrá creer en los que siguen? ¿En Kerry, por ejemplo?
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