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19-Marzo-2004

La lección de España

 

La derrota estrepitosa, con total deshonor para el gobierno del conservador José María Aznar, tiene una importancia que excede con amplitud el marco español. Repercute en un grado por el momento imprevisible, en el escenario internacional más candente, la guerra contra Irak, en Europa que se libra de un lacayo de Estados Unidos que había conspirado contra sus aliados naturales, los países de la Unión Europea, y por último, en una enumeración no exhaustiva, en América latina donde la gestión de Aznar consistió en ser mandadero y ejecutor de la política de la Administración Bush contra los gobiernos que resisten la intromisión imperialista, principalmente Cuba, Venezuela, y en forma más solapada, contra los de Brasil y Argentina, y los movimientos populares activos como el de Bolivia.

El análisis de todos esos frentes no cabe en una crónica y seguramente nutrirá el debate político e ideológico en los meses venideros. Me limitaré en esta crónica a analizar las reacciones en Suecia de la elite de politólogos y medios de comunicación, " expertos" "doctores" en política española (graduados talvez en las "universidades" de Mallorca o la Costa Brava). Algunos de ellos, así como comentaristas internacionales de la televisión sueca, suscribieron desde el primer momento la rotunda afirmación del gobierno de Aznar respecto a la autoría del atentado terrorista en Madrid. Con ingenuidad(?) angelical, un comentarista del programa Aktuell, fundamentó su posición, en los datos proporcionados por la policía española! (El mismo periodista había viajado recientemente a Cuba para realizar una entrevista a mujeres familiares de los "disidentes" condenados con rigor por su probada conexión con el gobierno de Bush para conspirar contra el gobierno de Fidel Castro. Pero en esa oportunidad no le dió a las pruebas, más que convincentes, del gobierno cubano la misma credibilidad que a las de Aznar).

Realizada la elección con el triunfo del líder del PSOE, Jose Luis Rodríguez Zapatero, nuestros expertos fueron convocados a opinar. La mayoría, no pudo disimular lo mal que había encajado la derrota y la falta de capacidad crítica. Atribuyeron toda la responsabilidad de la catástrofe de Aznar, a la masacre de Atocha. Como si el pueblo español hubiera acudido a las urnas y cambiado su previsible decisión de votar al Partido Popular, en un momento de confusión. Casi ninguno hizo mención a la manipulación escandalosamente antidemocrática que el "democrático" gobierno de Aznar había hecho del atentado, como lo había hecho sistemáticamente durante toda su gestión, especialmente desde TVE. Nadie mencionó el grosero engaño a la comunidad internacional a través de proporcionar una información falsa al Consejo de Seguridad sobre la autoría del atentado.(Información que sus miembros también ingenuamente? dieron por válida y los llevó a convalidar la versión de que había sido ETA.)

En cambio los "expertos(as)" se refirieron a la "inexperiencia" de Rodríguez Zapatero para gobernar, a los problemas que va a tener para gobernar al no alcanzar la mayoría absoluta, a las "peligrosas" alianzas que deberá obligado a pactar, y, lo que más preocupaba a los expertos, el anuncio del nuevo gobenante de retirar las tropas españolas de Irak. Lejos de ver en esa decisión un acto de coherencia y responsabilidad hacia sus electores a los que había formulado esa promesa, quisieron presentarlo como una "capitulación" frente al terrorismo. Es la tesis sustentada en general por los medios suecos con raras excepciones. Nadie aludió que la guerra contra Irak se había "justificado" con hechos falsos, con mentiras y que las víctimas iraquíes de la agresión habían sido tan inocentes, y por cierto muchas más, que las de los "trenes de la muerte". La deducción es que nuestros "demócratas" informadores así como la mayoría de los "expertos" siguen apoyando a Bush y su catastrófica "cruzada" contra el terrorismo. Han tomado partido por los terroristas de un lado. Y eso es muy grave para nuestra sociedad. Estas actitudes son las que seguirán alimentando el terrorismo de los agredidos y humillados, en Irak, en el Oriente Medio y en cualquier lugar que el imperio intente actuar de policía. No la digna actitud, en este caso de Rodríguez Zapatero, de no seguir siendo cómplice de criminales de guerra.



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