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12-Marzo-2004

 

La vía muerta de la "Tercera Vía"

 

Escribe Cándido.

En la Declaración de Principios del XVIII Congreso de la Internacional Socialista celebrado en junio de 1989 en Estocolmo, se dice entre otras cosas lo siguiente: La internacionalización de la economía y el acceso generalizado a fuentes de información y nuevas tecnologías, si se someten a un control democrático, pueden sentar las bases de una sociedad mundial más dispuesta a la cooperación. La revolución tecnológica puede y debe ser una oportunidad para conservar el medio ambiente, crear nuevo empleo y liberar a las personas de largas horas de trabajo rutinario, en vez de ser una causa inexorable de inactividad involuntaria"

El Congreso, que coincidía con los 100 años de vida de la IS, los prolegómenos de la descomposición y caída del llamado socialismo real del Este de Europa, intentaba fijar las grandes líneas de la estrategia socialdemócrata para el siglo próximo. Coincidía también con el apogeo de la ofensiva de la globalización neoliberal iniciada a principios de los 80 que tuvo sus ejecutores más encarnizados en Margareth Tatcher en el Reino Unido y Ronald Reagan en Estados Unidos. Las consecuencias de esa política, con los datos irrefutables de la realidad actual , muestran que sus resultados han sido, en una visión de conjunto, completamente lo contrario de lo que postulaba la declaración de la Internacional Socialista. Y la responsabilidad de las dirigencias socialdemócratas europeas, tras la desaparición de Willy Brandt, Olof Palme y Bruno Kreisky, es innegable.

A través de enmascarar el abandono de los principios con conceptos como "la tercera vía", y el pretexto de la necesaria adaptación a esas transformaciones tecnológicas aludidas, contribuyeron a despejar el camino a los desastres del mundo actual. Desde el punto de vista social, del empleo, de la inseguridad interna en cada país y mundial y ni qué decirlo, del deterioro cada día más alarmante del ecosistema.

En el plano político, el resultado ha sido el vaciamiento suicida de los valores de la democracia, la instauración del mercado como valor supremo, la dictadura de los medios de comunicación y el pensamiento único, la aceptación de la "inevitabilidad" de esos cambios Los dirigentes socialdemócratas capitularon ante esa propaganda y en vez de corregir y racionalizar su modelo, optaron por desmantelarlo.

El surgimiento del mundo unipolar tras la caída de la Unión Soviética, que pudo haber sido la oportunidad para un renacer de Europa y de un liderazgo moral e ideológico ante la descomposición acelerada del imperio norteamericano, agravó la dimensión del problema. Las consecuencias de esa capitulación de las dirigencias socialdemócratas, que comenzó a principios de los 80 con líderes como Felipe González, puede palparse hoy, en el advenimiento de una derecha europea totalitaria, retrógrada, furgón de cola del imperio decadente, que utiliza el terrorismo como pretexto para sus fines, observando el mapa político de Europa. Que después del primero de mayo, se verá mucho más serio aún.



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