Rossana Dinamarca, tiene 29 años y nació en Santiago de Chile un año después del golpe de Estado, llegó a Suecia con sus padres exilados políticos, cuando tenía sólo 8 meses de edad. En las pasadas elecciones resultó electa por la provincia de Västra Götaland al parlamento en representación del Partido de Izquierda (VP). Es parte de los todavía pocos políticos de origen inmigrante que alcanzan cargos públicos a nivel nacional.
Rossana piensa que aun existe miedo en los partidos por las personas con raíces extranjeras: "En mi partido hay muchos inmigrantes, pero también existen límites para que éstos puedan llegar más lejos", dice con la experiencia que le confiere una participación activa en el VP durante 20 años.
La joven parlamentaria sostiene que no se debe responsabilizar solamente al inmigrante en el tema de la integración, la palabra misma indica que es algo donde están implicadas dos partes que deben comprometerse en el proceso.
En ese sentido, Rossana considera que la posición propagandeada por su colega (también de origen chileno) Mauricio Rojas, y adoptada por el Partido Liberal (FP) ha contribuido a crear una idea del inmigrante como problema y como que éste no desea integrarse, y que por lo tanto hay que obligarle a hacerlo. Para ella existen todavía muchos prejuicios en relación a los inmigrantes, como por ejemplo de que no quieren aprender sueco, cuando por otro lado no se quiere ver la existencia de muchos que sí hablan sueco, tienen estudios superiores, y que sin embargo no logran obtener un empleo. La política de integración que actualmente se impulsa tampoco convence a Rossana Dinamarca, en especial en relación a la que se lleva adelante contra los que solicitan asilo en Suecia que refleja una profunda incomprensión ante la situación y los sufrimientos que han vivido y viven esas personas. La joven parlamentaria señala que por ejemplo se ha desmontado la atención a las personas que han sido víctimas de torturas.
Rossana es pesimista en el proceso que se vive en el país, en la medida que las personas sienten que lo que puedan opinar no es tomado en cuenta por la política, lo que aumenta la exclusión, no sólo entre los inmigrantes sino también entre muchos de los nacidos en Suecia.
Como parlamentaria, Rossana Dinamarca se ha comprometido en el estudio de diversos asuntos sociales, entre ellos lo que tienen que ver con los derechos laborales, y actualmente es parte de una comisión que investiga la situación actual y el futuro de los servicios públicos de difusión, en especial los cambios que se están proponiendo para la televisión y radio estatales, y la progresiva privatización de los medios masivos en Suecia.
Si bien Rossana hoy tiene un lugar en el parlamento, ha sido de luego de ser nominada dos veces anteriormente en lugares inferiores que le hicieron imposible alcanzar los votos necesarios para ser electa. Cuando preguntó una vez porqué no se le ubicaba en un lugar más prominente en la lista electoral, un compañero mayor de su partido le explicó que era porque "tú tienes una manera diferente a la nuestra".
Pocos "extranjeros" en el parlamento
La situación de esta parlamentaria dentro del Partido de Izquierda refleja no sólo un problema de esa organización, sino que es común al resto de los partidos representados en el parlamento.
En las pasadas elecciones el hecho de que los partidos políticos ubicaran candidatos de origen extranjero, (clasificación discriminatoria que establece que aun siendo nacido en Suecia alguno de sus progenitores es extranjero), en lugares inferiores de las listas dio como resultado un bajísimo números de parlamentarios de este tipo que resultaran finalmente electos. Las cifras son elecuentes: de 83 candidatos de origen extranjero propuestos en la socialdemocracia, sólo 7 resultaron electos; de 64 en los liberales sólo 6; de 90 en el Partido de Izquierda sólo 3 (entre ellos Rossana); entre los 56 propuestos entre los demócratacristianos sólo 2 fueron electos; entre 29 los conservadores eligieron sólo 1; entre los verdes de 41 propuestos ninguno fue electo en las últimas elecciones; tampoco en los centristas nadie resultó elegido entre los 23 candidatos "extranjeros" propuestos.
Es claro que en los partidos políticos no se expresa aun la nueva composición de la actual población sueca, donde ya existen personas nacidas en el país con experiencia y edad suficiente para actuar en la vida política del país, sin contar con aquellos que llevan viviendo en el país por espacio de más de treinta años.
Esta situación parece haber comenzado a preocupar a los partidos, incluso a los de la derecha tradicional quienes en las últimas elecciones han comenzado a dirigir también sus baterías propagandísticas hacia "los nuevos suecos".
Darse cuenta
Cuenta Rossana que no tuvo conciencia de ser "diferente" hasta 1993, cuando en Trollhättan, donde tuvo una idílica infancia y sus padres exiliados obtuvieron trabajo a poco de arribar al país- grupos neonazis incendiaron una mezquita y poco tiempo después casi mataron a refugiados somalíes. Tenía entonces 19 años y por primera vez se ve obligada darse cuenta de que además de persona, es "inmigrante". Hoy se siente estimulada cuando jóvenes de su localidad le expresan su simpatía y orgullo de que ella haya llegado al parlamento.
Pero Rossana subraya, que quizá todo eso es porque es hija de exiliados políticos latinoamericanos y por su interés por la política presente en toda su vida, desde cuando pequeña fue parte de los "Pioneros socialistas de Suecia".
Hoy a ella la requieren para diferentes tareas parlamentarias: "porque sería bueno que estuvieras, ya que eres inmigrante", lo que la lleva mucha veces a rechazar estos pedidos, porque Rossana piensa, que en todo caso lo que tienen que valer son sus calificaciones para una tarea y no otra cosa. P.V.
|