Escribe Cándido
Los intentos de los criminales de guerra Bush, Blair y sus cómplices por salvar el pellejo, políticamente hablando, ante la creciente exigencia de la opinión pública en sus respectivos países, de deslindar responsabilidades sobre las mentiras pretextadas para desatar la guerra contra Irak, resultan peores que los hechos mismos que se quieren esclarecer. Primero fue Bush quien en una comparecencia patética en la que rodeado de la mafia más selecta de su entorno, Dick Cheney, Rumsfeldt, y la eterna amargada Condolezza Rice, tras balbucear sin libreto algunas incoherencias para construir como argumento decisivo que Sadam era un tipo peligroso anunció estar dispuesto a nombrar una comisión investigadora para que él y la opinión pública pudieran saber dónde estuvo el fallo. Después le siguió, en la misma línea el perrito faldero Tony Blair. Ambas decisiones son tanto o más cínicas que las mentiras repetidas una y otra vez por Bush y Blair para aterrorizar a sus ciudadanos y procurar influir en la comunidad internacional, de la inminencia exacta (45 minutos) de un ataque de Sadam Hussein con armas de destrucción masiva incluidas las nucleares. El primer objetivo, la intimidación interna, se cumplió plenamente en Estados Unidos, donde un pueblo tan bien intencionado como ignorante por el adoctrinamiento sistemático a que ha estado siempre sometido, y la apelación a los instintos patrioteros, respaldó sin reservas las infulas guerreras de su presidente. (Un guerrero que, como es sabido y se lo están recordando ahora sus competidores en la campaña preelectoral, es de los que dicen animémonos y vayan como lo demostró durante la agresión a Vietnam en la que las influencias del papá, Bush el viejo, lo dejaron en casa mientras sus compatriotas entregaban la vida en las selvas vietnamitas). Por su parte el verborrágico Bush, maestro en la utilización de la palabra para vender las mayores iniquidades e hipocresías, no tardó 24 horas en seguir el ejemplo. Los medios democráticos presentaron la noticia como un deseo meritorio de ambos dirigentes de buscar la verdad y apenas si alguno encuadró la noticia en el marco adecuado. La realidad es muy otra. Si siempre (o casi) las comisiones investigadoras fueron el instrumento utlizado para salvar las apariencias con el deliberado propósito de no llegar a la verdad, en este caso esa intención es más que obvia. En principio la de Estados Unidos, sólo podrá emitir sus conclusiones después de efectuadas las elecciones de noviembre próximo. Ambas investigaciones tendrán limitada su tarea a la actuación de los servicios de inteligencia. Si cometieron equivocaciones, si mintieron, si hubo filtraciones, ajustes de cuentas entre los diferentes servicios, etc.
Lo esencial del asunto, las escandalosas mentiras de dos gobernantes de dos supuestos Estados de derecho, democráticos, no serán materia a investigar.. Una pregunta o varias, surgen inevitablemente. ¿Con qué autoridad estos líderes del mundo se atribuyen el derecho de aplicar sanciones y/o excomulgar con el concurso servil de los medios a otros países y otros líderes que no se someten a la arbitrariedad imperial? ¿Los informadores mediáticos, conocen el significado de las palabras (rótulos) que disciernen discriminadamente, como dictadura, democracia, populismo, o son lisa y llanamente mercenarios encamados con el imperio?. Porque esta farsa trágica a la que estamos asistiendo es el testimonio más evidente del desprecio más absoluto por la voluntad de los ciudadanos, que es la sustancia de la democracia.
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