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Embajador israelí vandaliza una instalación artística en Estocolmo |
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Zvi Mazel, embajador de Israel en Suecia, en una acción premeditada arremetió el viernes pasado contra una instalación artística que se inauguraba en el Museo Histórico de Estocolmo, destruyendo una obra que aludía al atentado terrorista protagonizado en octubre del año pasado por la abogada palestina Hanadi Jaradat contra un café en Haifa, donde resultaron muertos 21 de sus parroquianos que eran israelitas y árabes. La obra titulada Blancanieves, del artista de origen judío Dror Feiler y su esposa sueca Gunilla Sköld Feiler, constituída por una piscina con aguas teñidas de rojo donde navega un pequeño barco blanco en cuya vela está la imagen de Hanadi Jaradat, mientras se escuchan los tristes sonidos de la sonata de Bach, Mein Herz schwimm in Blut (Mi corazón nada en sangre). En una cartelera adjunta además, se explica al público la historia de esta mujer, madre de tres hijos, cuyo marido había sido muerto por soldados israelíes, que tuvo la idea de inmolarse con una bomba ceñida a su propio cuerpo causando la muerte de personas inocentes, preguntándose los artistas: ¿Qué circunstancias llevaron a esta mujer a tomar esta extrema decisión? Esta instalación de los esposos FeilerSköld es parte de la actual exposición del museo Making Differences (Marcando las diferencias), dedicada al tema de la diversidad étnica y cultural con obras de otros artistas, entre ellas imágenes del artista Carl Michael von Hauss-wolff que tiene también entre muchas otras de personajes criminales, una foto de Hanadi Jaradat a quien la denomina como luchadora por la luchadora palestina y que el embajador israelí Zvi Mazel presente en el museo ni se fijó. Sin embargo la instalación de los Feiler, parece haber sacado de las casillas al embajador y en un hecho sin precedentes en la diplomacia, arremetió primero apagando algunas de las lámparas que alumbraban la piscina y luego arrojando al agua otras, mientras gritaba que eso había que quitarlo porque no era arte y que glorificaba a terroristas. De nada valió tampoco la intervención personal del director de Museo Histórico Kristian Berg, ni del artista Dror Feiler, para aplacar las iras del embajador de Sharon y explicarle que estaba equivocado en cuanto a su interpretación del sentido de la obra y hacerle ver de lo inaceptable de su acción reñida con la libertad de expresión artística y la independencia de las instituciones culturales suecas del poder político; no obstante Zvi Mazel continuó la provocación ya dentro de una de las salas del museo donde Feiler iba a interpretar música con el propósito de alterar el acto hasta que, (al no aceptar los requerimientos del mismo director del museo de que abandonara el lugar), tuvo que ser obligado a hacerlo, mediante la intervención de guardias de seguridad de la institución. En contactos posteriores con la prensa el embajador israelí no sólo justificó su acción, sino que amenazó de que si el gobierno sueco no hacía retirar la instalación de los esposos Feiler, Israel se retiraría de la conferencia internacional de previsión de genocidios, que en pocos días más se realizará en Estocolmo. Para esta conferencia a la que no fueron invitados los palestinos, Israel había exigido previamente que la situación de Medio Oriente fuera excluida del temario de la misma. Al día siguiente el primer ministro Ariel Sharon, declaró en Tel Aviv a la radio del Ejército que apoyaba la acción vandálica de su embajador en Suecia, lo mismo hicieron otros prominentes políticos de derecha israelíes que además acusaron a Suecia de propiciar campañas antisionistas. ¿Preparó de antemano el embajador Mazel la destrucción de Blancanieves? ¿O fue una acción contra pacifistas judíos? Aunque el embajador Zvi Mazel al ser llamado a dar explicaciones ante el Ministerio de Relaciones Exteriores sueco -donde no quiso disculparse- sostuvo que su acción fue espontánea y dictada sólo por su emociones, para muchos de los presentes en el Museo Histórico el viernes pasado, la destrucción de la obra de la obra fue una acción premeditada de Mazel, dado que arribó al lugar dirigiéndose inmediatamente al patio donde está la instalación de los esposos Feiler y sin leer siquiera el texto explicativo se dedicó a destruirla. En opinión del director del museo Kristian Berg lo protagonizado por el embajador es inadmisible y tampoco procedente su exigencia de que fuera retirada, porque la obra en cuestión lejos de justificar una acción terrorista cuestiona y se pregunta sobre el porqué de tanta violencia entre dos pueblos, y cómo las personas pueden llegar a actos como el protagonizado por la mujer palestina. Para algunos, el embajador tenía conocimiento de que esta instalación era obra de un traidor: el músico y artista plástico Droir Feiler quien también es judío, pero activo militante por el entendimiento entre israelíes y palestinos, y partidario de la existencia de dos Estados. Feiler de joven se negó a hacer el servicio militar en la ocupada Franja de Gaza cuyo máximo jefe de entonces en la zona era un general llamado Ariel Sharon, por lo que tuvo que venirse a Suecia en el año 1973. Dror es además uno de los fundadores en 1982 de la organización Judíos por la Paz Israelí- Palestina (JIPF) que condenó la invasión israelí al Líbano, que entre otros sangrientos hechos tuvo como desenlace la masacre en los campamentos de refugiados palestinos de Sabra y Shatila, de la que se acusa a Sharon como mínimo de no haberla impedido y de tener conocimiento de la ejecución de la misma. Dos años atrás Dror Feiler, fue uno de los que tuvo la iniciativa de publicar en la sección de debate del diario Dagens Nyheter un llamamiento crítico y de condena a la política llevada adelante por el gobierno de Ariel Sharon, firmada por 37 prominentes intelectuales y personalidades judías residentes en Suecia y en otros países, entre ellos Noam Chomsky, que decía: Consideramos que Sharon significa la principal amenaza contra el pueblo de Israel y los judíos del mundo. Para Feiler la acusación que hizo el gobierno israelí de que su obra era antisemita le resulta una ofensa: Es profundamente ofensivo que el gobierno de Israel y su embajador le hagan creer a la gente de que nosotros ultrajamos a las víctimas, de que no tenemos ningún respeto por ellas, que no sentimos dolor por ellas. Y explicó que su obra se refiere al mecanismo capaz de crear a un terrorista suicida, y no a la acción en sí misma que él condena rotundamente. Porque ella ( Hanadi Jaradat) no flota entre flores sino en la sangre, que es la de sus víctimas, explicó el artista. Persson y Freivald critican al embajador El primer ministro Göran Persson por su parte fue extremadamente cuidadoso cuando declaró el lunes pasado de que el ataque del embajador israelí contra una obra de arte era inaceptable. Se puede sentir lo que se quiera ante una obra de arte, pero no es correcto destruirla, y menos un embajador, dijo y en referencia a la acusación del gobierno de Sharon de que la obra era parte de una campaña antisemita en Suecia, rechazó la misma recordando que este país es uno de los que en Europa más ha hecho para luchar contra esta tendencia xenófoba que con frecuencia reaparece. Por su parte la canciller Laila Freivald, también criticó al embajador e instruyó a su encargada de protocolo para que diplomático fuera citado a la sede del Ministerio de Relaciones Exteriores para que diera explicaciones e informarle que en Suecia las cosas son diferentes. El martes también se hizo presente en la exposición Marita Ulvskog, ministro de Cultura quien conversó con el artista y las autoridades del museo. En medios políticos los que salieron a defender el atentado de Zvi Mazel, sin haber visto la exposición, fueron algunos políticos conservadores y democristianos. Dos parlamentarias del KDS llegaron incluso a pedir el cierre de la exposición y de que el partido denuncie al Museo Histórico por acoso a un grupo étnico. Pero si algo tuvo de positivo todo este escándalo, es que el museo vio aumentada la concurrencia de visitantes. /H.L. |
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