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16-Enero-2004

 

Comenzó juicio al asesino de Anna Lindh
La fiscalía presentó abundantes pruebas

 

El miércoles comenzó en Estocolmo el juicio a Mijailo Mijailovic el joven de 25 años, hijo de emigrantes yugoslavos que se confesara autor de las puñaladas a la canciller Anna Lindh el 10 de septiembre del año pasado, en un centro comercial de esta capital y que provocaron su fallecimiento al día siguiente.

Apresado el día 24 del mismo mes, Mijailovic se negó durante casi cuatro meses a confesar su culpabilidad, mientras la policía fue reuniendo un cúmulo de pruebas que indiscutiblemente lo responsabilizaban del crimen.

Su abogado, sin embargo insiste en que el ataque a la canciller sueca y cabeza en aquel momento de la campaña en favor de la adopción del Euro en Suecia no fue planeado, que fue un acto de violencia sin motivaciones políticas, pero la fiscalía asegura de que se trató de un asesinato premeditado.

La fiscalía el lunes había hecho públicas las pruebas que tiene contra Mijailovic, que incluyen además del video grabado por las cámaras de seguridad de la tienda NK que muestran sus movimientos dentro del local; análisis de las muestras de ADN, y otras acumuladas en mil documentos. Entre las pruebas más irrebatibles reunidas por los investigadores, están los restos de sangre de la víctima en el cuchillo, en la propia ropa de Mijailovic, así como también restos de fibras de la vestimenta del agresor en una chaqueta de gamuza que vestía Anna Lindh.

Mijailo, un joven con graves problemas síquicos

Nacido en Suecia e hijo de emigrantes yugoslavos, Mijailo Mijailovic fue enviado a Serbia para que hiciera la escuela primaria, regresando años después en la adolescencia al seno de su familia donde vivió serias reyertas familiares entre sus padres, lo que motivó en una oportunidad que en defensa de su madre hiriera con un cuchillo a su padre. Con serias alteraciones de carácter y con un diagnóstico de rasgos esquizofrénicos, Mijailo protagonizó con anterioridad diversos actos violentos registrados por la policía y en reiteradas oportunidades estuvo ingresado en instituciones siquiátricas. Incluso después de haber matado a Anna Lindh y antes de que fuera detenido intentó ser atendido, aunque los médicos del hospital a donde acudió lo devolvieron a su casa con medicamentos antidepresivos.

Si bien todo parece indicar que el joven no venía persiguiendo a Anna Lindh hasta NK, sino que la reconoció en el momento en que esta entraba a una de los locales comerciales en compañía de una amiga y decidió matarla, sin embargo para Krister Petersson, uno de los fiscales: El móvil pudo haber sido la venganza contra la sociedad y la falta de recursos en la atención médica. En los interrogatorios Mijailo se quejó de que no lo habían querido atender y de que a su madre que está enferma le habían retirado la atención domiciliaria.

Por su parte en las declaraciones hechas por el acusado, éste afirmó que no tenía nada personal contra Anna Lindh y que tampoco nunca se interesó por la política sino que fue un impulso homicida instantáneo, porque la voz en yugoslavo de Jesús dentro de mi cabeza me lo pedía, aclarando Mijailovic que ese día se sentía mal y desesperado desde que salió de su casa en un barrio de la periferia hacia el centro de la ciudad, donde deambuló algunas horas hasta entrar en la tienda de NK. Los fiscales sostienen en su acusación, de que se trata de un asesinato premeditado desde que la vio a Anna Lindh y no sólo un hecho impulsivo cuya víctima hubiera sido cualquier otra persona como trata de sostener el abogado defensor de Mijailovic, para evitar de que este sea sentenciado con la máxima pena podría ser de 10 años de cárcel y cadena perpetua, y en cambio pueda ser confinado en un hospital siquiátrico, si se considera que no está en control de sus actos. Fue una coincidencia que tuviera que verla. Pudo haber sido cualquier otra persona, afirmó el asesino de la canciller sueca en su confesión ante la policía.

Leif Jennekvist, el comisario de la policía que dirigió la investigación, dijo a la prensa que Mijailovic había maquinado la idea de matar a Lindh durante aproximadamente 14 minutos que pasaron desde que la vio entrar en el centro comercial hasta que la atacó a puñaladas. Aquí tienes lo que te mereces dice haberle escuchado proferir a Mijailovic mientras apuñalaba a Anna Lindh, Linnea Arvidsson, directora de la tienda donde la canciller y su amiga habían entrado y que fue testigo de la agresión.

Para Agneta Blidberg, (la otra fiscal encargada de la acusación) la agresividad empleada y el número de puñaladas propinadas a la víctima hablan del propósito claro de Mijailovic de matarla.
Según la policía el mismo 24 de septiembre día en que Mijailovic fue buscado en su casa y detenido, ya tenían la convicción de que él era culpable, porque habían ya recibido las pruebas de laboratorio del quepis que usara ese día y la respuesta de un laboratorio inglés, poco tiempo después, de que los restos de piel en el cuchillo también correspondían al agresor.

Tanto el quepis como el cuchillo habían sido encontrados el mismo día 10 de septiembre en las inmediaciones.

El trauma del asesinato de Palme

El tratar de encontrar al asesino de una figura política relevante como era Anna Lindh, y que no sucediera como con el asesinato del primer ministro Olof Palme hasta hoy no aclarado, parece haber sido una de las mayores presiones que tuvo la policía y otras autoridades durante estos meses.

El hecho de que figuras políticas como Palme y Lindh fueron asesinados en la vía pública sin guardaespaldas que les protegieran, reavivó otra vez una polémica política sobre una supuesta negligencia de la policía secreta SÄPO en primer lugar, así como se puso en tela de juicio la efectividad policial para encontrar al asesino.

Sin considerar las diferencias objetivas sobre ambos hechos y las posibles motivaciones, el asesinato de la canciller sueca desató una ola de especulaciones y teoría dirigidas a considerarlo como parte de una conspiración política que nunca podría ser aclarada.

Cuando finalmente Mijailo Mijailovic se declaró culpable semanas atrás, tanto el primer ministro Göran Persson como su ministro de Justicia, manifestaron sentirse aliviados de que pudieran de esa manera disiparse las especulaciones. Y la policía, pudo decir por su parte de que hoy cuenta con técnicas criminalísticas de investigación más modernas y seguras para encontrar a un culpable.

Pero las diferencias entre ambos asesinatos también son notables. En este caso, el asesino fue filmado, abandonó el arma homicida y algunas prendas personales, anduvo confesando lo que había hecho en círculos de su confianza que a su vez informaron a la policía, lo que naturalmente facilitó la celeridad de la investigación. Mientras que el asesinato de Palme aparece hasta hoy como un enigma: el arma homicida nunca apareció, los testigos se esfumaron y sobre la identidad del asesino o asesinos, nunca las distintas comisiones investigadoras durante años se pusieron de acuerdo en qué pista seguir.

Hoy el asesinato de Anna Lindh, además del aspecto de la seguridad personal de los políticos, dejó al descubierto el serio problema que existe a partir de que en los años 80 se decidiera cerrar cientos de hospitales y clínicas de atención siquiátrica, y que a los enfermos se les niegue su internación y se les remita a su casa o a la calle medicamentados. Mijailo Mijailovic, es un caso claro de esta situación; su ficha indicaba la gravedad de su estado de salud, también consignaba sus pedidos de ser internado y las sistemáticas negativas que obtuvo a partir de prioridades que se establecen aduciendo el problema real de la falta de recursos, creada por el desmonte de la tensión siquiátrica del país.



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