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16-Enero-2004

 

Dos testimonios sobre
la guerra infame de Bush

 

escribe Cándido

Mientras la pandilla de «cerebros» que «inspira» al presidente George W. Bush, le hace prometer la Luna, Marte y todos los mundos habidos y por haber a sus aterrorizados e idiotizados ciudadanos, con vistas a una cada vez más improbable reelección, dos nuevos relevantes testimonios sobre las mentiras y/o chapuza de la guerra contra Irak, cobran actualidad. Dichos testimonios pertenecen respectivamente a dos importantes «antiamericanos», el exministro de Finanzas de la actual Administración estadounidense, Paul ONeill y a Jeffrey Record, investigador en materia de seguridad y defensa, profesor de la Escuela Superior de Guerra del Instituto de Estudios Estratégicos.

ONeill que fue despedido de su cargo cuando cuestionó la política de Bush, tal como ha ocurrido sistemáticamente con otros colaboradores, en el mejor estilo de un dictador cualquiera, acaba de publicar un libro, «The price of loyalitet» en el que entre otras cosas afirma que ya antes de asumir su cargo el equipo de Bush había decidido que se iba a atacar a Irak. La afirmación no es una novedad y en los últimos tiempos se han publicado varios documentos de fuentes norteamericanas en su mayoría, que afirmaron lo mismo que ONeill afirma en su libro. Lo que da relevancia a su testimonio es que quien lo dice estuvo en el centro de las decisiones y no habla con informaciones de segunda mano. La única respuesta de la pandilla de Bush es la de encargar al departamento de Finanzas averiguar si ONeill incurrió en delito en el caso de haber utilizado documentos considerados secretos, para su libro. Algo que ya el exministro ha negado categóricamente. (No obstante lo cual, la televisión estatal sueca (STV) enfatizó en su información textada , durante los dias 13 y 14/ de enero la acusación contra ONeill antes que el contenido de su libro. De la misma manera que días antes dio gran espacio a la pelea entre el gobernador de Uppsala Anders Björk y la policía de la región que lo acusó de borracho, y omitió o apenas mencionó el derribo del helicóptero con nueve soldados «americanos» muertos ocurrido el mismo día.)

Las afirmaciones de ONeill no quedan invalidadas en el caso de que hubiera utilizados documentos secretos. Pero han sido sí corroboradas por la sarta de mentiras utilizadas por Bush, Tony Blair y los demás serviles imperiales. Por su parte el experto Jeffrey Record tampoco dice nada nuevo, cuando afirma que la guerra «fue innecesaria», que Sadam no representaba ningún peligro para la seguridad mundial y que «restó recursos a una lucha más importante, contra Bin Laden y la red al Qaida».

Por otra parte, tanto uno como otro testimonio, han sido inapelablemente confirmados por el desarrollo, hasta el día de hoy, de la guerra contra Irak. El silencio de los medios proimperialistas no cambia la realidad. Por eso la Administración Bush y sus vasallos, que desestimaron a los expertos de Naciones Unidas comandados por el sueco Hans Blix, a la opinión mundial y a la propia organización internacional, ahora quieren enganchar para «la reconstrucción» a los que antes despreció. Y mueve sus títeres, Powel, Blair, Aznar, Berlusconi, además de los medios de comunicación, para «limar asperezas». Pero esta es una guerra perdida desde antes de empezar y el problema para la pandilla de Bush es cómo salir de ella.



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