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La Nochebuena y los cubanos |
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escribe Emilio Comas Paret El pasado 25 de diciembre mientras revisaba la edición de CNN en español, versión digital, me encontré con un titular de primera plana que decía: La Navidad llega con violencia y ruegos de paz. La Navidad del 2003 llegó con un ruego de paz de parte del Papa en medio de continuos alertas terroristas y nuevos ataques en Bagdad... Y luego traía varios bajantes: El Papa ruega a Dios... Los cubanos se esfuerzan para vivir en la Navidad Insurgentes iraquíes lanzan ofensiva... Cancelan vuelos Air France... Y yo me dije, ¡qué raro!, ¿qué tendrá que ver el esfuerzo para vivir en la Navidad de nosotros los cubanos, con el terrorismo, la guerra en Iraq, el alerta naranja en USA y los buenos deseos del Papa?. Y por supuesto que lleno de curiosidad le hice click al trabajo sobre los cubanos y me encontré con un artículo de Lucía Newman, corresponsal de la CNN en La Habana, que más o menos decía así: En todas partes se nota la Navidad menos en Cuba. Nada de Santa Claus o arbolitos iluminados en las calles de este país socialista... Solo el arbolito de la Oficina de Intereses de USA parece decir así es la Navidad en el mundo del vecino capitalista Después de la revolución del 59 la Navidad dejó de ser un día festivo. Luego de la llegada del Papa, hace seis años, se volvió a establecer el día 25 de diciembre como feriado. Comenta sobre una señora que está muy orgullosa porque tiene bolas y luces para su arbolito que guarda desde el capitalismo cubano. Dice de muchos hogares opositores del gobierno en que los árboles tiene un número 75 recordando a los 75 disidentes sentenciados a largas penas. Habla de que los cubanos tienen que hacer malabarismos para juntar alimentos para la cena de fin de año. Recuerda que este año podremos comer carne porque viene por primera vez de USA. Habla de los supermercados que venden en dólares y que están llenos de productos de USA pero a precios poco asequibles para la mayoría. Cuenta de un transeúnte que le aseguró que tuve que vender algunas cosas (para comprar los alimentos de la cena), aquí pasamos mucho trabajo y tenemos que sacrificarnos mucho. Con todo en este país, donde hay poco donde elegir, solo poder celebrar la Navidad, aunque en forma modesta, es motivo de alegría para muchos. Si voy a ser sincero, a mi este trabajo me molestó mucho. Primero porque es manipulador situarlo entre los otros bajantes que hablan de la guerra, el terrorismo y el Papa, como si la situación de Cuba fuera una catástrofe más. Segundo porque Lucía Newman evidentemente que aún no conoce a fondo nuestras costumbres y nos está mirando con los ojos del colonizador, de la misma manera que el gobierno norteamericano está enfrentando el asunto de Iraq: todo lo que no se parece a nuestras formas y maneras no es bueno y hay que eliminarlo. Y eso es un gran disparate. En primer lugar, en Cuba no se celebra la Navidad como en USA, con grupos de vecinos cantando villancicos de puerta en puerta y con las casas compitiendo unas con otras para ver cual tiene más luces. En Cuba siempre se celebró y se celebra la Nochebuena, la noche del 24 de diciembre, que es una fiesta muy cubana y muy pagana, que con toda sinceridad le hace más honor al dios Baco que al nacimiento de Jesucristo, por cuanto se constituye en una gran cena con muchas cervezas, ron y aguardiente, y carne de cerdo asada, (se produce en Cuba, no tiene que venir de USA), yuca con mojo, arroz blanco y frijoles negros o la combinación que conocemos como arroz con grí o moros y cristianos, como se dice en Oriente; y postres caseros como arroz con leche, cascos de guayaba, calabacita china y otros. Y estoy seguro de que este año, con sus abundancias y escaceses, el que más y el que menos, celebró la Nochebuena cubana, festejando en familia y para ello consiguió hacer una comida que si no era la clásica se pareciera a ella. Santa Claus nunca estuvo en Cuba, quizás por lo incompatible del clima cubano y su vestuario, el trineo y los renos. No obstante en la década del cincuenta la burguesía cubana, que siempre miraba con los ojos de USA, nos lo quiso imponer. A nosotros los juguetes nos los traían los Reyes Magos, Gaspar, Melchor y Baltazar, que venían montados en camellos por un desierto más caluroso que el calor cubano. Esta tradición muchos la mantienen y si no se me cree, insto a Lucía Newman que visite las jugueterías los días antes del seis de enero. Los arbolitos de Navidad siempre se han situado dentro de las casas de las personas que así lo prefieren, pero que no son mayoritarias. Yo mismo tengo uno instalado y lo hago porque me gusta recordar la formación cristiana que recibí en la niñez, pero todas las cosas que cuelgan de mi árbol las he comprado ahora, en las tiendas cubanas a precios adecuadamente asequibles. No obstante y para que se vea que los arbolitos no son incompatibles con el Socialismo le recuerdo a Lucía Newman que en época de Brezniev, en pleno Moscú, se situaba un árbol gigantesco en el Diezquimil (lo escribo como se pronuncia), una enorme juguetería de cuando la URSS. Es un problema de costumbre. El que el día 25 de diciembre dejara de ser feriado en Cuba se debió, (y los más viejos recordamos esto), a que en esa fecha la zafra azucarera estaba en pleno apogeo y en la práctica se dejaba de trabajar desde el 24 de diciembre hasta el dos de enero y aquello era económicamente complicado, porque toda la población, fueran campesinos o no, nos volcábamos a los campos a ayudar en la cosecha, pero luego, al perder la Zafra azucarera la importancia económica que entonces tuvo, no era necesario mantener esa medida y por eso, y también como un gesto hacia el Papa y los cristianos, se determinó que volviera a ser feriado. No fue el interés de modificar las tradiciones, porque todo el mundo sabe que las tradiciones no pueden modificarse por decretos. Lo de los hogares opositores y el 75 no lo voy a comentar, creo que no vale la pena porque se le ve demasiado la oreja peluda de la mala intención. Los malabarismos de los cubanos seguro que serán mínimos si los comparamos con los esfuerzos que debe hacer el 50% de la población latinoamericana que vive bajo los índices de pobreza, los 842 millones de seres que pasan hambre en el mundo, el 70% de la población mejicana que vive también por debajo de los índices de pobreza o los 40 millones de mejicanos que viven en pobreza extrema, o los 8 millones de hispanos en USA que son pobres o los africanos que no podrán tener una Navidad con guirnaldas porque en Ghana la electricidad solo llega al 20% de la población, en Namibia al 5%, en Senegal al 2,3% y en Mozambique al 0,4%. Y es verdad que los cubanos somos pobres, pero sin embargo el Gobierno Revolucionario dedica 800 millones de dólares a subsidiar la canasta básica familiar, dedica el 37% del PIB a gastos sociales como salud, educación, cultura y otros cuando USA en el 2002 redujo 49 mil millones de dólares en servicios públicos, sanidad, educación y otros servicios sociales y en el 2003 rebajaron otros 25,7 mil millones de este sector. El cubano consumió en el 2003 un promedio de 3193 kilocalorías y 82,8 gramos de proteína diarios, que fue superior al consumido en el 2002. En fin señora Lucía Newman, los cubanos pasamos trabajo para vivir, es cierto, entre otras cosas por el bloqueo y la guerra económica que USA nos mantiene hace 45 años, sin la cual pudiéramos trabajar con menos presión y seguramente lo hiciéramos mejor. En relación con los supermercados llenos de productos de USA le recuerdo que un altísimo porciento de artículos a vender en estos centros, son Hechos en Cuba y le adelanto que yo, el propio día 25 de diciembre, estuve en el supermercado de Carlos III donde tuve que ponerme en varias colas para hacer mis compras porque todo estaba repleto de consumidores, que por supuesto no eran marcianos, sino habaneros de todos los estratos sociales, porque hasta tuve la curiosidad de tratar de contar los extranjeros con los que me tropezaba y solo llegué a siete en varias horas. Porque usted debe saber que a pesar de que nuestros salarios son bajos, recibimos una serie de salarios indirectos como son los bajos precios de la electricidad, el teléfono, el gas, el agua, la salud pública que es gratuita, etc. Y junto a ello muchos cubanos reciben ayuda de sus parientes que residen en el exterior, trabajan en sectores que pagan estimulaciones en dólares o ahorran y cambian la moneda cubana por dólares para comprar en estos supermercados. Por último déjeme decirle que lo de poco que elegir es muy relativo y tiene que ver con cuáles son sus aspiraciones, cuáles sus objetivos, cuáles sus necesidades reales y como están o no satisfechas. Para mí, por ejemplo, y para muchos como yo, en Cuba tenemos muchas posibilidades para elegir. Por eso estamos y estaremos con nuestra gente. |
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