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El retiro de Felipe: |
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El que fuera durante muchos años líder del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), y jefe del gobierno de España entre 1982 y 1996, ha anunciado su renuncia a postularse como diputado por su partido en las elecciones generales que tendrán lugar este año y su retiro de la política. Más allá de que haya sido una renuncia voluntaria o sugerida por el partido porque era una figura quemada , hay que reconocer que supone la pérdida de un político inteligente, experiente, que con 62 años, estaba en condiciones de haber realizado una contribución positiva para su partido y para el proceso político de España y de Europa. Como secretario general del PSOE y militante muchas veces clandestino contra la larga dictadura del general Francisco Franco, ganó un merecido prestigio entre las bases del partido y contó con el apoyo de figuras de la socialdemocracia europea, del prestigio y el peso moral de Olof Palme, Willy Brandt y Bruno Kreiski. Ese apoyo prosiguió en cuando en 1982 el PSOE ganó las elecciones con una amplia mayoría. Fue a partir de entonces que se produjo la metamorfosis que dio origen a una célebre frase de un líder sindical también militante en la resistencia al régimen franquista: En Felipe (primer ministro) no reconozco a Isidoro, (nombre de guerra usado por González en su época de clandestinidad), En nombre de la modernización y la renovación el gobierno de Felipe González fue abandonando todos los principios rectores del partido fundado por Pablo Iglesias, lo que simultáneamente y como una consecuencia lógica, fue acompañado de una serie de escándalos de corrupción que terminaron por dilapidar el capital político que los ciudadanos le otorgaron mayoritariamente en las elecciones generales de 1982, bastante disminuido en 1993 y retirado en 1996. Fue la política de Felipe González y el grupo de sus allegados, que tantas esperanzas había despertado dentro y fuera de España, la que despejó el camino para que el mediocre fascistoide nieto político del franquismo José María Aznar se hiciera con el gobierno hasta el día de hoy y -aunque sin su presencia- amenazar con su continuación al menos por nuevo periodo. Desde el gobierno, González abandonó los viejos principios de justicia social, chocó con los trabajadores incluidos los de su propio partido, impulsó la flexibilidad laboral, eufemismo del diccionario neoliberal para encubrir el desmantelamiento de conquistas obtenidas al precio de mucha sangre. En el plano internacional, se plegó a la política del imperio norteamericano, abandonó su viejo rechazo a la Organización del Atlántico Norte (OTAN) y uno de sus más encarnizados detractores Javier Solana, se convertiría años después en Secretario General de la organización y en sumiso vasallo de Estados Unidos. A los escándalos financieros protagonizados por sus cercanos colaboradores, una comparsa de ladrones, se sumó como culminación de la degradación, la siniestra historia de los GAL un escuadrón de la muerte antiterrorista creado para combatir a ETA. Seguramente mal aconsejado por algún presidente latinoamericano amigo con experiencia en el tema, Felipe González dio al menos luz verde para su creación. Muchos de sus colaboradores terminaron en la cárcel pero el negó siempre saber nada del asunto. Lo que casi resultó peor que haber asumido la responsabilidad de haberlos creado (a los GAL). (En cualquier caso Felipe González fue una suerte de pionero de la capitulación socialdemócrata europea ante el modelo neoliberal. Una historia que merece un estudio más profundo). Tarea en la que sucumbió políticamente. Una muerte con más pena que gloria. |
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