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Con el diputado Raúl Sendic |
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escribe Washington Fernández MONTEVIDEO. El diputado Raúl Sendic (1) apoya la derogación porque, en su opinión, la ley forma parte de una política de privatizaciones, porque es mala en sí misma, y porque cree que el mantenimiento del ente energético en la órbita del Estado es vital para poner en marcha un programa de desarrollo productivo y social. ¿Por qué hay que derogar la ley de desmonopolización de ANCAP? Es así que, en forma total o par-cial, han privatizado las carreteras, los puertos, los aeropuertos, los ser-vicios de agua y saneamiento, las telecomunicaciones, y ahora los combustibles. Esa política obedece exclusivamente a los dictámenes de los organismos internacionales, los cuales, como contrapartida de los créditos otorgados, han exigido la desarticulación de los estados en esta parte del mundo. Y digo en esta parte del mundo porque quienes nos hablan en contra del Estado en este hemisferio son los mismos que en el hemisferio norte protegen su produc-ción, subsidian sus productos, im-ponen barreras arancelarias a los nuestros y establecen políticas de estado muy fuertes. Sin embargo, a los países del sur se les ha obligado a desarmarlos. Mantener esta ley, entonces, forma parte de una política que ha llevado el país a la crisis, a la banca-rrota. El gobierno habla de síntomas de reactivación pero todos sabemos que los resultados de esa reac-tivación, si la hubiera, van a demorar muchísimo en llegar al conjunto de la población porque el país está fundido. Por lo tanto, dado que esta ley forma parte de esa política nosotros estamos en contra. ¿Cuál es el segundo punto? ¿Y el tercero? Los promotores del NO sostie-nen que esta ley es necesaria para que ANCAP pueda asociarse con capitales privados extranjeros po-derosos y de esa forma quedar en condiciones de competir, en pie de igualdad, con las grandes transnacio-nales del petróleo cuando el mercado local de los combustibles se abra a la libre competencia... Puede ser que ANCAP necesite todo eso, pero no lo dice esta ley, no está escrito en ningún lado. Esta ley no es la adecuada para cumplir con ese objetivo. Esta ley no establece siquiera que el futuro socio tenga que ser una empresa petrolera. Podría ser, por ejemplo, un banco. Tampoco le exige mercados ni inversiones. Se entrega una empresa que costó mu-cho construir sin exigir práctica-mente nada a cambio. Incluso cuando se habla del re-parto de las ganancias se dice que a partir del momento en que se con-crete la asociación el reparto se va a hacer de la siguiente manera: pri-mero el privado tiene que recuperar su inversión, y de lo que quede, se repartirán las utilidades a medias. No dice que las utilidades se repar-tirán a partes iguales y el privado re-cuperará su inversión de la parte que le toque, sino que, por el contrario, primero se pagará la inversión que haga el privado y recién después se repartirán las utilidades. Quiere decir, en realidad, que vamos a seguir poniendo plata. ANCAP va a renun-ciar a una parte de sus ganancias pa-ra colaborar con la inversión que en realidad debería financiar el socio inversor. Es una entrega descarada. ¿Es cierto que esta ley permitirá que bajen los precios de los combustibles? Si uno lee atentamente el texto de la ley podrá observar que prác-ticamente no se establecen condicio-nes al privado pero, en cambio, se las ponen a ANCAP. La ley le dice a ANCAP todo lo que tiene que po-ner; le dice que tiene que poner su infraestructura a disposición del pri-vado, le fija límites y renunciamien-tos, sobre todo en materia de gestión; dice como se tienen que integrar las gerencias, pero no dice qué es lo que tiene que poner el privado. ¿El mercado libre contribuirá a reducir los precios de venta al público? Otro aspecto importante es ver quiénes gestionan las empresas públicas. Uruguay ha tenido muy buenas herramientas, como el Banco Hipotecario (BHU), el Banco República (BROU), ANTEL y la propia ANCAP2, pero quienes han gestionado esos organismos han hecho verdaderos desastres. Por tanto, acá no sólo vamos a defender a ANCAP votando el 7 de diciembre la papeleta rosada, porque eso por sí sólo no garantiza la supervivencia del ente, sino que además será necesario cambiar el gobierno, porque si la izquierda no gana la próxima elección nacional van a hacer de ANCAP lo mismo que ya hicieron con otras empresas públicas, que las terminaron fundiendo. Por eso me parece importante marcar estas dos etapas: la primera el 7 de diciembre, votando por el SI, y la segunda votando por la izquierda en la elección nacional, para que podamos llegar al gobierno y preservar el Estado para que pueda cumplir el papel que le corresponde en un programa de desarrollo./Rel-UITA NOTAS |
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