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28-Noviembre-2003

 

Una unión sin destino

 

escribe Cándido

La crisis abierta en la Unión Europea como consecuencia de la ruptura del llamado Pacto de Estabilidad y la antidemocrática solución de eximir a los culpables de dicha ruptura de las sanciones correspondientes a los países más poderosos de la región, Alemania y Francia, no es la primera ni será la última prueba de la filosofía insolidaria y antidemocrática consustancial al proyecto mismo de la UE.

Cuando por razones internas, tanto financieras como políticas -la resistencia popular en ambos países a las medidas de recorte o eliminación de derechos sociales adquiridos con el sacrificio y las luchas de varias generaciones- amenaza la estabilidad y paz social de sus actuales gobernantes, estos resuelven simplemente dejar de lado los compromisos establecidos por ellos mismos en el Pacto y utilizar su poderío para librarse de las sanciones que por ello le corresponden.

En aras del Pacto de Estabilidad que postulaba equilibrio fiscal, inflación e intereses controlados, en los países de la zona del euro, se impusieron sacrificios a los ciudadanos de dichos países. Cada país estaba obligado además del cumplimiento de dichas medidas, a pagar una multa en caso de incumplimiento y a presentar anualmente un programa de estabilidad que era examinado por la Comisión Europea y los ministros de Finanzas de los quince países de la Unión, Ecofin. Todo ello ha quedado invalidado ahora y más allá de las grandes palabras, de identidad europea, objetivos comunes, etc etc. ha quedado claro que la que rige es la ley de la jungla en la que los animales grandes se llevan por delante a los pequeños.

El lector deberá recordar todos los calificativos que los economistas neoliberales y los medios de comunicación del sistema, con gran despliegue de millones proporcionados por las asociaciones de empresarios, escupieron sobre los partidarios del NO al euro en el referéndum realizado el pasado mes de setiembre. Antieuropeos, ultranacionalistas, egoístas, tradicionalistas temerosos de lo nuevo, aliados de la extrema derecha. El habitual terrorismo ideológico que utilizan cada día columnistas y formadores de opinión como argumento contra los disidentes de un sistema que está llevando a la humanidad al colapso. Todos esos calificativos fueron adjudicados a los economistas que durante la campaña del referéndum, alertaron sobre lo que ha pasado ahora. Seguramente ninguno de los que los denigraron pedirán disculpas. Tampoco el gobierno, las finanzas y los medios de comunicación parecen haberse enterado que las humillante victoria que el pueblo les infligió el 15 de setiembre. De ese sistema es parte el actual proyecto de la Unión Europea, cada día más huérfana de apoyo popular y condenada por ello, al fracaso.



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