inicio | opinión | notas | cartelera | miscelanea sueca | suplementos | enlaces
21-Noviembre-2003

 

Publican cuentos de Elena Paz y Víctor Montoya en editorial boliviana
El imperio de los sentidos, Medusa de fuego II

 

escribe Liliana Colanzi

Dos cuentos de Blanca Elena Paz y dos de Víctor Montoya son los protagonistas de la segunda entrega de la serie erótica Medusa de fuego, publicada por la editorial La Hoguera. Los autores se sumergen en las profundidades de la sensualidad e invitan al lector a explorar el mundo de las fantasías

En un mundo en el que se echa mano de la sensualidad para vender baterías para autos, pinturas de pared o cerámica para pisos, la editorial La Hoguera ha ingresado con una propuesta literaria erótica que intenta hacer soñar al lector a través de la provocación y la seducción.

Pese al interés que despierta este tipo de literatura, los escritores a veces pasan por situaciones incómodas. Por ejemplo a Giovanna Rivero, una de las participantes de la primera Medusa de fuego, una señora perteneciente a un círculo de lectoras la amenazó hace poco con quejarse públicamente por el contenido de sus cuentos.

Pero la Medusa de fuego se ha propuesto exaltar la voluptuosidad aun a pesar de la pacatería. Es más, Víctor Montoya asegura que la literatura erótica está para destapar los impulsos reprimidos y prohibidos. La transgresión, sin lugar a dudas, es una de las características de la literatura erótica. El escritor debe ser irreverente, heterodoxo, para transgredir las franjas de prohibición que le impone su entorno sociocultural y religioso.

Su cuento La punk de los aros de oro nos envuelve en un delicioso fetichismo donde abundan los símbolos fálicos, los botines de caña alta y la música de Pink Floyd. En Revista porno, la culpa de lo prohibido acrecienta el placer del preadolescente que goza en soledad con las imágenes de la revista. En ambos relatos, la contemplación del objeto de deseo, el voyeurismo, es el volcánico o tímido punto de partida del deleite.

La narrativa erótica de Blanca Elena Paz es más introspectiva; recoge, como ella expresa, las zonas más oscuras e ignotas de nosotros mismos. En sus cuentos, la nostalgia, el riesgo y la complicidad enriquecen las fantasías sensuales.

La sombra es un cuento que bucea en la intimidad de dos amigas que comparten un amante. Rico en indicios, señales, y silencios cargados de significado, el relato delinea con precisión la psicología de los personajes y trasciende el mero erotismo. En Designio, la evocación de los encuentros pasados construye la cartografía de las ausencias. Para la autora, erotismo es lo que no está en el cuerpo; por tanto, cuanto mayor sea la insinuación y más velada, más erótico es el texto.

Blanca Elena Paz duda de que el erotismo exista como género en la literatura, sino como parte de los textos. No creo que, actualmente, exista autor o autora que alguna vez no hubiese escrito por lo menos un fragmento erótico, opina.

Víctor Montoya lo percibe exactamente desde el lado opuesto: No conozco a un solo autor nacional que haya creado una obra enteramente erótica. Lo que sí hay son algunas obras, sobre todo novelas y cuentos, cuyos ejes temáticos se acercan pálidamente al erotismo (...)

Una característica de la literatura erótica es que con frecuencia aborda los encuentros fugaces, y no así las relaciones estables. Todo amor que se inicia, conlleva una fuerte carga de erotismo, pero cuando se establece la pareja y el amor se hace norma, el erotismo tiende a extinguirse, dice Blanca Elena.

La línea que separa el erotismo de la pornografía sigue siendo un peliagudo asunto que parece no tener respuesta, por tratarse de una cuestión de estética. La Hoguera ha querido guiarse por el sentido común, escogiendo textos que no ofendan al lector. Sin embargo, se trata de un terreno de arenas movedizas. Montoya intenta demarcar espacios: La pornografía es la descripción pura y simple de los placeres carnales; en tanto el erotismo es la misma descripción pero revalorizada, en función de una idea del amor o de la vida social. Por lo tanto, todo aquello que es erótico puede ser también pornográfico, dependiendo del ángulo desde el cual se lo mire, concluye.

Más allá de discusiones, la Medusa de fuego ha abierto un espacio donde la sensualidad impera y los tabúes pierden terreno. En una sociedad conservadora donde el placer está prohibido, estos cuentos respiran un agradable aroma a libertad y provocación. Están allí para ser saboreados y leídos solos o acompañados.

De Revista porno de Víctor Montoya

Cuando alcancé el umbral de la pubertad y empezaron a salirme vellos donde menos me imaginaba, llegó a mis manos la primera revista porno. Me la dio mi cuñado con suma discreción, intentando evitar cualquier sospecha que pudiera provocar un escándalo familiar. No era para menos, una revista porno, en medio de un ambiente conservador, donde jamás se habló de los fuegos del amor, era como tener una bomba de tiempo en las manos.

La escondí debajo de la chompa y, sin decir nada a nadie, me la llevé al cuarto, mientras en mi mente zumbaban todavía las palabras de mi cuñado: Toma esto, así sabrás lo que hacen un hombre y una mujer. Apenas cerré la puerta, mirando en derredor como si las paredes tuviesen ojos, me apresuré en esconderla debajo de una pila de revistas, libros y folletos guardados en un viejo armario, con la certeza de que no la encontraría nadie, ni siquiera removiendo la casa con la furia de un ventarrón. (Fragmento).

De La sombra de Blanca Elena Paz

No fue la magia del lugar, Coralí, ni la lluvia, el tren o el silencio compartidos. No me mires así como ausente, ya no te maquillas, no cocinas y ni siquiera lloras. Quise decirte lo que estaba ocurriendo, esa tarde, cuando ambas nos recostamos sobre el pasto del parque, pero te faltó valor para escuchar, ¿lo has olvidado? Ahora no me culpes por lo que entonces llamaste verdades inútiles.

¿Te mentiste al pensar que la preferencia cambiaría? Era de esperar que, aun sin pedírselo, Fabián se marchara. Después de todo lo ocurrido me parece que no debemos de continuar sublimando su ausencia.

Si no quieres responder no lo hagas, yo sí hablaré: no estoy dispuesta a guardar más secretos rutinarios.

No corresponden el resentimiento ni el rencor, Coralí, para empezar tú rompiste nuestro acuerdo. Lo supe un día después de haber establecido, entre nosotras, que sería Fabián quien eligiese. Comprendí que aprovechaste mi ausencia para seducirlo y gozar con él toda una tarde. (Fragmento)



Copyright ©
Semanario Liberación
Box 18040
20032, Malmö, Suecia
Teléfono: +46 40 672 65 02
Telefax: +46 40 672 65 03
Correo electrónico: