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Una biblioteca de niños en Cochabamba |
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escribe Víctor Montoya El proyecto de construir la primera biblioteca de niños en Bolivia surgió en la tierra valluna, donde un grupo de escritores y educadores -en su mayoría mujeres- decidió crear la Biblioteca Thuruchapitas. Me enteré del proyecto por medio de las escritora Gaby Vallejo Canedo, quien, en calidad de presidenta del IBBY y promotora de lectura, impulsó esta brillante iniciativa a partir de un criterio pedagógico-literario, cuyo propósito consistía en llenar un vacío en la vida cultural de Cochabamba y en proporcionarles a los niños un sitio donde puedan tener acceso a las joyas de la Literatura Infantil. Luego supe que el proyecto, elaborado sobre la base de argumentos sólidos, ganó en Basel el Premio Internacional a la Promoción de Lectura IBBY- ASAHI 2003, cuya suma de 1.000.000 yenes, alrededor de 10.000 dólares, fue entregada a Gaby Vallejo Canedo en una ceremonia especial efectuada el pasado mes de abril en el marco de la Feria Internacional del Libro Infantil que, año tras año, se viene realizando en la ciudad italiana de Bolonia. El premio, sin lugar a dudas, fue un justo reconocimiento no sólo a la encomiable labor de los responsables directos de la Biblioteca Thuruchapitas y el programa Bibliotecas Hermanas del IBBY-Bolivia, sino también un premio destinado a los niños y jóvenes, quienes tendrán una biblioteca con los estantes repletos de Literatura Infantil y Juvenil. Aquí no terminó todo, el proyecto, que implica la construcción de un amplio edificio y la adquisición de muebles y libros, prosiguió con su campaña de recolección de fondos. Así, con el asesoramiento de una empresa publicitaria, se abocaron durante el mes de octubre a pedir apoyo de diversas personalidades e instituciones locales, a subastar los cuadros donados por artistas, en tanto los niños y jóvenes de escuelas y colegios entregaron sus donaciones en las alcancías que dispuso la Mutual La Promotora y el Servicio de Educación; una actitud admirable cuando se trata de lograr un objetivo tan noble como es el de reunir fondos para la creación de una biblioteca pública. La Biblioteca Thuruchapitas, donde quiera que se construya con el beneplácito de la Municipalidad, será un punto de encuentro para quienes están interesados en el porvenir de los niños y en promover la Literatura Infantil, pues contará con salas de lectura, salón de conferencias, salas de cursillo, salón de exposiciones, sala de multimedia y otros. Además, servirá como un ejemplo digno de ser imitado por otras ciudades del país, donde no todos saben que una biblioteca es una suerte de gabinete donde está concentrada la memoria colectiva, ya que el libro es no sólo el hijo del alma del autor, como bien decía Platón, sino también un alimento indispensable para la mente humana. No en vano reza el proverbio hindú: Un libro abierto es un cerebro que habla; cerrado, un amigo que espera; olvidado, un alma que perdona; destruido, un corazón que llora. La Biblioteca Thuruchapitas, como toda biblioteca destinada a los niños y jóvenes, será un recinto abierto a la fantasía y la curiosidad de los pequeños lectores, quienes se deleitarán con las fabulosas obras de la Literatura Infantil que tanto escasean en Bolivia, sobre todo, en los hogares más humildes, donde no se han creado hábitos de lectura ni se cuenta con recursos para adquirir libros que estimulen el desarrollo lingüístico e intelectual de quienes, insisto, debido a la pobreza y la deserción escolar, no tienen acceso a una literatura que les permita gozar de la creación de los autores que dedican su tiempo y su talento a los futuros lectores de la gran literatura universal. Es sabido que la política cultural del gobierno no incentiva la promoción de la Literatura Infantil ni vela por la adquisición de conocimientos a través de las bibliotecas públicas, peor aún si éstas están destinadas a la infancia que, en países como Bolivia, es uno de los sectores menos privilegiados de la sociedad. Y, sin embargo, casi todos estamos conscientes de que los niños son los futuros forjadores de una nación más democrática, equitativa y desarrollada. Por cuanto una nación que piensa en su porvenir debe pensar también en la educación de los niños, quienes tienen la imperiosa necesidad de cultivar su mente y asimilar los conocimientos acumulados en los libros y, por lo tanto, en las bibliotecas. Como es natural, a pesar de la trágica realidad que caracteriza al país, existen personas altruistas empeñadas en aplicar la Declaración de los Derechos del Niño en la práctica, convencidos de que uno de esos derechos es, justamente, el de proporcionarles una literatura que corresponda a su nivel lingüístico e intelectual, una literatura hecha de magia y maravilla, de realidad y fantasía, de ingenio y sabiduría. Con todo, sé que el proyecto Thuruchapitas está en su fase final y, tal cual me refirió Gaby Vellejo Canedo en una de sus últimas cartas: Cochabamba construirá la biblioteca que se merecen los niños de Cochabamba. Felicitaciones, pues, por ese hermoso sueño que, como muy pocos, será una realidad dentro de poco. |
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