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Ofensiva mediática diversionista |
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escribe Cándido Como si no bastaran las evidencias irrefutables de las mentiras de la Administración Bush para emprender la guerra contra Irak, ahora cuando la debacle de la aventura hace presagiar un final peor que el de Vietnam, la táctica a aplicar es la de minimizar o simplemente «barrer bajo la alfombra» la realidad acusadora. La prensa norteamericana, que por cierto y a pesar de presiones y chantajes del gobierno, mantiene reductos importantes de libertad de expresión, ha informado estos días de la nueva «estrategia» oficial: a) evitar que se vean los ataúdes que en número creciente continúan llegando al país desde Irak, b) exigir de los medios un tratamiento menos «negativo» de lo que ocurre en Irak, y c) informar lo menos posible de las crecientes demostraciones exigiendo el retorno de los soldados, que se extienden por el país. (Una exigencia que trasciende las fronteras como lo pudo comprobar el «negrito de los mandados» el general Colin Powell en su reciente visita a países de América Central, algunos de los cuales, mediante el trabajo de Celestina asumido por el presidente del gobierno de España, José M. Aznar, han enviado su cuota de «carne de cañón» al matadero iraquí.) Powell tuvo que enfrentar en Honduras las mismas protestas que en su país. La estrategia «diversionista» y/o de ocultamiento, de la Casa Blanca fue rápidamente asumida por sus vasallos a este lado del Atlántico. En España la anunciada boda del príncipe heredero con una destacada periodista de la TVE, elevó el arraigado fervor monárquico al paroxismo «contaminando» por igual a los entregados súbditos y a «demócratas progresistas». Ocasión ideal para desplazar de la atención pública, la activa participación de Aznar en la guerra infame de Irak, el aniversario de la catástrofe del petróleo en Galicia y otros temas candentes. La »línea informativa» imperial tuvo en la televisión estatal sueca la mejor acogida. Al punto que en la última semana, la más negra desde el inicio de la guerra, los televidentes del programa Aktuell de las 21, no pudieron enterarse de lo que ocurre en Irak. El mismo día en que por primera vez la resistencia iraquí había derribado un helicóptero de EE.UU ocasionando muchas bajas, lo que significó un salto cualitativo en la resistencia contra las fuerzas invasoras, el programa abrió su edición con la noticia de un fiscal que había decidido reabrir el caso Gudrun Schyman sobre irregularidades en su declaración de impuestos. El redactor del programa intentó darle «una mano» a Bush con el título de que «pese a los contratiempos en Irak, seguía teniendo el apoyo de su pueblo» entrevistando a algunos habitantes de un pueblo de Texas, unos trogloditas de marca mayor que no tuvieron empacho en proclamar la necesidad de tirarles la bomba atómica (a los iraquíes) para arreglar el problema. Dignos seguidores de Bush. La sugerencia de un grupo de parlamentarios de exigir la renuncia de Rumsfeld, el escándalo mayúsculo de la soldado Jessica Lynch que denunció la utilización de su «supuesto rescate» de manos iraquíes en un montaje televisivo organizado por el Pentágono, que Aktuell trasmitió en una emisión anterior pese a saber que era falso, con una marginal referencia a que su veracidad había sido cuestionada, no merecieron la atención de los informadores. La táctica diversionista tiene vuelo corto. Los hechos no desaparecen porque los ignoremos. El miércoles fueron masacrados en Irak, una decena (cifra preliminar) de militares italianos enviados por Berlusconi. Los invasores, presas del pánico, la desorientación y los ajustes de cuentas internos, la falta de moral y de apoyo internacional, cada vez más expuestos a la acción de la resistencia, no saben qué hacer. Va a ser imposible para Aktuell y los columnistas «proamericanos», ignorar el desastre o distraer la atención con los problemas impositivos de una ex líder «comunista» sueca o con los «crímenes de Stalin». |
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