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14-Noviembre-2003

 

En la Feria del Libro de Santiago
Juan Cameron presenta
a Lasse Söderberg en Chile

 

El poeta Lasse Söderberg, gestor de las Jornadas de Poesía en Malmö, fue invitado a Santiago de Chile, a la Feria Internacional del Libro. En la oportunidad dio a conocer, el lunes 3 de noviembre, su antología de poesía chilena. La introducción del autor en Valparaíso estuvo a cargo de nuestro colaborador Juan Cameron. El siguiente es el texto de la presentación.

Lasse Söderberg nace en Estocolmo, en 1931; y reside en el puerto principal del sur sueco, que en nuestra lengua vendría a llamarse algo así como isla de bronce o isla de metal, ciudad donde organiza las importantes Jornadas Internacionales de la Poesía en Malmö (Malmö Internationella Poesidagarna).

Para la curiosa información debo indicarles que su nombre significa montaña del sur; y que no es peregrina esta mañosa traducción mía.

Conforma, Lasse, una promoción cronológica importante en la actual poesía de su país. A ella pertenecen Kjell Espmark (1930), Tomas Tranströmmer (1931), Göran Palm (1931), Sun Axelsson (1935), Lars Gustafsson (1936), Björn Håkanson (1939) y Göran Sonnevi (1939). Lo que en nuestro continente correspondería a la Generación del 50.

La crítica lo ha identificado con el surrealismo europeo. No es del todo exacta esa ubicación. Las pretendida militancia de Söderberg en el surrealismo, no es otra sino un cierto leve acercamiento a la poesía francesa, particularmente en sus libros primeros; pienso en Los acróbatas (1955), Pájaro en la mano (1959) o Una puerta con candado (1965). Tal vez el verso libre, la no inmediata presencia de la naturaleza en sus temas o algunas figuras literarias de uso no común en la poesía escandinava, induzcan a una opinión crítica, que es desde ya superficial, a declararlo así. Como bien cita el poeta y antologador, Tom Hedlund, no existe indicio en sus más significativos poemarios que la poesía sea un recuerdo de Paul Eluard; aunque, agrega, hacia el surrealismo francés tiene Söderberg una temprana deuda.

Surrealista o no, las inquietudes del poeta han seguido otros caminos. Francia, España y nuestra América se suman a su experiencia y lo vinculan cada vez más a nosotros. Pienso que Lasse debía haber estado acá a partir del 89, que sus traducciones de Neruda y de tanto poeta chileno hubieran sudo conocidas antes. Él y nosotros lo merecíamos.

Además, varias de sus producciones alrededor de los 79s lo sindican en un claro compromiso con la idea de la liberación, por entonces en boga: Con greda en el corazón (1968), La comida del general (1972) y Voz para una revolución (1972), a modo de ejemplo.

No puedo separar antes ustedes la imagen del gestor y la del creador. Pertenecen, como sabemos quienes elegimos este oficio como medio de vida, a un mismo significante.

Hoy desarrolla el poeta, al tiempo de sus traducciones -de varios idiomas por lo demás- y de su difusión en el mundo escandinavo, una poesía de corte humanista y urbano en la cual la experiencia propia es la experiencia del mundo en estos tiempos de tontera y de opresión. Significo, con ésto, que no caerá en el discurso terrorista del poder actual.

Su compromiso con el hombre es también el de la poesía. Y así lo comprende. Desde El Castillo La Coste en ruinas hasta Caracol de Europa, sus producciones en estas últimas décadas confirman la afirmación hecha por el crítico Bengt Höglund, en 1989: No dio la espalda a la poesía del 68. En lugar de ello incluyó la política en la poesía. Allí donde Folke Isaksson se volvió hacia el reportaje político (y otros a la cuestión política), pudo Lasse Södernerg continuar poetizando en un lenguaje y una tradición que, aún desde un comienzo se pensó tenía un espacio para la sátira furiosa o el cerrado emblema ideológico.

Con todo, una gran contribución al desarrollo del oficio han sido sus Jornadas de la Poesía en Malmö, encuentro internacional que, desde 1987, ha convocado y vinculado, al menos un centenar y medio de poetas de todas las latitudes con el viejo continente, Europa, que aún en estos tiempos mantiene, en el dominante hemisferio norte, la llama de la cultura y de la esperanza en ella.

Los autores de nuestra lengua han tenido cabida allí: Ernesto Cardenal, Idea Vilariño, Daisy Zamora, Octavio Paz, Gioconda Belli, Humberto Akabal, Nancy Morejón, Pablo Armando Fernández, junto con Ana Rosetti, el hace poco fallecido (en Bangkok) Manuel Vásquez Montalbán o Ángel González, junto a muchos más. Pero también Sergio Infante, Sergio Badilla y Galvarino Santibáñez, nuestros muchachos en el exilio. Y los nombres de varios Premios Nobel de Literatura son ya una anécdota en esa lista: el magnífico Seamus Heaney y su mujer gaélica, aquel Wole Sowinka con su castellano apresurado y joven, o el con razón engreído Derek Walcott, son algunos. Y también brillan los nombres de Desmond Egan, Andrei Vosnezenski, Robert Bly, Eddy Van Vliet, Paolo Rufilli, Casimiro de Brito, en fin, tantos magníficos y tantos amigos comunes.

Como ven ustedes, el nombre de Lasse Söderberg queda para siempre vinculado al de muchos poetas de tantos continentes. Y de otros propulsores de la cultura en Malmö: Kjell Hansson, Pepe Viñoles por ejemplo. Hoy Lasse viene a casa -y lo hará tal vez el próximo año para el centenario de Pablo Neruda, así lo esperamos en nuestra independiente República de Valparaíso- a presentar su personal antología de la poesía chilena actual.

Bienvenido Lasse, pasa y cuéntanos de tus lecturas.

Muchas gracias



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