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31-Octubre-2003

 

Un documento imprescindible

 

escribe Cándido

El documental ofrecido el pasado día 23 por el noticiero Rapport del Canal 2 de la televisión sueca, sobre el golpe de Estado que derrocó por 24 horas al presidente de Venezuela, Hugo Chávez en abril del año pasado, resulta en muchos sentidos excepcional.

La excepcionalidad proviene, además de la honrosa decisión de emitirlo, del hecho de que el equipo irlandés que lo filmó se encontraba en el palacio presidencial de Caracas con otro cometido cuando, inesperadamente, ocurrieron los dramáticos acontecimientos del 14 de abril.

Y no menos del papel de los medios de comunicación, que han pasado a ser cada vez más, en lugar de medios de información democráticos, imagen que promocionan permanentemente, instrumentos incorporados a la esencia del poder económico-financiero de minorías.

El documento de la televisión irlandesa, muestra con fidelidad incuestionable cómo un puñado de empresarios, un líder sindical corrupto, la mayoría de los medios de información, especialmente canales de televisión y algunos militares, conectados y apoyados con y por los Estados Unidos, montan una revuelta para derrocar a un presidente elegido con arreglo estricto a las normas de la democracia representativa a la que invocan cada día, sin reparar en medios para ello. La calidad humana de los golpistas queda al desnudo, hasta con el lenguaje usado. Odio y miedo a la plebe que muestra un comportamiento ejemplar incluso cuando la intentona golpista es derrotada y el pueblo restituye a Chávez a su puesto. Provocan una veintena de muertes entre los manifestantes adictos al presidente, que los medios internacionales, los suecos incluidos, presentaron como causados por estos. Algo que la cámara desmiente.

Si lo que muestra el documento en relación a los acontecimientos que tienen lugar en Caracas es de por sí tan revelador que no merece comentarios, las reacciones de algunos gobernantes y columnistas demócratas en Estados Unidos y Europa, es todavía peor. El portavoz de Bush da la señal, seguido de inmediato por José María Aznar, el pequeño. Ninguno se plantea una condena al golpe de Estado contra un presidente legal, elegido por abrumadora mayoría, que no había transgredido ninguna norma legal y por tanto tenía derecho a terminar su mandato y ser alejado del gobierno por la decisión de los ciudadanos en las urnas, si así lo querían. Todos, abierta o implícitamente apoyan a los conspiradores. (Demuestran una vez más que las derechas son civilizadas en tanto tienen asegurados sus privilegios y su corrupción). Como ha ocurrido en Venezuela desde siempre, con gobiernos conservadores, o socialdemócratas (Carlos Andrés Pérez estuvo en la cárcel por ladrón), sin que los líderes de la Unión Europea ni los periodistas demócratas protestaran.

El colmo de esa actitud ignominiosa pudo leerse en la página política del diario sueco Sydsvenska Dagbladet del 13-04-2003, en el artículo titulado Adiós, Hugo Chávez. No hemos leído ninguna autocrítica del autor, presumiblemente el redactor jefe de dicha página, un conocido devoto proamericano, admirador del presidente Bush, lo que ya es decir.

El delito de Hugo Chávez fue defender el patrimonio nacional, particularmente el petróleo la principal riqueza del país, proponerse erradicar la gigantesca corrupción instaurada en el país, y ocuparse de que los desheredados tengan escuelas, médicos y una vida más decorosa. Y no agachar la espalda ante el imperio. Algo que resulta intolerable para los proamericanos vocacionales de la condición de vasallos. Y además ser amigo de Fidel Castro.



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