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Reconquistar las palabras y la memoria |
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Yo empezaría por una frase de Albert Camus que es muy conocida en Francia. Camus decía: ´nombrar mal las cosas significa aumentar las desgracias del mundo´. Creo que la uniformización del mundo comienza con la standarización, la normalización de la lengua. Las palabras se encuentran separadas de su memoria, desviadas de su sentido original, y yo tomaría como mejor prueba el vocablo mundialización´ y el de mundialismo´. Estos términos proceden de la larga tradición del internacionalismo democrático, no solamente el obrero, sino también el internacionalismo asociativo. Y este término ha sido expropiado a favor del ultraliberalismo, a tal punto que los movimientos sociales críticos al modelo de la globalización ultraliberal se ven catalogados desde la reunión del G7 en Génova -que fue reprimida- como antimundialización´. Como si alguien pudiese ser antimundialización. Todos deseamos, con las religiones, con las ideologías políticas desde hace muchos siglos, la unificación de la humanidad. El problema es que tenemos definiciones muy distintas de lo que puede ser la unión y la unificación del mundo.
Por el momento, lo que está dibujando el horizonte de lo posible en nuestros grandes medios es la nebulosa semántica del globalismo. Mejor diría yo, de la ideología globalitaria. Fabrica el nuevo sentido común. En la producción del imaginario de este porvenir que está necesariamente encauzado, las tecnologías de la información y de la comunicación, así como el discurso de acompañamiento con que las ofrecen al público, ocupan una posición decisiva y singular. Así ahondan las apologías sobre la llamada Sociedad de la Información(SDI), y la sociedad global de la información´, que han sido promovidas como paradigmas dominantes del cambio, y garantía de un mundo más solidario, transparente e igualitario. Yo les he dicho al inicio de la conferencia que una de las tareas fundamentales es reconquistar el sentido de las palabras. Yo insisto mucho sobre eso, porque pienso que todos los términos que utilizamos son tramposos, son trampas, para empezar por la más noble de todas, que reivindicamos todos desde hace mucho tiempo: la cuestión de la diversidad cultural. Ese término ha sido y está manipulado cada vez más. La noción de servicio público ha sido reemplazada por una totalmente vacía: servicio universal. ¿Qué quiere decir servicio universal´, sino finalmente una empresa que está en todas partes? Primero, reconquistar el sentido de las palabras. Segundo, reanudar con el deber de la memoria. Desde los años 60 y 70 se han acumulado en todas partes del mundo reivindicaciones, experiencias de lucha que han dado lugar a una vasta reflexión crítica y constructiva sobre la relación entre democracia, comunicación y espacio internacional. |
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