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Referéndum: Mucho más que una moneda |
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escribe Cándido El referéndum que tendrá lugar en Suecia el próximo día 14 para decidir sobre la sustitución de la corona por el euro apunta a convertirse en un hecho histórico a partir del cual, nada volverá a ser como antes. No es improbable que el mapa político que tradicionalmente caracterizó a este país, que ya en los 10 a 15 años ha venido modificando su perfil, experimente cambios más profundos y definitivos. Cambios que dependerán menos del resultado de la votación, que de la conducta de sus protagonistas. Serán cambios incruentos pero no por ello menos dolorosos. Sobre todo para los militantes de base del Partido Social-demócrata o de la Central de Trabajadores (LO) que han visto con una mezcla de indignación y sorpresa, a sus principales dirigentes, traicionar los valores que han proclamado defender y por lo que fueron llevados por sus adeptos al cargo que ocupan. La traición no deviene del hecho de que hayan optado por una de las dos posibilidades que ofrece el referéndum, en el uso de un derecho incuestionable, sino por haberse aliado con los "enemigos" tradicionales, la derecha política y el poder económico, en una campaña escandalosa de mentiras, chantajes, amenazas, financiada con dinero proveniente de la clase empresarial. No ha faltado ni siquiera la recurrencia al fantasma de Stalin y el "cuco comunista", lo que me hizo recordar a algunos países "demócratas" de América Latina, en los que en cada elección en la que había que impedir una eventual victoria de la izquierda, la embajada de Estados Unidos financiaba, a nombre de alguna organización "demócrata", una página entera, en los diarios también "demócratas" en la que aparecían unos tipos de aspecto patibulario arrancando un bebé de los brazos de una joven madre, para (créase o no) llevarlos para "Rusia". Jamás pensé que en el siglo XXI volvería a ver una agresión tan torpe y brutal al sentido común de los electores nada menos que en Suecia. Pero ya se sabe que la derecha es demócrata cuando tiene la sartén por el mango. Cuando se ve amenazada simplemente da un pasito más y se vuelve fascista. Lo difícil de tragar es que gente que actúa en política arropada bajo el manto de organizaciones que se proclaman "socialistas", (por favor, no sigan ultrajando esa palabra), o defensora de los derechos de los trabajadores, se hagan cómplices de una campaña tan sucia. Cómo en el chantaje de los empresarios amenazando con "llevar sus fábricas a otro país" si gana el NO, o que "primero hay que agrandar la torta para después repartirla". Ese cuento es más viejo que el de Caperucita y el lector ¿recuerda alguna vez en que agrandada la torta se repartiera con quienes, con su trabajo, la habían hecho más grande?. Ese mismo empresario que amenaza provocar dejar cesantes a los trabajadores al llevarse las fábricas a Lituania o Polonia, dejaba cesante ese mismo día a más de un centenar de empleados en Lund. Y en los dos años anteriores dejó cesantes a miles en nombre de la "racionalización", llevándose la fábrica al extranjero. Pero tanto los empresarios como la derecha política, están en lo suyo. El capital, ya se sabe, no tiene patria ni moral, ni ideología. Sólo se le puede reprochar que encubra sus propósitos, cómo lo hace ahora, recurriendo a engaños semánticos. Los que no tiene justificación y no serán absueltos por la historia son los cómplices de la llamada "izquierda". |
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