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05-Setiembre-2003

 

Primera Fiesta del Libro en Talca
Cinco poetas de la provincia

 

escribe Juan Cameron

Condenados al olvido ante la ausencia de editoriales regionales y en un momento de nulo interés intelectual por parte de la población, pocas oportunidades tienen los poetas de las regiones de ser conocidos en el resto del país. Sin embargo, el encuentro organizado por la SECH de Talca, con apoyo del Departamento de Cultura de la SEREMI de Educación consiguió, pese a los pocos recursos disponibles, vincular a varios creadores locales con los poetas visitantes. Se trata de un esfuerzo que merece ser reconocido.

Con ocasión de la Primera Fiesta del Libro, celebrada entre el 3 de mayo y el 8 de junio reciente, numerosos escritores del país se dieron cita en la Biblioteca Regional del Maule. Entre otros estuvieron presentes Clemente Riedemann, Eduardo Llanos, Francisco Véjar, Damsi Figueroa, Mauricio Barrientos, Sergio Hernández, Leonel Liemlaf, Jaime Huenún y Elicura Chihuailaf.

La muestra, organizada por el poeta Mario Meléndez, quien actualmente dirige la Sociedad de Escritores de Chile Filial Talca, permitió asimismo difundir la obra de varios autores vigentes de la VII Región, a pesar de las dificultades editoriales y de difusión que afectan a este gremio en la actualidad; Rodrigo Jara («Thanatos»), Silvia Rodríguez, Bernardo González, Ricardo Opazo y Andrés González son algunos de estos vates talquinos.

La visión en cierto pesimista de Thanatos en cuyo escenario la oscuridad pareciera dominar, se entiende como protesta al ambiente provincial y societario de esta ciudad. Su ruptura elige la marginalidad, la noche y la bohemia, como una segunda opción, ante aquello que el denomina «la quietud engañosa del camino». La elección de tal pseudónimo no indica, sin embargo, a alguien enamorado de la idea de la muerte, sino a un individuo escindido, un hombre de medio lado que traga con el cigarro su tristeza. Profesor por oficio diurno, Thanatos (Rodrigo Jara Reyes), nació en 1966. Ha publicado En los andenes de la memoria (1997), De la memoria al Fénix (2000) y Dos Sur y otros poemas escogidos (2002).

Este signo de rebeldía se manifiesta también en Silvia Rodríguez, quien elige los bares como «un confesionario donde todos conversan de igual a igual sin fijarse en profesión ni en apariencia». Desafiante, la autora se apropia de los temas, como al pasar, y rehuye de una supuesta poesía femenina: Desde el mes pasado hasta hoy,/ tan sólo ha sido abrirme de piernas,/ fingir para hacerte feliz/ para que pronto me bajes/ de la cruz objeto de tu instinto/ para que pronto llegues al orgasmo/ y pueda dormir tranquila. Silvia Rodríguez Bravo (San Javier, 1964) ha publicado Entre la poesía y yo (1993), Versóvulos (1998) y Profeta de bares (2002).

Bernardo González es sobrino nieto del vate maulino Jorge González Bastías. De estirpe más bien lárica, González es un poeta amable y cercano a la emoción: Cruzan volando por el comedor los brindis/ de las promesas que nunca se cumplieron. La casa materna, la imagen idealizada de la infancia y el rescate de elementos autóctonos le proporcionan un estilo interesante y grato a la lectura: aunque se pierdan las llaves en los pastizales/ y de los muros se descuelguen los retratos/ aunque mastique silencio/ soledad o pan frío/ mi cántaro siempre estuvo lleno. Bernardo González Koppmann (Talca, 1957) ha publicado Sin conciencia ninguna (1981), Poemas simples (1984), Poemas de la contemplación (1985), Poemas transparentes (1987), Nuevamente los pájaros acuden a rescatar mi soledad (1990), Remos (1995), Teatinas (1998), Blue (1998), Memorias del agua (1999), Dedales de oro (2001) y su antología Cantos del bastón (2002).

Similar resulta la lectura de Ricardo Opazo. Como González su estilo es rico en recursos expresionistas -y mantiene el mismo buen nivel de discurso- para ambientar la imagen en un escenario bastante parecido: El abuelo/ traía un carnaval/ de dulces y flores/ en los bolsillos./ Bajó a la lluvia/ (y confundido/ con la tierra)/ aún las espera/ al pie del arco iris. La herencia teilleriana no puede obviarse en esta suerte de escritores. La desazón, más allá de una nostalgia inmediata, queda también reflejada en Opazo en varios de sus textos: Hay una estación incierta/ en esta helada noche,/ respiro apenas/ y sueño nada. Ricardo Opazo (Huaquén, 1955) es autor de Poemas para naufragar en tu piel (1990), Colgado de los dientes (1955), Luna en camino rústico (2001) y Estación Olvido (2002).

Y tras ellos emergen nuevos poetas. Andrés González Fernández, inédito hasta el momento, entrega un tríptico de interesante factura, cuyas contribuciones parecieran recoger tanto la desazón provinciana como el compromiso con la reconstrucción de algún paraíso perdido: El pedregal amó nuestro cansancio/ mientras yo me desmontaba/ junto a la espesa compañía/ de unos troncos caídos/ donde supe que el viento era la prisa/ que alguien nunca tuvo. Su lectura se hace aún más interesante al percatamos de la edad de este creador. Andrés González nació en Talca en 1986 y es hijo del poeta Bernardo González.

El esfuerzo del poeta Mario Meléndez, con el comprometido apoyo del encargado de Cultura de la Secretaría Ministerial de Educación de la VII Región, merece el reconocimiento de los escritores del país. Sumado a la buena atención brindada a los invitados, la vinculación con una poesía floceriente y desconocida fuera de sus márgenes, demuestra cuán beneficiosos son estos encuentros para la efectiva difusión y desarrollo de este oficio.



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