|
||||||
La mentira pasa factura |
||||||
escribe Cándido Una reciénte encuesta de un organismo internacional de sondeos de opinión, efectuada en 141 países puso de relieve el categórico descreimiento de los ciudadanos en los políticos, en los representantes del poder económico-financiero, así como en los medios de comunicación de masas. Esto significa que los pilares fundamentales del sistema, carecen de la legitimidad que otorga el respaldo de los ciudadanos. Y no hablamos de la legitimidad de las urnas, que deja mucho que desear, como quedó demostrado en las "elecciones" que llevaron a la presidencia de Estados Unidos, "la mayor democracia del mundo", a George W.Bush en el año 2000. Desde siempre en la historia de la humanidad, el poder ha sido discrecional y ha protegido antes sus propios intereses que los del común de los ciudadanos a los que dice servir. Por ello es que en los regímenes auténticamente democráticos, esa obligación de servicio, se intenta salvaguardar mediante diversos macanismos constitucionales. Pese a lo cual la realidad muestra lo contrario. Desde que la globalización financiera impuso sus reglas degradando el orden económico mundial, imponiendo la condición de mercancía a todas las actividades humanas y marginando la ética como valor de la humanidad, la necesidad de recurrir a la mentira en sustitución a la carencia de argumentos se hizo ineludible. El resultado fue el pensamiento único. El histórico 11-S del 2001, elevó esa tendencia a la categoría de razón de Estado. Y la expresión más perversa de ella son las mentiras con que Bush, Blair and company, quisieron "vender" a sus ciudadanos en primer lugar, y al mundo, la necesidad de la guerra contra Irak. Una guerra que había sido decidida mucho antes, independientemente de que los datos de la realidad, mostraran lo contrario. En un mundo en el que existiera medianamente un nivel de justicia, estos señores así como los columnistas que respaldaron las mentiras haciendo la apología del terror de una guerra injustificada, deberían estar ya delante de un tribunal internacional. Una eventualidad que no está definitivamente descartada. Blair compareció esta semana ante la justicia de su país, implicado en algo tan grave como la muerte (suicidio) de un asesor que reveló manipulaciones del gobierno para justificar la guerra contra Irak. El "globo" Bush, que los mismos mentirosos, de adentro y de afuera, contribuyeron a inflar, está pinchado y sólo un milagro podrá mantenerlo a flote. Ya sus contrincantes en la carrera a las presidenciales de noviembre del año próximo lo acusan públicamente de haber mentido en sus "razones" para la guerra. Y el catastrófico curso de la "liberación de Irak", en el que Estados Unidos ha perdido al día 27/8 más soldados que los que perdió durante la guerra" más el fracaso de las intenciones de diseñar "una paz" para la región bajo control "americano" pueden tener consecuencias más graves para su país (no hablemos del futuro político de Bush, algo difícil de imaginarse que exista), que la derrota de Vietnam. A falta de un tribunal internacional, ha surgido como uno de los hechos más importantes de nuestros días, un tribunal de la opinión pública, que los ha condenado. Un editorialista del New York Times escribió un día después de las demostraciones habidas en todo el mundo el pasado 15 de febrero contra la agresión militar a Irak, que ahora existían dos superpotencias: Estados Unidos y la Opinión Mundial. Y como también la resistencia al orden global del fundamentalismo neoliberal, es global, la justicia de ese tribunal mundial, está alcanzando, no sólo a los grandes mentirosos, sino también a los mentirosos locales, que "venden" ilusiones de una "Europa unidad para la paz y la prosperidad". Lo de la prosperidad es cierto si se refiere a los empresarios suecos que en un período de 5 años incrementaron en un 70% sus ingresos. Mientras que para los trabajadores el aumento en el mismo lapso fue de 16%. |
||||||
|
||||||
|