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La guerra contra Irak |
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escribe Cándido La tragedia del pasado martes en Bagdad en la que perdieron la vida una veintena de personas que trabajaban en las oficinas de Naciones Unidas, entre ellas el jefe de la misión de Naciones Unidas, el brasileño Sergio Vieira de Mello, tiene un claro responsable en las fuerzas de ocupación de Irak. A ellas compete, por disposiciones legales internacionales y por imperativo moral -un valor bastante extraño al comportamiento de los ocupantes- la preservación de la seguridad y el orden en el territorio ocupado. Cierto es que la "primera potencia militar del planeta" no ha mostrado gran eficiencia a la hora de cumplir esas tareas. Ni en su propio territorio como quedó comprobado el fatídico 11-S. La desprotección del edificio y la vida de las aproximadamente 200 personas asignadas a la misión de Naciones Unidas, podría ser un dato más de la increíble torpeza e incompetencia que en el específico terreno militar han mostrado los ocupantes. Pero hay otros aspectos que no pueden dejar de tenerse en cuenta. Vieira de Mello era un diplomático que se había destacado por sus firmes posiciones en defensa de los derechos humanos y la solución política de los conflictos. No era un hombre sumiso a la arrogancia de Estados Unidos y a diferencia de lo que se habitual en el mundo diplomático, no "cuidaba la ropa" aunque sí el estilo, a la hora de expresar sus opiniones. Y ello constituye un dato relevante en estos momentos. Porque hace pocos días, el pasado domingo, en declaraciones a la agencia noticiosa Estado, Brasil, Vieira de Mello manifestaba entre otras cosas que "la ocupación resulta humillante para el pueblo iraquí", que "Estados Unidos y Gran Bretaña deben garantizar que la ocupación no será indefinida" y respecto a la resistencia iraquí manifestó "a mi tampoco me gustaría ver tanques extranjeros recorriendo las calles de Copacabana". No es ningún invento calumnioso de un periodista "antiamericano" el afirmar que Estados Unidos no ha vacilado nunca en la utilización de cualquier medio para eliminar a quienes considera un obstáculo a sus intereses o planes políticos. La lista es larga para incluirla aquí. Hasta ahora ninguna organización se responsabilizó del atentado y Paul Bremen aludió a Siria, Sudan y Yemen en lo que fue interpretado como objetivo para futuras acciones de «castigo». Además de una posible maniobra diversionista. Desde que la guerra de Irak se dio por terminada y ganada, las cosas han ido de mal en peor para la "coalición". Y aquí es necesario recordar que la guerra contra Irak se llevó adelante contra la opinión mundial, contra las Organización de las Naciones Unidas que reúne a 191 países, contra los inspectores comandados por el sueco Hans Blix y contra voces nada sospechosas de "antiamericanismo" dentro del espectro político y militar de los propios Estados Unidos. Y, lo que es mucho peor, argumentado mentiras. Bush y Blair mintieron sin escrúpulos a sus respectivos pueblos y al mundo, en su afán de justificar lo injustificable. Tuvo cómplices -y no hay que olvidarlos- en los "formadores de opinión", muchos de ellos están entre nosotros, que justificaron el "derecho" a la agresión , disfrazada de "defensa contra las armas de destrucción masiva" de Sadan Hussein. Todos ellos contribuyeron a la "neutralización" de las Naciones Unidas. Mientras, en su colosal ignorancia creyeron o simularon creer que los iraquíes recibirían "con los brazos abiertos" su modelo de "libertad y democracia", ignoraron a las Naciones Unidas. Cuando empezaron a cosechar derrotas y cadáveres, se han acordado de Naciones Unidas y los demás países. Quieren que pongan su cuota de "carne de cañón". Sólo podrán conseguir mercenarios. Y ahora pretenden que el cochebomba en Bagdad no estuvo destinado a ellos (los ocupantes) sino a la "comunidad internacional". El incapaz que funge como presidente de la superpotencia, que en su primera declaración tras el atentado -rápidamente suprimida por los medios-, dijo que "era el fruto de la desesperación ante los progresos alcanzados en Irak", debería ponerse de rodillas y pedir perdón a su pueblo y al mundo por sus mentiras, sus crímenes y su infundada soberbia. |
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