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Las verdades de Walker Bush |
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escribe Carlos Morales Uno de los primeros candidatos del actual gobernante de los Estados Unidos para ocupar la principal Secretaría de Asuntos Latinoamericanos, fue William Walker, de no sé qué apellido materno. Ni interesa. Era un diplomático republicano que ya había descollado en Nicaragua y Honduras durante los tiempos de John Negroponte y sus mercenarios del Irangate. El Congreso lo rechazó de primera instancia y por dicha el moderno filibustero se tuvo que perder entre los cargos de segunda fila y menor peligro del Departamento de Estado. Su mercenario nombre era inaceptable para la América entera, pero más aún para la empobrecida Centroamérica, donde ya había hecho desastres su homónimo invasor de 1856. Nos salvamos así del segundo Walker, pero nos ha resultado peor el tercero. Un vaquero, también del sur y también seboruco como los otros, pero ahora endiabladamente falaz. La masacre en Irak y la subsecuente guerra de guerrillas, se encargaron de desnudarlo. Hussein es un enemigo peligroso, posee armas químicas y tiene el mayor ejército del oriente medio, fue lo primero que dijo para alentar su ambición de jugar a la guerra con la vida de otros. Constituye una amenaza para la seguridad de los Estados Unidos y para todos los pueblos del mundo. Posee arsenales inmensos de armas químicas y bactereológicas que destruirían la región en pocos minutos. El petróleo no nos interesa. Después del 11 de setiembre tenemos comprobados sus vínculos con Al Qaeda, con el escapado Ben Laden y con los atentados terroristas en New York y todo el mundo. Tenemos que ir a una cruzada por la liberación de Irak para destruir armas químicas y acabar con el terrorismo del Eje del Mal, que dirige Hussein desde sus palacios en Bagdad, seguía diciendo todos los días el nuevo Walker de la Casa Blanca. Claro, todo esto se propagandizó en la ONU, se le envió a gobernantes sumisos y poco perspicaces como Aznar, Blair, Batle, y a los chicos de las banana republics. Así y todo, el caudal de mentiras no surtió efecto y el Consejo de Seguridad rechazó la guerra, por lo que el filibustero debió ir a combate a revientacincha con sus 3 incautos de poca frente. Entonces dijo que las armas de exterminio masivo ya estaban localizadas por nuestros satélites (remember Powell) y puso a Blair a decir que Hussein compraba uranio en Níger y que estaba en capacidad de usarlas en término de 45 minutos. Convenció el presidente Bush a sus soldados y a los pobres inmigrantes que embarcó la pérfida Albión, de que el enemigo era gigantesco y si bien se defendería con pasión, el pueblo musulmán saldría a las calles a vitorearlos con palmas y banderitas, una vez que capturaran a Hussein. Ni tan seria la amenaza ni glamorosa la acogida. Los invasores tomaron una ciudad tras otra sin señal de la Guardia Republicana y después de limpiar un poco el desierto, en vez de apoyo de la población, solo recibieron insultos y emboscadas suicidas que matan dos soldados por día con visos de crecimiento. El 1 de mayor Walker Bush Jr. declaró concluidas las hostilidades, pero transcurridos tres meses de american peace, la guerra clandestina abate todo Irak y en vez de alejarse de la zona, Donald Runsenfel ha prometido 145.000 nuevos reclutas y Aznar otros 40.000 para ayudar a juntar los muertos. O sea que el coloniaje va para largo, pues según el general Tommy Franks, jefe de las tropas de ocupación, su ejército no podrá salir de Irak antes de unos cuatro años. Y pensar que W. Bush dijo que solo irían, terapeúticamente, a instaurar la democracia y abandonarían la región& Lo mismo que decían Nixon y Johnson cuando la escalada en Vietnam, y se quedaron 20 años. Círculo vicioso, con muerte, escombros y guerra sin fin declarada. Pero también dijo Bush que atacaba Afganistán para atrapar a Ben Laden y por ahí anda el barbudo, más suelto que una cumbia. Y dijo que apresaría a Hussein, pero este le manda recados cada dos días, ora por radio ora por carta ora bala. O sea que este Walker es igual que el del siglo XIX, al que hubo que quemar en Honduras para que no fuera tan mentiroso y angurriento. Carlos Morales es periodista y escritor costarricense |
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