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11-Julio-2003

 

Superpotencia en apuros

 

escribe Cándido

A despecho de los cánticos de victoria en la cruzada implacable de la Administración norteamericana contra el terrorismo, de la distorsionada información que los vasallos mediáticos intentan contrabandear en cada minuto, los hechos de la realidad no muestran un presente de rosas para la potencia más poderosa del planeta como gustan repetir aquellos, talvez para intimidar a los antiamericanos.

Tanto en el frente externo como en el interno, nada parece funcionar según las previsiones anteriores de los expertos de uno y otro lado del Atlántico. Los medios pretenden ignorar o minimizar tanto lo que ocurre en Iraq como la cotidiana sucesión de pequeñas tragedias que golpean a los aterrorizados ciudadanos del país. Incendios que llevan tres semanas sin poder controlarse, arrasando grandes extensiones de bosques (algo que no preocupa mucho a Bush que entre sus genialidades afirmó que la mejor manera de evitarlos era talar todos los bosques, lo que en la lógica de la democracia americana le asegura una buena contribución de la industria de la madera, para financiar su campana electoral). Como un regalo, venganza de los hambrientos del mundo, nubes de langostas se abaten sobre amplias zonas del país devorando todo lo que encuentran a su paso, sin que los escudos protectores puedan impedirlo. Completando la lista de desastres más o menos naturales, y pese a la incredulidad de Bush sobre el llamado efecto invernadero  frecuentes tornados devastan pueblos enteros. Perfilando este panorama de terror interior, no pasa día sin que un trabajador despedido o estresado por los sueldos basura y el acoso cotidiano de los patrones a través de guardias  mercenarios, saca la escopeta del armario y la emprende a tiros con sus verdugos y también compañeros de esclavitud dejando el tendal de cadáveres. (El más reciente episodio de este tipo ocurrió el pasado miércoles 9). Edificios que se derrumban porque la calidad de los materiales con que fueron construidos no resisten ningún sobrepeso, son también muy frecuentes. Todo esto no son inventos de los malvados antiamericanos. Están documentados casi siempre a una columna y en letra pequeña en los diarios proamericanos. El gran «Talón de Aquiles» del imperio, su economía, se ve cada vez más vulnerable. Cifras recientes informan que el paro alcanza al 6,4 %, el nivel más alto de los últimos 10 años. Cerca de tres millones de puestos de trabajo han desaparecido en los últimos tres años. Y el porvenir no se muestra mejor que los datos macroeconómicos y las estadísticas, nada alentadores por cierto, ilustran sobre el estado de la nación esta suma de relativamente pequeños acontecimientos.

En el frente externo, los brazos abiertos con que los iraquíes iban a recibir a sus libertadores según las promesas de Rumsfeld y  Bush, están resultado un abrazo del oso. La sangría, literalmente hablando es cotidiana y según denunció un senador en el Congreso, nuestros soldados están aterrorizados y pidió a Europa que le enviara combatientes para darles una mano. Los libertadores nos recuerdan a los militares latinoamericanos asaltando de madrugada las casas de las familias en busca de terroristas. El caos sigue reinando en Irak. Mientras los jefes de la coalición han tenido que reconocer que mintieron o fueron engañados por sus respectivos servicios de información. 
Algo huele muy mal en el imperio.



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