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20-Junio-2003

 

Un continente en ebullición

 

El crecimiento del Producto Bruto Interno que registró América Latina en la década de los 90, impulsado en gran parte por las privatizaciones y la especulación financiera, se perdió drásticamente en los primeros dos años de este nuevo milenio, determinando que los organismos internacionales, consideren a los 90' como otra "década perdida".

La ola de privatizaciones y la oferta de créditos a las naciones latinoamericanas impulsó un fuerte crecimiento de la deuda externa que triplicó los niveles de la deuda que, a principios de la década de los 80, se consideraba crítico. Además trajo aparejado la extension del fenómeno de la corrupción que contribuyó al descrédito en el sistema político.

El aumento de la deuda, la pérdida de empresas públicas y recursos naturales, no reflejó una mejora en las condiciones de vida de la población que, para fines del 2002, sumaban en el continente lationamericano más de 200 millones de pobres, la mitad de los cuales no posee recursos para subsistir.

Esta situación ha generado fuertes protestas en todo el continente. Impulsadas por distintos factores, pero todos teniendo como fondo la crisis económica, las movilizaciones populares han provocado en los últimos años, la destitución de varios gobiernos, como los de Ecuador, Perú, Paraguay y Argentina. Actualmente, los gobiernos de Nicaragua, Guatemala, Perú, Ecuador, Bolivia, Costa Rica, Uruguay, entre los más afectados, enfrentan huelgas, paros y protestas callejeras.

En Perú, recién culminó una huelga de 300.000 maestros que puso en jaque al gobierno del presidente Alejandro Toledo. Durante el conflicto, que duró casi un mes, a los maestros se sumaron los campesinos con los cortes de ruta y los trabajadores del sector judicial, obligando al gobierno a decretar el estado de emergencia y sacar el ejército a la calle, a pesar de lo cual se realizó una masiva movilización en Lima en que la gente gritaba "y va a caer, y va a caer, el mentiroso va a caer". En la represión a estas movilizaciones, fueron muertos varios manifestantes.

Fue precisamente la movilización popular que destituyó al ex presidente Alberto Fujimori y posibilitó el llamado anticipado de elecciones. En poco meses, las expectativas creadas por el nuevo mandatario fueron destrozadas. Ahora Toledo intenta negociar en Estados Unidos un acuerdo comercial que impulse la economía, mientras en el país se revelan preocupantes indicios de la reaparición del maoísta grupo guerrillero "Sendero Luminoso".

El 83,9% de los peruanos desaprueba al presidente Alejandro Toledo, a raíz de la crisis social que generó en el país.

En Ecuador, el gobierno de Lucio Gutiérrez ha debido enfrentar la huelga de 120.000 maestros que ya cumple un mes, con los docentes cortando los puentes y las rutas en solidaridad con los trabajadores peruanos. Y ahora se inicia un paro de los trabajadores de la empresa estatal de petróleo, en rechazo a la iniciativa presidencial de abrir el sector a las inversiones extranjeras.

Gutiérrez llegó a la presidencia, tras darse a conocer cuando respaldó las movilizaciones campesinas que culminaron con la destitución del presidente Jamil Mahuad. Gutiérrez ganó las elecciones con un discurso nacionalista y progresista, lo que llevó a muchos observadores politicos a compararlo con el presidente de Venezuela, Hugo Chávez. Sin embargo, el idilio de Gutiérrez con la izquierda duró muy poco. Sólo un par de semanas después de asumir el gobierno, presentó un ajuste económico que obedecía a los reclamos del Fondo Monetario Internacional, y anunció la privatización o tercerización de sectores de la economía.

En Costa Rica, unos 50.000 maestros en huelga han puesto en aprietos al presidente Abel Pacheco y provocaron la renuncia de la ministra de Educación, Astrid Fischel. A las movilizaciones de los maestros se sumaron los empleados de telecomunicaciones, electricidad y personal de la seguridad social, que marcharon por la capital San José para protestar contra la política económica del actual gobierno.

En México, los trabajadores de la educación vienen realizando desde hace un par de semanas una manifestación diaria en la capital. A esto se suma la resistencia de los trabajadores de los sectores petroleros y de la electricidad, a los planes del gobierno por privatizar parte de estas poderosas empresas del estado. El presidente Vicente Fox, ha sufrido también el desgaste de su gestión, después de reemplazar al PRI en el gobierno, tras más de 70 años en el poder. Si bien México no enfrenta las graves dificultades de los demás países de la región, por su fuerte sector petrolero, favorecido por el alza de precios del último año, tiene una importante deuda social.

En la Argentina, el presidente Néstor Kirchner, que asumió el pasado 25 de mayo, ha debido concurrir a varias provincias para desactivar las protestas sociales. El movimiento de piqueteros, motor de las movilizaciones que en diciembre de 2001 provocaron la renuncia del presidente Fernando De la Rúa, han concedido una tregua parcial, pero sin dejar de realizar marchas de protesta. La posición nacionalista del presidente Kirchner ha recibido el respaldo del 75% de la población, según una encuesta publicada esta semana.

Sin embargo, aunque la economía ha mostrado síntomas de recuperación, la desocupación sigue siendo alta, más del 18%, y existe una gran precariedad en las condiciones laborales.

En Bolivia, luego de la huelga policial que estuvo a punto de derribar al presidente Gonzalo Sánchez de Lozada en febrero, donde se registraron varios muertos en la represión a los manifestantes, los maestros paralizaron durante dos semanas la educación en abril. Ahora el gobierno enfrenta la movilziación de los campesinos que se han volcado a realizar cortes de ruta en protesta, y resisten al ejército enviado para reprimirlos.

En Brasil, el presidente Luiz Inacio Lula da Silva fue abucheado por primera vez en el Congreso de la Central Unitaria de Trabajadores, CUT, mientras que los campesinos sin tierra ocupan rutas, se extiende la resistencia al proyecto de reforma a la ley de jubilaciones y se anuncia una posible huelga del sector estatal para julio.

En Uruguay, la central de trabajadores (PIT-CNT) convoca a un paro general para este 17 de junio en rechazo de la política económica que ha llevado a la desocupación a sus niveles históricos más alto, 20%, en rechazo a la política de privatizaciones, y a la situación que expulsa a más de 50.000 uruguayos del país cada año.

Paraguay por su parte, acaba de elegir nuevo presidente, tras pasar por una de las peores crisis económica y social de su historia. El presidente González Macchi es acusado de corrupción y sufrió un juicio politico en el Congreso, del que escapó por un voto. El país enfrenta constantes movilizaciones de campesinos, y una crisis financiera, provocada por un fraude bancario. González Macchi asumió la presidencia designado por el Congreso, después que las movilizaciones populares provocaran la renuncia del entonces presidente Raúl Cubas.

En Colombia, en medio del conflicto armado, el gobierno enfrenta ahora la resistencia de los trabajadores de la telefónica estatal "Telecom", disuelta por el gobierno para privatizar el sector, y que deja sin empleo a más de 10.000 trabajadores.

Políticas neoliberales

En la base de todas estas protestas sociales y la crisis económica, están las políticas económicas que promueven instituciones como el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional, y que en décadas de aplicación, co dictaduras o gobiernos electos, han creado pobreza e inestabilidad en la mayoría de países latinoamericanos.

En los últimos años, con el espejismo de los créditos y el ingreso de capitales golondrinas, las economías de la región mostraron algunos índices de crecimiento, sin embargo, desde mediados de la década de los 90, la economía se estancó, primero, y entró en una profunda crisis, después, con el Cono Sur tirando hacia abajo todos los índices.

Durante los años 90, el crecimiento del Producto Interno Bruto por habitante fue de un modesto 1,4%, pero esta cifra se volvió negativa en los últimos dos años, según datos de la Cepal.

Tomando el producto interno de toda América Latina, si durante los años 90 la región creció a un promedio del 3% anual, en el 2002 la economía latinoamericana se contrajo en un 0,5%. La caída principal fue la de las economías del sur del continente, con Argentina a la cabeza, que cayó un 12% el año pasado, seguida por Uruguay, Venezuela y Paraguay.

El inicio de la crisis coincide con la huída de los capitales de la región con posterioridad a la crisis asiática y rusa de 1998. En el año 2002, la transferencia neta de recursos desde la región fue de US$39.104 millones. Si se toma sólo América del Sur, la salida de capitales fue de US$46.524 millones, sumando Argentina, Brasil, Venezuela, Uruguay, Colombia y Paraguay.

A ello debe agregarse la caída de la inversión extranjera directa, que pasó en los últimos cuatro años de US$79.741 millones a US$38.974 en 2002.

De esta cifra, US$27.000 millones fueron absorbidos por solo dos países, Brasil y México, dejando apenas US$12.000 millones para el resto del continente.

Los indicadores de pobreza, que durante los años 90 venían reduciéndose, volvieron a subir. En 2002 un 44% de la población latinoamericana es pobre y un 20% es indigente. Esto significa que hay 233 millones de pobres, contra 120 millones en 1980, y 106 millones de indigentes.

De 2000 a 2002, quince millones de personas se sumaron a los escuadrones de pobres del continente.
Otro dato que indica la decadencia general de la economía y del nivel de vida de los latinoamericanos es el aumento del desempleo, que creció un 50% entre 1990 y 2002, pasando de 5,8% a 9,1%.

Las caídas más importantes fueron otra vez en el sur del continente. En 20 años, Argentina pasó de 2,6% de desocupación a un 21% el año pasado. En el mismo período Colombia saltó de un 10% a un 17,6%, Uruguay pasó del 7 al 20% y Venezuela, del 6% a 15,8%.

Otros indicadores son igualmente graves, como la deserción escolar: en 18 países de la región en el año 2000, 15 millones de jóvenes de entre 15 y 19 años de un total de 49,4 millones, abandonaron la escuela antes de completar los doce años.

El empobrecimiento continental creció de la mano de la deuda externa, que se triplicó en las últimas dos décadas, pasando de US$220.444 millones en 1980 a US$725.074 millones en 2000.

El esfímero crecimiento de la década de los 90 se lo llevó el viento o los capitals golondrinas, dejando un continente tres veces más endeudado que hace veinte años, con más 200 millones de pobres, de los cuales cien millones no tienen ni para subsistir, un tercio de los jóvenes escapando de las escuelas y un décimo de la población urbana activa desempleada.

Esta situación está provocando una reacción en cadena en todo el continente contra las políticas neoliberales, y nuevas formas de organización política y/o social comienzan a surgir donde las instituciones establecidas no ofrecen respuestas.



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