escribe Pepe Viñoles
Del 21 al 25 de mayo visitó Suecia la poeta, ensayista y traductora cubana Nancy Morejón (La Habana, 1944), invitada a participar en las Jornadas Internacionales de Poesía de Malmö y por Sagohuset de Lund. Nancy Morejón debutó en 1962 como una de las voces poéticas más sobresalientes de Cuba con Mutismos, posteriormente ha publicado un importante número de libros de poesía, ensayos y traducciones de poetas caribeños. Su obra ha sido traducida al inglés, alemán y francés, y ahora al sueco con la reciente aparición de Där ön sover som en vinge (Aura Latina, 2003). En sus presentaciones en Malmö y Lund, Morejón dio lectura al manifiesto en defensa de la soberanía de Cuba A la conciencia del mundo, que fue dado a conocer en mayo por iniciativa de un grupo de destacados intelectuales mexicanos junto a cuatro premios Nobel y que han suscrito miles de intelectuales y artistas en todo el mundo. Sobre su obra y la hora actual de Cuba habla Nancy en esta entrevista realizada durante su estadía entre nosotros.
Liberación En 2001 recibiste la distinción literaria más importante de Cuba, el Premio Nacional de Literatura. Tu poesía y tu obra nacen con la revolución. Son varias décadas de creación, tantas como la edad de la revolución misma. ¿Qué significó para tí recibir dicho reconocimiento?
Nancy Morejón - Fue un gran estímulo. Porque uno escribe para que lo lean, para comunicarse, para decir cosas necesarias, para decir cosas que uno cree, y al final se me premia a una trayectoria, lo que yo agradezco muchísimo. Porque como dije en el texto que leí agradeciendo el premio, que él me ayudará a seguir escribiendo sobre mi entorno, sobre mis derechos, sobre mis deberes. Y a mi edad la literatura no significa sólo escribir bien, ella tiene que tener un sentido que me exige ser mejor. No se trata sólo de escribir bien, porque se puede escribir bien pero con un sentido muy vacío. Yo decía allí, -y no es por citarme- de que yo creía que con mi poesía le había dado voz a quienes no habían podido tenido voz y hablaba de mis abuelos a quienes no conocí, de todo un mundo ancestral, que socialmente irrumpe recién con la revolución cubana.
L- Hay quienes sostienen que aquel momento de aparición de voces nuevas de Cuba ha pasado. Que existe una petrificación de lo que fueron esas flores de los primeros años de la revolución.
N.M.- Eso es inexacto. Yo creo que si bien debemos luchar mucho no sólo por contribuir al mejoramiento de Cuba y sus necesidades que hacen a nuestro destino como nación, sino además combatir toda suerte de estereotipos creados por campañas sistemáticas a veces directas y otras veces indirectas. Yo creo que ha habido mucha veleidad en algunos intelectuales y en algunos amigos que se han querido confundir en relación con lo que ocurre en Cuba. Porque hay que pensar muy bien de que este no es un momento de Cuba solamente, este es también un momento de toda la Humanidad que comenzó por Irak y que puede terminar por cualquier otra parte del mundo, de nuestro mundo. Y está en juego el destino de Cuba y también el de la Humanidad. Y en ese discurso cuando recibí el premio, yo decía que si bien no había vivido la experiencia directa de la guerra y habiendo conocido la lucha de liberación de mi país sólo en La Habana, donde nací y crecí; aunque después por razones docentes viví en Oriente donde supe por quienes habían participado directamente en esa guerra a mediados y finales de los 50, que estoy contra la guerra. Y estamos contra la guerra, pero no podemos olvidar que nosotros tenemos que existir y tenemos que defendernos a cualquier precio. Por eso cualquier especulación sobre Cuba, sobre lo que somos nosotros, sobre nuestras visicitudes, sobre nuestros logros, debe considerarse también a partir, primero del derecho que nosotros tenemos a existir y cómo nosotros hemos escogido existir.
L- Algunos predijeron o han sostenido después, que Cuba como producto de la caída del socialismo en la Unión Soviética y de los países de Europa del Este a partir de los 90 y del reforzamiento del bloqueo norteamericano iba vivir o vive un síndrome de falta de libertad interna o de militarización de su sociedad&
N.M.- Esa es una teoría que nació en el 89 cuando cayó el muro de Berlín, donde hubieron muchas especulaciones e incluso comparaciones con los sucesos rumanos. Hubo pronósticos bien amargos y desesperanzadores en relación con Cuba, que nosotros éramos parte de una cadena y que íbamos a desaparecer. La vida ha demostrado todo lo contrario y en ese sentido quiero recordar a una figura que quizá no es muy citada en este momento. Me refiero a Sartre, que visitó Cuba en los primeros años junto a Simone de Beauvoir, y que conocieron de primera mano el primer período de la nueva revolución y al Che, que encontraron como cosa nueva y distinta de esta revolución, como cosa valiosa, como logro: su originalidad. Porque la revolución cubana surge como consecuencia de un proceso que nace en 1868, incluso con algunos otros antecedentes que pueden datar hasta de mediados del siglo XVIII cuando la toma de La Habana por los ingleses que sólo dura nueve meses. Allí comenzaron los sentimientos nacionalistas nuestros a florecer. Yo estoy convencida de que la revolución de 1959 es una consecución, y no se puede ver desvinculada de los procesos independentistas del siglo XIX. ¿Cómo pensar que nosotros éramos un satélite o una copia al carbón de la experiencia de los ex-países socialistas? La vida ha demostrado todo lo contrario porque no estaría yo hablando contigo en este momento, y defendiendo una cultura, que es lo primero que hay que defender. Y estoy defendiendo el derecho de Cuba a existir en el hemisferio occidental que es donde estamos, con toda la dignidad que clamaba José Martí.
Naturalmente que el período que hemos vivido en los 90, que nosotros llamamos período especial fue un período duro y difícil, porque quedó afectada nuestra economía que es lo que rige lo demás. Y yo, como muchos otros escritores e intelectuales somos concientes de que por ejemplo, la industria editorial cubana fue afectada duramente porque había que preservar y priorizar los libros para la educación. Pero esa dificultad pudo revertirse con hallazgos de otras opciones editoriales por parte de escritores jóvenes y no tan jóvenes que comenzaron a publicar sus libros -sobre todo en las provincias- en ediciones artesanales y semi industriales de mucha belleza , o buscando otras soluciones muy creativas y buenas. Encontramos respuestas de arte a esas dificultades que parecían insuperables en principio.
No es bueno negar la existencia de esas dificultades y problemas que hemos tenido que enfrentar. Perdimos mercados, Cuba es aun un país subdesarrollado y dependiente pero no se ha cerrado una escuela, un círculo infantil, hemos logrado sobrevivir. Las conquistas fundamentales de la revolución cubana que son en el campo de la educación, de la salud, de la cultura -porqué no también-, han sido intocadas y la reanimación que ya se ve, y que doblando el siglo para el momento en que estábamos nos hace optimistas y es muy estimulante. A pesar de que estemos en este vórtice donde está en juego nuestro destino y de los riesgos que corremos como nación después de la guerra contra Irak. Pienso que hemos salido de esa crisis de los 90 con una gran altura y un gran sentido del honor. Con un sentimiento de identidad que se ha preservado. Identidad que es la nuestra, que no se ha forjado en un día ni tres, ni a la sombra de ninguna otra identidad. Y es la que defendemos.
Y por eso creo que no sea el momento para confundir una coyuntura desafortunada para clamar y contribuir para poner a Cuba en las filas de los países terroristas . ¡Cuidado con los que quieren ver en Cuba y en nuestra imagen, una imagen de violencia fortuita!
L- Separando a quienes han sido enemigos históricos de la revolución cubana de otros que hoy se manifiestan críticamente sobre Cuba: ¿Porqué crees tú que estos últimos han adoptado esas posiciones? ¿Es acaso por cansancio, por desesperanza, o porque ya no piensan como antes? ¿A qué se debe esa dureza de posiciones para juzgar y exigirle a Cuba?
N.M.- Yo respetaría a aquellos que se hubiesen cansado. Pero yo pienso que algunos se han alineado en posiciones que corresponden a la existencia de un mundo unipolar. Y ese mundo unipolar ha sido muy audaz y sagaz en la política de asimilación de sus intelectuales que han sido tratados en forma especial, y mediante el recurso de que tengan acceso a una cantidad de beneficios materiales y que al fin les hace a muchas figuras intelectuales cambiar el derrotero. Yo creo que se trata de algo muy sencillo que cualquiera puede ver; hay una amnesia política que se siente culpable y que no ve lo que no quiere ver, a la cual le resulta mucho más fácil desmarcarse y aprovechar la ocasión frente a la primera coyuntura de caos o de supuesta desventaja para decir ya no soy más, soy un arrepentido. Y no hay cosa más triste que un converso arrepentido.
L- Es evidente que tu generación en el campo artístico, literario, irrumpe no sólo para Cuba, sino que surge e influye y rompe también en el resto de América Latina con muchas ideas que existían con relación al lenguaje, contenidos, formas e ideas referidas a la relación entre el arte y la sociedad. ¿La generación de los escritores cubanos, vuestro relevo, tiene una percepción de la realidad diferente, o tiene mayor dificultad que ustedes para producir una ruptura de ese carácter? ¿Cómo se expresan hoy? ¿Están a la altura de ese reto o no se lo plantean como ustedes se lo plantearon cuarenta años atrás?
N.M.- Pienso que hay una gran diversidad, y hay que decirlo así: generacional, de estilo, de formas, que creo que hay que atender puesto que refleja la posibilidad real de la existencia de esa diversidad. Pero hay asuntos que sólo les concierne a las generaciones que son protagonistas de sus actos. Yo creo que siempre hay escritores y artistas que saben encontrar su camino. No quiero dar ejemplos porque no me gusta ser injusta y mencionar a la gente más cercana o a la gente que a mí me gusta. Estoy convencida y no tengo ninguna pesadumbre ni preocupación en ese sentido, que serán mejores que nosotros porque han tenido muchos más posibilidades que las que nunca tuvimos nosotros. Por muchas razones, entre otras porque tuvimos que existir en medio de un férreo bloqueo, que no era una mera palabra, que es una cosa bien concreta, que lo sentíamos en nuestro derecho de locomoción, en el derecho de relacionarnos con el mundo intelectual a escala mundial. Ellos han nacido con esos caminos desbrozados por nuestra generación y ellos están en la obligación de superarnos a nosotros y eso sería lo mejor.
L- Tú eres una profunda conocedora de las culturas caribeñas, has dedicado años a investigar e incluso a traducir a escritores caribeños del área del francés y del inglés. ¿Cómo ves hoy al Caribe como entidad cultural propia en el contexto latinoamericano?
N.M.- Cuba forma parte del Caribe, no es solamente una vecindad, un accidente geográfico. Lo caribeño es una civilización que se expresa en diferentes idiomas pero con culturas que siempre se tocan, que siempre se encuentran y que nacen del mismo tronco. Sin embargo, debo decirte que entrando al siglo XXI hay un renacimiento preocupante de formas coloniales que se han disfrazado para poder volver entrar en los mecanismos de mercado en el campo artístico. Pero de todas maneras hay una vanguardia que se da cuenta de estos mecanismos neocolonizadores y que hace una literatura y artes emergentes con un gran sentido de pertenencia no sólo en relación a su cultura isleña, sino en relación a la totalidad caribeña, que es una y a la vez múltiple.
L- Nancy, tú como muchos otros cubanos, pese al bloqueo norteamericano y a la agresividad de los diferentes gobiernos contra Cuba a lo largo de más de cuatro decenios, has mantenido sin embargo una relación fluída con sectores intelectuales de Estados Unidos y has estado en ese país muchas veces. ¿Cómo es esa relación?
N.M.- Bueno, es una relación insólita, debo reconocerlo así. Porque se supone que desmiente y rompe el bloqueo. Yo me siento orgullosa y contenta con esa relación, que es con los afroamericanos, con los latinos y caribeños que allí viven y que se han interesado por mi literatura, por mis investigaciones y por la cultura cubana. Y me siento feliz porque es una relación con los ciudadanos estadounidenses, con el pueblo, con aquellos que resisten y aspiran a otra relación diferente con Cuba. Y que no entienden porqué no pueden viajar o conocer un país que ha producido por ejemplo una música o un arte que les parece maravillosos. Son intelectuales y personas que no aceptan el fatalismo de que esta situación tenga que ser así. Es una relación muy enriquecedora entre nosotros.
L- Coincidiendo con tu visita a Suecia y durante las Jornadas Internacionales de Poesía de Malmö se ha presentado un libro con una selección y traducción al sueco de una parte importante de tu obra poética.
N.M.- Esta publicación al sueco me alegró mucho, sobre todo porque es una edición muy cuidada, con traducciones y un prólogo también escrito por Lasse Söderberg que me abre las puertas al lector sueco, cosa que para cualquier escritor latinoamericano es un paso muy enaltecedor. Y yo quiero agradecer a él y a esa red de comunicaciones y lazos culturales que ha creado en este país en relación con la creación literaria y la poesía a nivel mundial. Y quiero decir que este es un espacio que tenemos que defender mucho en estos tiempos. Y una vez más mi agradecimiento a Lasse Söderberg, a esa importante red que labora con él y a la editorial Aura Latina que hizo posible este libro mío en sueco.
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