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30-Mayo-2003

 

Elián, Medhi Muhammed, Guantánamo

 

escribe Cándido

La situación de los más de 600 presos confinados en la base militar que EE.UU usurpa a Cuba en Guantánamo, constituye la expresión más acabada de la perversa crueldad de la potencia más poderosa del planeta. Si no bastaran la violación de toda legislación internacional sobre prisioneros de guerra, del más elemental sentido humanitario, las pocas veces que las televisiones democráticas han mostrado imágenes de los detenidos encadenados, obligados por sus verdugos a arrastrar sus pies con la cabeza gacha, despiertan en cualquier persona normal una mezcla de horror y de profunda indignación ante tanta barbarie.

Se trata, como es sabido de jóvenes musulmanes o de origen musulmán, un ciudadano sueco entre ellos, que fueron detenidos durante los bombardeos de EE.UU contra Afganistán, por simples sospechas, sin que se le haya sorprendido ni probado la comisión de ningún delito. Una situación similar a la de los mil musulmanes residentes en EE.UU, que el fiscal John Ascroft ordenó detener en los días siguientes al atentado de las Torres Gemelas y el Pentágono, por el sólo hecho de su origen étnico.

El terror aplicado a los prisioneros de Guantánamo, tiene ingredientes de miedo, odio y utilización de técnicas destinadas a la destrucción de la personalidad de los prisioneros. Ni los reclamos, petitorios y protestas de algunos gobiernos y organizaciones de derechos humanos, han logrado arrancar un gesto de benevolencia por parte de campeones de la libertad como el ministro de Defensa, Donald Rumsfeld, o la asesora de Bush, Condoleezza Rice. Ni que hablar de Bush, un títere de un grupo de mafiosos, que durante su gobierno de Texas mostró su veta compasiva enviando a la silla eléctrica a incapacitados que habían cometido algún crimen o que se les había atribuido siendo inocentes, por el sólo hecho de ser negros o hispanos. Ni siquiera los gobiernos que como los de Suecia, España y Dinamarca, que tienen ciudadanos propios entre los detenidos y que han apoyado, con diverso grado de incondicionalidad las agresiones militares de EE.UU a Afganistán e Irak, han sido escuchados. El servilismo o la debilidad son cualidades que el imperio aprovecha pero que no recompensa.

Fuentes de la propia base de Guantánamo han confirmado en estos días que al menos 23 prisioneros han intentado quitarse la vida. Entre estos prisioneros se encuentra el ciudadano sueco de 23 años Medhi Muhammed Ghezali contra el que no pesa ninguna acusación y al que se retiene desde hace 500 días.

La diplomacia silenciosa aplicada desde entonces por el gobierno de Göran Persson y la ministra de Exteriores Ana Lindh, no ha dado ningún resultado. Tampoco las organizaciones populares antiamericanas se han mostrado hasta ahora muy solidarias que digamos. Medhi Muhammed no tuvo la suerte de ser ciudadano cubano. Cuando el sector mafioso del exilio cubano en Miami intentó secuestrar al niño Elián González milagrosamente salvado tras el naufragio de un grupo de cubanos, entre ellos su madre, que habían intentado llegar al territorio de EE.UU, huyendo de la dictadura, fue el propio Fidel Castro quien encabezó las demostraciones multitudinarias que protestaban a diario frente a la representación diplomática del imperio en La Habana. Ni un momento cesó la presión. Ciertamente se trataba de un caso que solamente los secuestradores y algunos redactores de noticieros de la televisión sueca, podían presentar como dudoso. Finalmente la sensatez de personas nada favorables al gobierno de Cuba como el ex presidente Clinton y las fiscal Jane Remo, devolvieron al pequeño Elián a su padre. Este, que viajó a Cuba para llevar adelante el proceso de la recuperación de su hijo, volvió con el niño a Cuba. Pese a que le ofrecieron un millón de dólares y asilo inmediato si elegía la libertad y desertaba, ya que nada le impedía hacerlo. (Esto es algo que no entra, claro está, en la escala de valores de nuestros formadores de opinión).

Felizmente estos días se informó a la prensa de la creación de un denominado Grupo Guantánamo, que iniciará una campaña, primeramente de recolección de firmas, para enviar un reclamo al embajador de EE.UU en Suecia y a la ministra Lindh, para reclamar la libertad de Medhi Muhammed.



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