escribe Cándido

Césare Lombroso fue un médico psiquiatra y antropólogo italiano que vivió entre los años 1836 y 1909, creador de una teoría según la cual ciertos rasgos físicos del individuo, entre otros, denotarían las inclinaciones criminales de éste. Autor de varios libros sobre antropología criminal, Lombroso tuvo mucha influencia en los códigos penales de la época, no solamente en su país. Después, sus teorías, que siempre habían tenido detractores, especialmente por sus connotaciones racistas, perdieron vigencia y fueron prácticamente olvidadas. Pero algunos elementos de ellas, la relación entre el rostro y ciertos rasgos físicos, con la personalidad, han perdurado en la sabiduría popular.

Por una involuntaria asociación, el recuerdo del médico italiano surge de improviso, tras la observación del rostro y otros detalles físicos de algunos protagonistas de primera línea del acontecer internacional. Fijemos por un momento en la retina los rostros de George W. Bush, Dick Cheney, Dan Rumsfeld, Condolezza Rice, John Negroponte para citar algunos entre los más importantes. La observación detenida de fotos, y sobre todo de su aparición "en vivo" en televisión, del rostro de cada uno, hablando o leyendo declaraciones o discursos, lleva inconscientemente al espectador a conclusiones empíricas que los vinculan con alguna patología criminal. Y los hechos lo demuestran. Todos ellos tienen un pasado (y un presente) de criminales de guerra, de políticos sin moral que en connivencia con las grandes empresas que los han colocados en sus cargos, han consolidado una macabra simbiosis y han estafado y siguen estafando a millones de sus compatriotas. Directamente robándoles sus ahorros, o indirectamente haciéndolos subvencionar a empresas que van a "reconstruir" el Iraq que destruyeron (Enron, Worldcom, Halliburton, etc). Las historias de Negroponte durante su permanencia en Honduras como embajador de su país, a principios de los años 80, lo muestran como un verdadero psicópata. Este es un grupo muy especial que debería ser objeto de estudios profundos por parte de especialistas.

Esto lleva a otra derivación sobre los vínculos entre política y antropología. Cualquiera puede comprobar que la gente de ideología reaccionaria (neoliberal), tiene siempre un rostro y un discurso, malhumorado, insatisfecho, como con miedo de que les confisquen sus acciones, sus villas, sus descomunales ingresos por ocupar cargos en la dirección de empresas públicas o privadas que muchas veces han contribuido a fundir, siempre quieren estar en guerra, prefieren construir cárceles en lugar de escuelas y ven terroristas hasta en la sopa. Desconfían de los ecologistas y los pacifistas. Nunca hablan de amor o solidaridad. Mucho menos de justicia. Su único dios es Mammon, el mercado, el dinero. Y todos tienen en común la devoción por "América". Reniegan de su condición de europeos y son capaces de traicionar su propio país y a sus compatriotas (p.ej. Hans Blix), para servir al imperio.

Entre la Bolsa y la vida, eligieron la Bolsa. Invocan permanente a la "democracia" y la freedom pero cuando el ejercicio real de estas amenaza limitar sus privilegios, conspiran y derriban contra los gobernantes legítimamente elegidos. Aplican a rajatabla la dictadura del mercado y del control de los medios de comunicación. No tienen pueblo detrás, sólo policías y guardaespaldas.

En muchos países de Europa, Suecia entre ellos, gana las elecciones una socialdemocracia que arrió sus viejas banderas de solidaridad para convertirse en administradores del modelo neoliberal, porque no hay entre los partidos opositores, un rostro capaz de "vender" un discurso convincente. (La letanía de bajar los impuestos no es una ideología capaz de entusiasmar a las masas). Y cuando "la coalición burguesa" gana una elección como ocurrió en Noruega recientemente y de acuerdo a los resultados corresponde el cargo de primer ministro al Partido de Derecha, hay que elegir a otro. ¿Por qué? Porque el líder derechista es "demasiado aburrido". Es un tema para pensar.