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09-Mayo-2003

 

Acoso a la Isla

 

escribe Cándido

Después del discurso que le escribieron a Bush, luego que se disfrazara de guerrillero heroico para posar ante las cámaras y proclamar la victoria de una fase en la lucha contra el terrorismo, no quedan dudas que en los planes del imperio está una agresión militar contra Cuba. (En el marco de un proyecto de dominio global más peligroso del que en su momento se planteó la Alemania de Hitler). La ejecución de los tres terroristas que armados secuestraron una embarcación con una treintena de pasajeros y pretendieron huir a Estados Unidos, las severas penas de prisión aplicadas a varios disidentes periodistas y/o escritores que mantenían contactos estrechos con el representante de los intereses de Estados Unidos en La Habana, han renovado los viejos odios contra Cuba.

Gobernantes e intelectuales europeos y latinoamericanos, periodistas ignorantes de la realidad o simplemente mercenarios que han sido indiferentes y cómplices de gobiernos democráticos que hambrean, asesinan, desaparecen y roban los ahorros de sus ciudadanos, han resucitado para llorar por la suerte de los condenados a los que, por acciones similares llaman terroristas en sus países y disidentes en Cuba.

En Buenos Aires, Vargas Llosa, estimulado por el hasta aquí he llegado de Saramago, aplaudió lo que, mintiendo una vez más calificó postura unánime de los escritores europeos. Sin embargo este mismo Vargas Llosa escribió en 1967, en el libro Testimonios, bajo el título Crónica de Cuba , lo siguiente: El bloqueo, que desde hace años impuso Wáshington a la isla, no tenía sólo como objetivo privarla de las importaciones que, hasta la revolución la habían hecho sobrevivir, sino también, y sobre todo, ponerla en cuarentena política y cultural, expulsarla de la familia latinoamericana, excluirla como a un leproso para evitar el contagio. El bloqueo, que en el campo material ha afectado, sin duda, seriamente a la economía cubana (aunque no ha conseguido asfixiarla como esperaban los hombres de la OEA), en el dominio cultural ha resultado un clamoroso fracaso: se trata de algo que puede enorgullecer a los intelectuales latinoamericanos

En el mismo artículo, haciendo gala de un espíritu crítico e independiente que entonces tenía, escribe: Yo detesto la beatería en cualquiera de sus formas, y la beatería política no me parece menos repulsiva que la religiosa. Pese a mi admiración y mi profundo afecto por la Revolución Cubana, siempre he encontrado deplorable esos testimonios reverenciales, hagiográficos, esos actos de fe disfrazados de crónicas o reportajes que pretenden mostrar a la Cuba actual como un dechado de perfecciones sin mácula, como una realidad a la que el socialismo, mágicamente, ha liberado de toda deficiencia y problema y convertido en invulnerable a la crítica Tras esta absolutamente compartible afirmación y señalar los innumerables problemas sin resolver y los aspectos discutibles u objetables de la Revolución, el autor escribe: Hay uno, sin embargo, en el que aun el espíritu más maniáticamente crítico, el contradictor por temperamento y vocación, se vería en serio aprieto si tuviera que impugnar la política de la revolución: el de la cultura.

Y más adelante agrega Vargas Llosa: Pero sería mezquino reducir al campo de la cultura todo lo que puede impresionar y convencer al sudamericano que llega a Cuba. Los más adversarios de la Revolución Cubana, difícilmente podrán negar que en sus últimos ocho años de vida, Cuba no sólo ha suprimido esas imágenes de miseria radical que en nuestros países ambulan por las calles y ofrecen un siniestro telón de fondo a la insolente riqueza de unos cuantos, sino que ha reducido a una proporción humana las diferencias sociales.

Lo que entonces escribió Vargas Llosa ha sido convalidado por el tiempo. No sabemos cuándo y porqué se produjo un cambio tan radical en su posición. Pero esos valores de la Revolución Cubana que él destaca sin abdicar de su capacidad crítica, son los que llevan a todos aquellos que discrepamos con la pena de muerte allí donde se produzca, a sentirnos hoy más solidarios que nunca con el pueblo y el gobierno de Cuba seriamente amenazados por poderosas fuerzas exteriores en connivencia con mercenarios internos.



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