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La guerra sigue |
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escribe Cándido La victoria de la coalición -expresión que me hizo recordar a un policía bueno que no quería apalear una demostración estudiantil, y les decía hagan grupos de a uno- empiezan a empantanarse aunque la mayoría de los expertos columnistas no parecen advertirlo. Tampoco los informadores de la televisión no se muestran muy eficientes a la hora de informarnos de incidentes tan graves como los ocurridos en Mosul y al sur de Bagdad entre el lunes y el martes pasados en los que soldados norteamericanos liberaron para siempre a unos 23 iraquíes que reclamaban yanqui go home. Incidentes que no son los primeros de esta naturaleza desde que finalizó la guerra y probablemente no serán los último. Lo que ha sido en cambio destacado con grandes titulares ha sido la captura o entrega voluntaria de miembros del circulo de allegados a Sadam. Visto el estruendoso fracaso del sheriff que prometió a su pueblo mostrar vivo o muerto a bin Ladén, y con ese objetivo aplanó a bombazos a los pobres afganos, talibanes o no, y al misterio sobre el paradero de Sadam, quienes le preparan la cartilla diaria le aconsejaron ampliar la lista de perseguidos a 55. Así se aseguraron que habría capturas diarias, victorias que los medios destacan aunque se trate de sabandija menuda como decía un comisario aludiendo a los pequeños delincuentes ladrones de gallinas. En Afganistán se sigue peleando y reina el caos pos-talibán según testimonios de organizaciones humanitarias independientes. Lo que ha sido recogido tímidamente por los medios proamericanos. Sobre el paradero de Sadan Hussein se especula con la posibilidad de que ha huído en un camello camuflado de beduino, llevándose ocultas en las jorobas de los dromedarios los arsenales de destrucción masiva. Estas, que como se recordará fueron el motivo de la guerra, que nos salvó del peligro, no han sido encontradas hasta ahora lo que arriesga dejar a Bush y Blair como lo que se sabe que son, ante la comunidad internacional. Pero su aparición es inminente porque los cerebros del Pentágono han decidido enviar nada menos que 1000 (mil militares y científicos) para sumarse a los 500 que ya están en el lugar buscándolas. Con una pequeña cantidad que lleve cada uno en las maletas, se puede armar un tremendo arsenal que nuestras cámaras de televisión recogerán minuciosamente y difundirán al mundo. El honor de los líderes de la coalición quedará salvado. Y los niños iraquíes descuartizados por las bombas inteligentes, serán un dato más en la lista de daños colaterales. Lo esencial de esta trágica historia, la sustitución de una dictadura por una democracia, que además haría más seguro el futuro de nuestros hijos y nietos, recién comienza. Y no hay que ser ningún experto redactor jefe de política internacional o investigador de servicios de seguridad, para saber que ninguna empresa de liberación puede digitarse desde afuera, a tiros y con una intención inequívocamente imperialista o colocando un títere como el banquero Hamad Chalabi que por sus antecedentes de presunto delincuente financiero resulta un personaje ideal para la Casa Blanca. EE.UU se ha mostrado muy efectivo a la hora de destruir y bombardear a distintos países en función de sus intereses pero no hay ningún testimonio histórico de que haya construido un sistema democrático de ayuda al binestar de un pueblo. El jubilado pensionista con aspecto de abuelo dialogante, Jay Garner, debe haber sido odiado por Cheney y Rumsfeld para que le encargaran la misión que ostenta. Puede que la proclamación de la victoria tenga que esperar, todavía. El tiempo pondrá la realidad en su sitio. |
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