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Las reformas de Lula, los elogios del FMI |
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Mario del Gaudio RIO DE JANEIRO. El líder histórico del PDT Leonel Brizola dijo «no estar entendido bien a Lula». Según Brizola el actual presidente brasileño Luis Ignacio Lula da Silva lo está decepcionando pues «su política de reformas es demasiado próxima a la que pretendió hacer el ex presidente Fernando Henrique Cardoso, una política ampliamente derrotada en las urnas». El PDT es uno de los aliados del PT en la coalición de izquierda que gobierna Brasil y Brizola respondió a las afirmaciones de Lula de que la izquierda es conservadora y los sindicatos son corporativistas cuando se oponen a las reformas, en particular del sistema de previsión social. Brizola manifestó que teme que Lula pueda estar ilusionándose con «las tentaciones del capitalismo». - Los ambientes del capitalismo, sus salones y círculos son muy tentadores. Es una lástima si Lula cae en eso. Pero todo lo que pueda hacer para que Lula no se ilusione con espejitos, haré, aseguró Brizola, que fue vice-presidente de la Internacional Socialista. «Puede ser que Lula esté siendo engañado», agregó, y recordó que el ex presidente Joao Goulart también sufrió engaños cuando se sentó en la silla presidencial: «en su buena fe Goulart intentó una buena relación con el embajador norteamericano en Brasil, Lincoln Gordon, y con el Fondo Monetario Internacional, que terminaron dándole un golpe traicionero». También consideró posible que el presidente Lula esté desorientado y por eso repite el «libreto» que le dejó el ex presidente Fernando Henrique Cardoso. Para Brizola «las reformas de un gobierno deben ser realizadas siempre hacia la izquierda porque sólo así caminarán en el sentido de la libertada, d el ajusticia y de la igualdad; cualquiera sea el gobierno que piense en hacer reformas hacia la derecha está equivocando el camino o burlando los intereses populares». Lo cierto es que el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) en su reunión conjunta, el fin de semana pasado en Washington, volvieron a elogiar a Brasil, a Lula y a su gobierno por su política económica y a exigir que lo antes posible el país reforme el sistema de seguridad social y otorgue independencia al Banco Central. En el encuentro participaron el ministro de Hacienda, Antonio Palocci, y el secretario de Asuntos Internacionales del Ministerio, Octaviano Canuto. El director para el hemisferio occidental del FMI, Anoop Singh y Octaviano Canuto, coincidieron en que una de las principales causas que impiden la transferencia de renta de los más ricos a los más pobres en Brasil es el actual sistema previdenciario: por el sistema tributario los empleados públicos pagan más pero son ellos mismos quienes por el actual sistema de seguridad social reciben los beneficios. Hace quince días Lula se había adelantado a las declaraciones de Anoop Sing y de Octaviano Canuto, denunciando que jubilados del servicio público recibían pensiones de hasta 53 mil reales, más de 16 mil dólares mensuales, para justificar la necesidad de reformar el sistema de jubilaciones. Sin embargo la diputada comunista Jandira Feghali, que forma parte de la base parlamentaria de apoyo al gobierno, respondió que Lula está equivocándose al poner como ejemplo las jubilaciones de pocos privilegiados como motivo para reformar el Sistema de Seguridad Social, pues «bastaría apenas aprobar una ley complementaria que reglamente el artículo de la Constitución que fija el techo máximo de los empleados de los tres poderes del Estado para cortar esos privilegios, que son la excepción y no la regla». La inminente quiebra por déficit del sistema pensionístico brasileño tampoco es verdad, remarcó Jandira Feghali, y puntualizó que «a pesar del servilismo del gobierno anterior con el capital financiero y de su incumplimiento en los aportes que le competían, el sistema de seguridad social presentó un superávit de 48 mil millones de reales, cerca de 15 mil millones de dólares, en el 2002, de acuerdo con el Sistema Integrado de Administración Financiera». El dirigente sindical de los petroleros y del Partido Socialista, José Celso de Araujo, explicó a LIBERACIÓN que el movimiento sindical brasileño tiene una reivindicación histórica en relación a la seguridad social que no puede ser ignorada por Lula y por otros dirigentes sindiclaes que ahora ocupan cargos en el gobierno. «Primero, que nadie gane en Brasil menos que un salario mínimo de jubilación. Segundo, que es necesario unificar el sistema de seguridad social, incluyendo junto al sector público a los trabajadores del sector privado». «En tercer lugar, duplicar el techo salarial para los aportes que actualmente en la actividad privada son de diez salarios mínimos, llevarlos a veinte, y establecer un techo pensionístico único que sea tanto para los jubilados públicos como privados. Cuarto, obligar a los municipios a pagar aportes a la Seguridad Social, recursos que ahora están empleando en obras y especialmente cobrar el pago de aportes al empresariado que por una razón u otra redujo del 30 % al 15 % el promedio de las contribuciones a las Cajas de Jubilaciones», enumeró el dirigente sindical. - Estas medidas permitirían recaudar más, cubrir el déficit actuarial, o sea los recursos que el gobierno, municipios y privados no pagaron y aumentar las jubilaciones más bajas. Un sueño que podría ser posible, por lo cual tanto luchó el sindicalismo brasileño y que no queremos que sea sustituido por una reforma que con la cobertura de terminar con los privilegios lo que pretende es abrirle las puertas a los fondos privados para que ellos hagan el gran negocio de las «pensiones complementarias», concluyó José Celso de Araujo. |
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