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04-Abril-2003

 

Entrevistas imaginarias
Con Giordano Bruno en Campo dei Fiori

 

escribe Herbert Abimorad

Todos los años me dirijo a Roma y allí con mis amigos masones en Campo dei Fiori, homenajeamos la memoria del libre pensador Giordano Bruno. Este año la concurrencia fue masiva pues se cumplían 400 años de su muerte en la hoguera. Y frente a él, como siempre, la misma sensación, de que el filósofo nos está mirando y no nos cree. Me retiro a mi hotel cercano a Campo dei Fiori acompañado en mis pensamientos por aquel napolitano que fue excomulgado por las iglesias católica, luterana y calvinista. Sólo me espera el sueño luego de un día de ajetreo. Es allí donde encuentro al filósofo, un hombre gordo de poca estatura. Aprovecho y me acerco pidiéndole permiso para una entrevista, saco mi pequeño grabador y le pregunto.

¿Cuál la principal acusación de sus inquisidores?
Lo que más les molesta es mi aseveración que el Universo es infinito con multiplicidad de mundos, rechazando por consiguiente la idea de que este es estático, geocéntrico, que la iglesia toma de Aristóteles.
Y además al concebir que Dios es todo el Universo y no una persona, daño la fe clerical.
¿Sus poemas parecen haber sido el detonante de estas acusaciones?
Sí, es cierto, éstos fueron publicados en latín en Francfort, y les dolió porque ridiculicé mediante la sátira las creencias supersticiosas de la iglesia.
Mis recuerdos vuelan a una entrevista que le hice a el artista español, Francisco Goya, siglos más tarde, que fue amonestado por la iglesia por su serie de aguafuertes Los Caprichos, que también satirizaban la supersticiones de la iglesia.

¿Con esos pensamientos usted se acerca a la filosofía de la kabbalah judía?
Sí, he estudiado esta filosofía y su desarrollo en el tiempo, me acerco con sus ideas al período actual, pero niego la reencarnación de las almas.
¿Cómo se dejó apresar, teniendo usted tantos conocidos y amigos en otros países por donde ha viajado, Francia, Inglaterra, Suiza, Alemania?
Regresé a Italia a instancia de Giovanni Moncenigo, noble veneciano que se convirtió en mi protector, allí impartí cátedra particular. Al poco tiempo de residir en Venecia, mi amigo me entregó a la Santa Inquisición.
¿Porqué piensa que el teólogo Rino Fisichella nombrado por Juan Pablo como auxiliar de Roma, explicó el hecho de que usted no ha sido rehabilitado como lo hicieron con Galileo, cuando corre el año 2000?
Seguramente la causa que expone el obispo es la misma que la de la Santa Inquisición, la falta de fe dirán, demostrando una vez más que el dogmatismo religioso puede más que la tolerancia. Repitirán que cada religión tienen su doctrina, sus propios textos sagrados, sus propias reglas, en suma, nada ha cambiado desde el siglo XVI.
Giordano Bruno estará cautivo en el Palacio del Santo oficio en el Vaticano siete años, este hombre que se inicio como Dominico, se le adjudicaron cargos de blasfemia, herejía e inmoralidad, y principalmente por sus enseñazas sobre sistemas solares y sobre la infinitud del Universo, fue condenado por el papa Clemente VII y por el tribunal del Santo Oficio a morir en la hoguera.
Una idea me persigue y es la de quiénes podrían ser los inquisidores y herejes contemporáneos. La respuesta inmediata es, la burguesía y el Estado que tienen como enemigos: a los que no cumplen con un horario de trabajo determinado; los que consumen lo imprescindible; los que no viven comiendo para comer a otros; los que no piensan en las jerarquías, para los que el tiempo no es oro, para los que no creen que la libertad de expresión tiene sus límites; a los que no hacen valer sus palabras en el mercado; a los que no compiten para estar en la gloria; los antibelicistas; la lista es larga...
A mi regreso de Italia me llevo algunas palabras de Giordano Bruno y las hago mías, cada individuo es un universo.



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