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28-Marzo-2003

 

Fracaso de la guerra de desinformación

 

La primera víctima de toda guerra es la verdad. El espionaje y la contrainformación, que proceden a las batallas, fomentan la distorsión de la verdad, cuando no la asesinan directamente. Las guerras modernas, han sido ejemplo de esta afirmación, y la presente guerra contra Irak puede transformarse en un ejemplo único.

Los jefes militares norteamericanos han sido muy críticos del papel de los medios de comunicación en la guerra de Vietnam en la década del 60, y le atribuyen un papel fundamental en despertar la opinión pública contra la guerra en los Estados Unidos. En las siguientes aventuras militares, Estados Unidos buscó, o bien limitar en ingreso de periodistas, o bien hacerlos participar a su lado. Sin embargo, las experiencias de Panamá en 1989 y Etiopía después, no resultaron del todo satisfactorias, pese a que existió un importante control del material emitido. Es que siempre la cruda realidad termina por imponerse ante la mentira, aunque sea repetida mil veces, y aunque a veces tarde demasiado.

Esta agresión a Irak, era esperada desde hace tiempo por las grandes cadenas noticiosas de cables. Un equipo de la CBS norteamericana estaba en Bagdad desde setiembre del año pasado, dos meses antes de que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas aprobara la resolución 1441 para el desarme iraquí.

Durante meses estrenaron a sus periodistas en temas específicos, como armas químicas, biológicas, etc., y los incorporaron a las fuerzas militares que iban a invadir Irak. El Pentágono aceptó de agrado a los periodistas, y los puso a trabajar bajo su mando. El argumento era que iban a estar protegidos, al mismo tiempo que los militares se aseguraban control total sobre el material emitido.

Organizaciones internacionales de periodistas, han reclamado ante las Naciones Unidas para que las fuerzas en combate respeten la labor de los periodistas independientes, es decir, de aquellos que no integran las fuerzas invasoras o las del ejército que resiste. El llamado fue hasta ahora inútil.

Al cuarto día de guerra se conoció que un periodista inglés, Terry Lloyd, su camarágrafo, Fred Nerac, y su traductor, Hussein Othman, cayeron bajo fuego de las fuerzas invasoras, cuando estaban filmando la rendición de una decena de iraquíes, en las afueras de Basora. El equipo de periodistas está desaparecido, aunque hay versiones que sostienen que el cadáver de uno de ellos está en la morgue de un hospital de Basora. Un periodista sobreviviente del ataque, Daniel Demoustier, relató que fueron sorprendidos por los disparos de "los aliados" y sostiene que los soldados iraquíes se estaban rindiendo. La historia no ocupó espacio en las grandes cadenas noticiosas. Se trataba en todo caso de un periodista que no estaba sometido al control de las fuerzas "aliadas".

Dos veces muerto

Los historiadores sostienen que la profesión de espía es incluso más vieja que la de prostituta. Será por eso que además tiene más mañas. El manejo de las información en estos primeros días de guerra ha estado sometido a la manipulación de los servicios de inteligencia de una manera descarada.

Todos los medios de prensa difundieron la versión de que Saddam Hussein habría muerto en el primer bombardeo a Bagdad. Todos citaban fuentes "de inteligencia" que aseguraban que el mandatario iraquí estaba en el Palacio atacado durante la operación "desgüello", y que fue muerto o herido gravemente. La aparición en televisión Hussein, fue puesta en duda, y se afirmaba que se trataba de un doble o un actor. Después se aceptó que era el propio Hussein, y algunas fuentes de la CIA reconocieron que la versión de su muerte era para obligarlo a brindar una conferencia de prensa, vigilarlo por satélite y volver a atacar.

Dos días después, un nuevo bombardeo a la residencia de la esposa del líder iraquí, desató otra lluvia de cables noticiosos con una nueva versión de la muerte de Hussein y altos mandos militares y de gobierno. La segunda muerte del líder iraquí , esta vez según fuentes de la CIA, para promover la desmoralización de las tropas que resistían la invasión, tampoco duró mucho.

Pero, las maniobras de contrainformación no se limitaron solo a la muerte de Hussein, sino también al desarrollo de la confrontación.

Un paseo en el desierto

En todos los conflictos los ejércitos apelan a la desinformación y al engaño para debilitar a sus enemigos. Engañar está dentro de lo esperado cuando el objetivo es eliminar a tu adversario. Sin embargo, las cadenas noticiosas, que se pretenden objetivas, tienen la obligación de ser críticas con las versiones que reciben, especialmente porque saben que pueden ser objeto de engaño premeditado.

Esta desconfianza nata que debe tener todo periodista cuando recibe noticias del frente de batalla de una de las partes en conflicto, fue sustituida por una militancia activa. Las fuerzas invasoras pasaron a ser las fuerzas "aliadas", como en la Segunda Guerra Mundial. Hussein pasó a ser Hitler. Los soldados invasores héroes y respetuosos de los derechos humanos y las leyes que regulan el comportamiento en tiempos de guerra. Los defensores de su país, soldados fanáticos, que obedecen por miedo y que no respetan ningún derecho, además de cobardes que se ocultan entre la población civil.

De esa manera, todas las versiones de los mandos militares de la invasión eran transmitidas sin ningún intento de confirmación. El viernes pasado, al primer día del ingreso de las tropas "aliadas" a Irak, todas las cadenas noticiosas dieron como un hecho que la ciudad portuaria de Umm Qasr había sido tomada por las tropas británicas. La televisión mostró soldados desembarcando en una playa y la captura de algunos iraquíes en un galpón en la zona portuaria. Además de la "toma" de Umm Qasr, los ingleses habían cercado Basora y los estadounidenses estaban por tomar Nasiriya, en un avance fulminante. Una división completa (entre 8 y 10 mil soldados) se había rendido sin disparar un tiro. Irak había respondido lanzando misiles Scud, con tan mala puntería que no había causado daño alguno.

Si la versión del Pentágono buscaba desmoralizar a los defensores iraquies, no lo logró. Las cadenas noticiosas no se preocuparon de confirmar las versiones, pero la fuerza de los hechos volvió a imponerse. Al inicio de esta semana, los "aliados" no habían ocupado todavía ninguna ciudad importante, ni siquiera el puerto de Umm Qasr, pese a que está dentro de lo que era la "zona de exclusión", sometida a control y bombardeos de EE.UU. desde 1992. El pasado sábado, el general de división Santley McChristal, uno de los voceros del Pentágono, admitió que "las fuerzas estadounidenses no encontraron ningún misil Scud, y que ninguno ha sido lanzado por las fuerzas iraquíes desde que comenzó el conflicto bélico".



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