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Las últimas palabras |
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En el mes del Día Internacional de la Mujer he querido escribir las últimas palabras de analisis y reflexiones que hiciéramos con mi compañera y camarada Elizabeth Castro el mismo día en que ella falleció en el desgraciado accidente del bus que volcó el día 24 de enero de este año cerca de la ciudad de Fagästa. Ella se preguntaba: ¿otra guerra más?, pensaba que era la última o que ya había sido la última, luego agregaba: Estamos en la edad de los pañales del tercer milenio y todos estamos siendo involucrados en una guerra. Digo involucrados, porque queremos que no haya guerra y el oponerse a ella ya es participar. Cabe recordar, me decía Elizabeth, aquella frase escrita para el bronce en que un barón de rancio abolengo dejó dicho la guerra es la continuación de la política por otros medios. Pues bien me decía ella. Todos sabemos que el estado actual de la economía americana está por los suelos. Hay millones de norteamericanos que se encuentran al margen de los beneficios sociales porque el sistema del país padre así funciona. Si no tienes dinero no tienes salud, si no tienes dinero no hay universidad para tus hijos, si quieres tener una buena jubilación y no terminar con un tarro en la mano disputando una esquina en la Quinta Avenida tienes que ahorrar todos los meses, aunque si no has ahorrado lo suficiente no te queda más que ir a los hogares del Ejército de Salvación. Elizabeth se seguía preguntando: ¿Pero es que tiene que haber guerra y de nuevo Irak?. Y luego reflexionaba. Esta guerra no es porque Sadan lleve no se cuantos años en el poder y sea un dictador. Pero si en aquella parte del planeta está lleno de dictadores, en los países árabes la democracia no es una cuestión de la que se escriba en los editoriales todos los días. Es Irak porque en el subsuelo de aquel país está la segunda reserva de petróleo del planeta y Estados Unidos quiere que sea de ellos y de nadie más. Al diablo con la democracia. Habrán de colocar después si es que ganan, a algún monigote que doble su espalda al país de banderas y estrellas, que tan ordenadita se ve en los ataúdes de sus marines y de la guerra no conoceremos la verdad, porque los resultados de la CNN no son de creer. Luego agregaba, en todos estos años de bloqueo contra Irak se ha generado otra alternativa, la economía al negro, todo el mundo vende y compra en Irak, lo hacen las grandes empresas de occidente y sin tapujos, han buscado sus intermediarios, para medicamentos, repuestos de vehículos, piezas de maquinarias. Los bancos prestan dinero para que se hagan negocios y hasta el banco de Boston tiene cuentas corrientes por internet con clientes en Irak& es que el dinero no tiene color, olor ni sabor, es simplemente dinero. Elizabeth queda callada un momento, el cual aprovecho para entregar una pequeña opinión. Todas las guerras han sido siempre un buen negocio para quienes las inventan. Además todos los soldados norteamericanos que ya están en las bases de Kuwait son en su mayoría de origen latino y negros, hijos de extranjeros en segunda generación, ya que la primera sirvió en Vietnam. Elizabeth me interrumpe y dice : Seguimos sacando las castañas con la mano del gato, en este caso latinos y negros. Y agrega por eso que siempre me gustó Mohamed Alí. Yo trato de bromear un poco y le digo, los norteamericanos han hecho de la guerra siempre buenos trampolines para sus estrellas, la hermosa Marilin Monroe, fue y cantó a los soldados. Todos sabemos que no cantaba como la Callas pero tenía unas piernas y unos senos que estaban unidos por su cintura por la cual yo hubiera hecho cualquier cosa. La Jean Fonda también fue y aunque hoy bordea los sesenta, sin duda tiene candela para encender más de algunos artificios. Elizabeth sonríe y dice, pero ahora hablemos en serio y volvamos a la guerra. Yo no quiero pensar me dice, que los norteamericanos son un pueblo de tontos e incrédulos; todos sabemos que Bush fue elegido presidente con un 22% de votantes, porque en las elecciones presidenciales siempre la mitad de los norteamericanos no vota y la mitad que vota hay que dividirla por dos, es decir, democracia caso formal. Hay que recordar que se pasaron bastantes semanas recortando votos porque no se sabía quien había ganado, parecía una elección de presidente de colegio del sexto año básico. Quien tiene cojones para levantar su voz y cuestionar el sistema norteamericano, que más se parece a un bote viejo, hace agua por todos lados. Yo soy antimperialista, me dice Elizabeth, lo he sido desde siempre y lo seré hasta el último día porque la CIA y el Departamento de Estado y el Pentágono, alentaron todos los golpes de estado en América Latina, no sólo en la década de los sesenta y setenta sino que desde mucho antes. Han sido incontables las invasiones americanas en nuestro continente y nadie en Naciones Unidas levantó la mano para acusarlas. Hubieron respuestas generosas pero aquellas hoy ya no existen. Estaba en aquellos años el Pacto de Varsovia que no siendo muy fuerte, pero por lo menos asustaba y con eso nos bastaba. El resto se pensaba era tarea nuestra, se podría ganarle. Estuve junto a Elizabeth en algunas manifestaciones contra la guerra, cada una parecía una fiesta. Todos cantábamos para que Estados Unidos no ataque a los irakíes. Veíamos esas miles de banderas, buenas consignas, lindos carteles pero pareciera que la opinión de tantos millones de hombres y mujeres no vale para nada. Estados Unidos tratará de entrar en Bagdad y si se hace necesario una masacre la hará y no habrá persona que se saque el zapato y lo golpee en el podium de Naciones Unidas para protestar por un nuevo crimen contra la humanidad. Pienso cada día que pasa que la opinión ciudadana no vale nada, me dice Elizabeth, tú y yo podemos tener la razón, conversando llegamos a la conclusión que en este planeta podemos caber todos y todos tener una vida mejor, claro, eso es verdad pero se contradice con los intereses del Fondo Monetario Internacional y de Banco Interamericano del Desarrollo, con él sube y baja de las acciones en la bolsa de los dineros que no existen y que se compran y se venden. Elizabeth me mira a los ojos con tristeza y me dice. Yo pensaba que la última guerra había sido última y estamos frente a otra que puede ser la última. Ya estamos en la estación de trenes de la ciudad de Ludvika son las 15 horas del día 24 de enero del 2003, Elizabeth había reservado boleto para viajar a Estocolmo, pide el boleto del tren, lo paga y pide su reservación de asiento, la persona de la caja le dice que no hay tren y que tiene que viajar en bus hasta la ciudad de Västeras, Elizabeth se molesta por este cambio de último minuto. Antes de subir al bus Elizabeth me dice, una cosa, me había olvidado, en el Congo también están en guerra, y en Colombia y en Sierra Leona y en Chechenia, y que en Somalia no están las cosas muy claras. Nos despedimos con un abrazo y un beso, viajaba a Estocolmo llena de alegría ya que se encontraría con sus dos pequeños nietos ese fin de semana. Además sentía doble alegría ya que se daba la posibilidad de quedar en libertad de un proceso que tenía en los tribunales militares y entrar a Chile después de 14 años de exilio. No alcanzó a regresar a su patria que tanto añoraba y tampoco logró quedar en libertad. Estas fueron las últimas palabras que intercambiamos y he querido escribirlas en tu memoria querida compañera y camarada. ¡Hasta siempre querida Elizabeth! Miguel Perez |
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