La ambición de los partidos del bloque burgués por alcanzar el gobierno, no logra unificar criterios sobre cual debe ser el camino a seguir para desalojar del sitial que ocupa la Socialdemocracia que rige al país.
Esa posición que la Socialdemocracia ha mantenido durante 71 años de gobierno en Suecia, aparece como una valla difícil de salvar para los cuatro partidos burgueses que aspiran a sustituirla en el gobierno tras repetidos intentos fallidos, en las elecciones de 2006.
Desde 1932 a la fecha la socialdemocracia, con excepción de sólo 9 años, ha ejercido el poder y dominando la escena política brindó la tónica que hizo de éste un destacado país de bienestar. Sólo en dos casos que fueron hasta ahora la excepción en la larga carrera de este partido, las elecciones fueron ganadas por los burgueses cuando en 1976 Torbjörn Fälldin alcanzó el poder del Partido del Centro (Cp) y Carl Bildt de los Conservadores (MSp) lo lograra en 1991.
Ese predominio que se manifestara no sólo a nivel electoral sino en el control de todo el movimiento obrero y sindical, generó la existencia de una estructura social que le permitió garantizar una continuidad contra la que hoy los partidos burgueses pretenden luchar para quebrarla.
En opinión de Jöran Hägglund, secretario de los centristas, buscando desacreditar los beneficios alcanzados por la política llevada adelante por la socialdemocracia en materia social, ha manifestado que con esa dependencia de la sociedad de figuras benéficas tales como ayuda para alquiler, pensiones anticipadas, etc., etc. lo que ha hecho ha sido comprar su poder a través del otorgamiento de dichas ventajas. Lo mismo opina Al Svensson líder de la Democracia Cristiana (KDS), quien además sostiene que Göran Persson induce al pueblo a pensar que bajo un gobierno burgués se perdería esa situación de bienestar. A fin de quitar a Persson y su partido del pedestal que ocupan, afirma entonces que se debe imponer credibilidad en cuanto a que ello no sería así sino todo lo contrario bajo un gobierno burgués. Es entonces, en la forma de llevar adelante esa aspiración que los cuatro partidos del bloque no encuentran un camino que los identifique con una estrategia unánime.
Uno de los factores que estimulan el desencuentro está dado por la política de impuestos del partido Conservador que, para muchos, resulta una grave amenaza para la sociedad de bienestar. Tanto el Centro, la Democracia Cristiana como el Partido Popular (Fp) consideran, en diverso grado y forma, que esa política que pretende disminuir en 130 mil millones los impuestos resulta una carga negativa que soporta el bloque en su pretensión de desbancar a la socialdemocracia. Por otra parte, la falta de acuerdo en la elección de un candidato que pueda representar al bloque no resulta una dificultad menor a la hora de plantearse el proyecto de alcanzar el gobierno. Tanto el Partido Popular como el Conservador exhiben igualdad de fuerza por un lado, por otro la Democracia Cristiana aún continúa dudando sobre el mantenimiento de su líder Alf Svensson, pese a que este días atrás confirmó su decisión de seguir al frente del partido hasta las próximas elecciones al frente del partido. En resumen, hay muchos cabos sueltos aún en los intereses y la visión de futuro de los partidos burgueses para coordinar esfuerzos en la pretensión de ocupar el ambicionado lugar que mantiene la socialdemocracia. /F.F.
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